LA CATEQUESIS UN CAMINO PARA LA PAZ: Por P. Leopoldo Sánchez Pérez Arquidiócesis de Morelia

LA CATEQUESIS UN CAMINO PARA LA PAZ: Por P. Leopoldo Sánchez Pérez Arquidiócesis de Morelia

LA CATEQUESIS UN CAMINO PARA LA PAZ

P. Leopoldo Sánchez Pérez

Arquidiócesis de Morelia

La Exhortación Pastoral “Que en Cristo Nuestra paz México tenga Vida Digna” elaborada por el Episcopado Mexicano, es un acercamiento desde la fe a la violencia e inseguridad que están fuertemente presentes en nuestra sociedad. Esta exhortación quiere ser una propuesta operativa para desterrar de entre nosotros tan pesado flagelo. En este compromiso estamos involucrados todos.

La catequesis como servicio profético de nuestra Iglesia no está ajena a esta realidad. Por eso ella tiene un aporte que ofrecer, y los Obispos han descrito clara y concretamente en qué consiste el compromiso por la paz de parte de todos nosotros los catequistas (Cf. num. 191):

Nuestra labor catequística está llamada a formar mujeres y hombres nuevos en Cristo a partir de la transmisión de la fe. Para lograrlo nuestros Obispos nos ofrecen siete propuestas para que las asumamos como compromisos:

Primer compromiso: Desarrollar en las comunidades un verdadero y eficaz proceso de iniciación cristiana. El punto de partida tiene que ser el kerigma que con la guía de la Palabra de Dios, lleve a un encuentro personal con Jesucristo que logre convertir nuestros corazones. Le sigue el discipulado, vivido en Iglesia, que lleve a una madurez de la fe en la práctica de los sacramentos, en la vivencia de la caridad y en un valiente compromiso misionero.

Segundo compromiso: Implementar un proceso catequético permanente, orgánico y progresivo. Es decir, para lograr una sociedad que viva segura y en paz no es suficiente una catequesis sólo eventual, incompleta y reducida a la niñez. Se requiere una catequesis que abarque todo el arco de la vida, en las distintas etapas y situaciones. Una educación en la fe integral, que no se reduzca sólo a lo doctrinal sin una visión y compromiso con la realidad social. Esto implica pasar de una catequesis como “adoctrinamiento” a una “verdadera escuela de formación cristiana integral”. Significa hacer de cada centro de catequesis una verdadera escuela de hombres y mujeres comprometidos con la paz y el bien común.

Tercer compromiso: Acompañar a los discípulos de Cristo en su perseverancia. Para esto mantener vivo el encuentro con Jesucristo a través de: la lectura y meditación de la Palabra; la oración; en la activa y fructuosa participación en la liturgia; en la vivencia comunitaria y en el compromiso apostólico, con particular atención a los que más sufren y a los pobres.

Cuarto compromiso: Aprovechar la riqueza de la Doctrina Social de la Iglesia. Los catequistas en este aspecto tenemos el gran reto de educar a nuestras comunidades, y a cada individuo, en las virtudes sociales y políticas, con las que como discípulos de Jesucristo nos insertamos en la vida social. Por lo tanto contenidos imprescindibles de nuestra catequesis son los valores evangélicos de la libertad, el amor, la justicia y la verdad, que son valores fundamentales de la convivencia humana. Para lograr esta meta contamos con la Doctrina Social de la Iglesia, como un verdadero instrumento de evangelización. Un recurso muy útil para nuestras sesiones de catequesis será el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, del año 2004 y elaborado por el Pontificio Consejo “Justicia y Paz”.

Quinto compromiso: Educar para el compromiso como ciudadanos. La catequesis está al servicio de la finalidad de la obra de Cristo que es la transformación del mundo. Para esto tiene que educar al pueblo de Dios para que viva la caridad en la verdad, contribuyendo al verdadero progreso del mundo. Este progreso o desarrollo tiene que ser integral y estar animado por un humanismo nuevo y solidario para que pueda dar como resultado la verdadera paz.

Sexto compromiso: Dar acompañamiento de la vida interior. Este aspecto es un tema que nos urge profundizar. Hemos creado, en el pensamiento y en la acción, una distancia abismal entre la vida espiritual y la Catequesis, limitando ésta solamente al aspecto doctrinal y viendo como elemento extraño e incompatible con ella la espiritualidad. Está muy lejos de la realidad este hecho. Hoy más que nunca hay que hacer de nuestros centros de catequesis, centros donde se irradie la espiritualidad cristiana, pues sólo quien hace el camino hacia lo profundo de su corazón podrá encontrar la fuente de la paz interior, presupuesto para la paz social. En esto, la Catequesis tiene una secular riqueza que aportar.

Séptimo compromiso: Fomentar el amor a la verdad. El catequista como tal es testigo y pregonero de la verdad: verdad proclamada, celebrada y proyectada en una vivencia de amor comprometido con el hermano, sobre todo con el más pobre y abatido. La paz es fruto de la verdad. En cambio la mentira engendra corrupción y la corrupción violencia y muerte.

En la medida en que nuestro ministerio catequístico esté seriamente comprometido con la paz de nuestro pueblo, nuestro servicio estará cumpliendo plenamente la misión a él encomendado: sembrar la buena noticia del Reino de Dio

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