Salmo 30, 1-13

Salmo 30, 1-13

[Salmo. Cántico para la dedicación de la Casa. De David.]
Te ensalzo, Yahvé, porque me has levantado, no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Yahvé, Dios mío, te pedí auxilio y me curaste.
Tú, Yahvé, sacaste mi vida del Seol, me reanimaste cuando bajaba a la fosa.
Cantad para Yahvé los que lo amáis, recordad su santidad con alabanzas.
Un instante dura su ira, su favor toda una vida; por la tarde visita de lágrimas, por la mañana gritos de júbilo.
Al sentirme seguro me decía: “Jamás vacilaré”.
Tu favor, Yahvé, me afianzaba más firme que sólidas montañas; pero luego escondías tu rostro y quedaba todo conturbado.
A ti alzo mi voz, Yahvé, a mi Dios piedad imploro:
¿Qué ganas con mi sangre, con que baje a la fosa? ¿Puede el polvo alabarte, anunciar tu verdad?
¡Escucha, Yahvé, ten piedad de mí! ¡Sé tú, Yahvé, mi auxilio!
Has cambiado en danza mi lamento: me has quitado el sayal, me has vestido de fiesta.
Por eso mi corazón te cantará sin parar; Yahvé, Dios mío, te alabaré por siempre.

Acerca del autor

Temas relacionados

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.