Primera lectura: Génesis 1,1.2,2 (ver nota)  3 de Abril 2010

Primera lectura: Génesis 1,1.2,2 (ver nota) 3 de Abril 2010

Nota: en la misa de la Vigilia Pascual se leen 7 pasajes del Antiguo Testamento y dos del Nuevo Testamento, pudiendose segun el caso disminuir a 3 y dos, o dos y dos, sin que falte la lectura de Exodo14,15-17, apoyarse en el misal mensual.

Del Libro del Génesis 1,1.2,2:

En el principio creó Dios el cielo y la tierra.
La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.
Dijo Dios: “Haya luz”, y hubo luz.
Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad;
y llamó Dios a la luz “día”, y a la oscuridad la llamó “noche”. Y atardeció y amaneció: día primero.
Dijo Dios: “Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras.”
E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue.
Y llamó Dios al firmamento “cielo”. Y atardeció y amaneció: día segundo.
Dijo Dios: “Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo seco”; y así fue.
Y llamó Dios a lo seco “tierra”, y al conjunto de las aguas lo llamó “mar”; y vio Dios que estaba bien.
Dijo Dios: “Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto según su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra.” Y así fue.
La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla según sus especies, y árboles que dan fruto con la semilla dentro según sus especies; y vio Dios que estaban bien.
Y atardeció y amaneció: día tercero.
Dijo Dios: “Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y sirvan de señales para solemnidades, días y años;
y sirvan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra.” Y así fue.
Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para regir el día, y el lucero pequeño para regir la noche, y las estrellas;
y los puso Dios en el firmamento celeste para alumbrar la tierra,
y para regir el día y la noche, y para apartar la luz de la oscuridad; y vio Dios que estaba bien.
Y atardeció y amaneció: día cuarto.
Dijo Dios: “Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen sobre la tierra frente al firmamento celeste.”
Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo animal viviente que repta y que hacen bullir las aguas según sus especies, y todas las aves aladas según sus especies; y vio Dios que estaba bien;
y los bendijo Dios diciendo: “sed fecundos y multiplicaos, y henchid las aguas de los mares, y las aves crezcan en la tierra.”
Y atardeció y amaneció: día quinto.
Dijo Dios: “Produzca la tierra animales vivientes según su especie: bestias, reptiles y alimañas terrestres según su especie.” Y así fue.
Hizo Dios las alimañas terrestres según especie, y las bestias según especie, y los reptiles del suelo según su especie: y vio Dios que estaba bien.
Y dijo Dios: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves del cielo, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todos los reptiles que reptan por la tierra.
Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya,  a imagen de Dios lo creó,  macho y hembra los creó.
Y los bendijo Dios con estas palabras: “Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves del cielo y en todo animal que repta sobre la tierra.”
Dijo Dios: “Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la faz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; os servirá de alimento.
“Y a todo animal terrestre, y a toda ave del cielo y a todos los reptiles de la tierra, a todo ser animado de vida, les doy la hierba verde como alimento.” Y así fue.
Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto

Asi quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos,y terminada su obra descansó Dios el séptimo día de todo cuanto había hecho.

Del libro del Exodo 14,15-15,1

Yahvé dijo a Moisés: “¿Por qué clamas a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha.
Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas pasen por medio del mar, en seco.
Yo haré que los egipcios se obstinen  y entren detrás de vosotros y mostraré mi gloria sobre el faraón y todo su ejército, sus carros y sus jinetes.
Y los egipcios sabrán que yo soy Yahvé, cuando muestre mi gloria sobre el faraón, sus carros y sus jinetes.”
El ángel de Dios, que iba delante del ejército de Israel, se desplazó y pasó a su retaguardia. La columna de nube, que iba delante de ellos, se desplazó y se  colocó detrás,
metiéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa y transcurrió la noche sin que pudieran acercarse unos a otros en toda la noche.
Moisés extendió su mano sobre el mar, y Yahvé hizo retroceder el mar mediante un fuerte viento del este que sopló toda la noche; el mar se secó y las aguas se dividieron.
Los israelitas entraron en medio del mar, en seco, y las aguas formaban muralla a derecha e izquierda.
Los egipcios los persiguieron y entraron tras ellos, en medio del mar, con todos los caballos del faraón, sus carros y sus jinetes.
A la vigilia matutina, Yahvé miró desde la columna de fuego y humo hacia el ejército de los egipcios, y sembró la confusión en el ejército egipcio.
Enredó las ruedas de sus carros, que a duras penas podían avanzar. Entonces los egipcios dijeron: “Huyamos ante Israel, porque Yahvé pelea por ellos contra Egipto.”
Yahvé dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar, y las aguas retornarán sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.”
Moisés extendió su mano sobre el mar y, al rayar el alba, el mar volvió a su lugar habitual, de modo que los egipcios, en su huida, toparon con él. Así precipitó Yahvé a los egipcios en medio del mar.
Las aguas retornaron y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del faraón, que había entrado en el mar para perseguirlos; no escapó ni uno siquiera.
Mas los israelitas pasaron en seco, por medio del mar, mientras las aguas formaban muralla a derecha e izquierda.
Aquel día salvó Yahvé a Israel del poder de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a orillas del mar.
Vio, pues, Israel la mano potente que Yahvé había desplegado contra los egipcios, temió el pueblo a Yahvé, y creyó en Yahvé y en Moisés, su siervo.

Entonces Moises y todos los hijos de Israel entonaron éste cántico al Señor

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