La necesidad de silenciar el corazón para escuchar la voz de Dios: El modelo de la oración de Jesús.

La necesidad de silenciar el corazón para escuchar la voz de Dios: El modelo de la oración de Jesús.

El hombre actual vive una vida llena de ruido y movimiento, el ruido no deja escuchar los sonidos finos, pequeñas notas que serían un elogio para el oído, el ruido se encarga de interferir y distraer para que no sean audibles, del mismo modo el ruido de la vida se encarga de ensordecer el corazón que quiere escuchar la voz de su creador, por su misma naturaleza (imagen y semejanza de Dios) el hombre busca esa comunicación, el corazón quiere escuchar la voz de su creador y el ruido en el corazón no la escucha.

Podemos ir a una librería católica y buscar libros para enseñarse a poner en silencio el corazón, sin ruido para empezar ese diálogo con Dios, quizá le muestren 5, 7, 10 libritos y sin embargo, oh sorpresa no se logra poner en paz y sin ruido el corazón y se siguen oyendo voces por todos lados que distraen y no dejan escuchar la voz de Dios.

Hay un modelo de oración (a eso le llamamos dialogar con Dios, escuchar la voz de Dios), como ese modelo logra eliminar el ruido del corazón y tener la sintonía perfecta con Dios.

El modelo de la oración de Jesús

INTRODUCCIÓN

Los evangelios recogen diecisiete de las oraciones de Jesús. Están entrelazadas con su ministerio público, desde el día de su bautismo hasta el momento en que murió.

“Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron a buscarlos…” (Marcos 1, 35-36)

Los discípulos describen el Jesús orante como ¡una persona que disfruta orando!. La vida de Jesús parecía fluir de la oración.

Añadió una serie de imágenes luminosas:

* Dios desea oírnos y nos responderá con agrado. No es como un vecino adormilado al que intentamos sacar de la cama a medianoche.

* Dios es auténtico. Está aquí. No es un bromista que nos invita a que le pidamos todo lo que queremos para no dárnoslo. Ni nos manda buscar algo que nunca encontraremos. Ni nos animas a llamar a una puerta que nunca podrá abrirse. Es como un Padre que goza dando cosas buenas a sus hijos. Su mejor regalo es el Espíritu Santo. Basta con que se lo pidamos.

¿CUÁNDO ORABA JESÚS?

1. Lo encontramos rezando en cada momento importante de su ministerio.
2. Después de su bautismo, mientras oraba, el Espíritu se posó sobre él en forma de paloma y la voz de Dios Padre proclamó que Jesús era su “Hijo amado”.

3. Oró antes de elegir a los doce discípulos.

4. Después de que Pedro le reconociera como el Mesías y cuando la opinión de los que le rodeaban pretendía que se proclamase Rey de los judíos.

5. La noche de su arresto, rezó por sus discípulos y por los que habrían de creer en él y todos los tiempos.

En la persona de Jesús vemos que la oración es una fuente de vida. La oración le era indispensable si quería que el Espíritu de Dios actuase en él y si quería cumplir su misión hasta dar la vida por los pecados del mundo.

¿CÓMO ORABA JESÚS?

Algunos detalles de la vida de Jesús, nos dan sugerencias valiosas sobre el modo de hacerlo.

1. Jesús se apartaba: Cuando Jesús quería orar, se apartaba -aunque fuese sólo un poco- de sus ocupaciones diarias. En una cultura que había hecho la oración un espectáculo -con jefes religiosos que oraban como buscando batir marcas-, Jesús se escondía. Metido en una actividad sin descanso, rodeado por gente que esperaba de él prodigios, dedicaba con frecuencia y asiduidad tiempo para orar. En la oración cargaba su batería espiritual y volvía a su tarea con el espíritu renovado y su cuerpo lleno de vigor.

2. Jesús vivía las propias emociones: En vez de quedarse en suspiros o llantos al sentirse turbado, orientaba sus sentimientos hacia la oración. En vez de permitir que la angustia o la frustración le encerrasen en una cárcel de depresión, Jesús hacía presente la agonía de su espíritu a su Padre del cielo.
Es una lección para nosotros: tenemos que desahogarnos con Dios. Decirle como nos sentimos y hasta (¿por qué no?) expresarle nuestra ira y nuestro desafío.

3. Jesús estaba abierto al Padre: a lo que el Padre le dijera. Casi al final del primer capítulo del evangelio de san Marcos, leemos que Jesús cambia de decisión después de un momento de oración: “Él les respondió: Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido” (Mc. 1,38).
Para Jesús, orar no fue nunca un modo de pedir al Padre que rectificase todas sus decisiones. Más bien era un constante gesto de hacer que su vida se ajustase a la mente, la voluntad y el designio de Dios.

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