Salmo 125, 1-12    Domingo 21 de marzo del 2010

Salmo 125, 1-12 Domingo 21 de marzo del 2010

Yahvé, tú eres mi Dios, yo te ensalzo, alabo tu nombre, porque has hecho maravillas y planes muy de antemano, que no fallan.
Porque has puesto la ciudad como un majano, y la villa fortificada, hecha como una ruina; el alcázar de orgullosos no es ya ciudad, y nunca será reedificado.
Por eso te glorificará un pueblo poderoso, villa de gentes despóticas te temerá.
Porque fuiste fortaleza para el débil, fortaleza para el pobre en su aprieto, parapeto contra el temporal, sombra contra el calor. Porque el aliento de los déspotas es como lluvia de invierno.
Isa 25:5 Como calor en sequedal, humillarás el estrépito de los poderosos; como el calor a la sombra de una nube, el himno de los déspotas se debilitará.
Isa 25:6 Hará Yahvé Sebaot a todos los pueblos en este monte un convite de manjares frescos, convite de buenos vinos: manjares de tuétanos, vinos depurados;
consumirá en este monte el velo que cubre a todos los pueblos y la cobertura que cubre a todas las gentes;
consumirá a la Muerte definitivamente. Enjugará el Señor Yahvé las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra, porque Yahvé ha hablado.
Se dirá aquel día: “Ahí tenéis a nuestro Dios: esperamos que nos salve; éste es Yahvé en quien esperábamos; nos regocijamos y nos alegramos por su victoria.”
Porque la mano de Yahvé reposará en este monte, Moab será aplastado en su sitio como se aplasta la paja en el muladar.
Extenderá en medio de él sus manos como las extiende el nadador al nadar, pero Yahvé abajará su altivez y el esfuerzo de sus manos.
La fortificación inaccesible de tus murallas derrocará, abajará, la hará tocar la tierra, hasta el polvo.

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