Tercera tentación del predicador: El mensaje es para los otros y los oyentes.

Tercera tentación del predicador: El mensaje es para los otros y los oyentes.

LA PALABRA PARA LOS OTROS, LOS OYENTES Y ¿YO?

Una tercera tentación frecuente para el predicador es en ver la  Palabra de Dios como algo solamente para ser predicada Tiene que impactar a quienes  les va predicar, por lo tanto se dedica ver la manera de como va a sacudir a los oyentes.

La presión de producir predicaciones y sermones, combinada con el hecho de que los sermones deben predicarse de la Biblia, pueden hacer que una simple lectura devocional de la Palabra sea imposible de lograr ya que ve que no va a tener el mismo efecto olvidando que la palabra es viva y eficaz para ellos y para él ( Heb 4, 12)

Cada vez va perdiendo valor la palabra de Dios para la vida del predicador que llega a ser de  la biblia una teoría, discernir ciertas verdades de un pasaje pasan a ser  un plano que sólo a los oyentes les debe de decir, el predicador se excluye del mensaje quedando sólo como un discurso político y nada más,  en la mayoría de los casos paso por alto la relevancia que puede tener para la propia vida. Esto es fatal. Pablo, el apóstol, hizo alusión a su propia lucha con este problema cuando expresó la preocupación de que “no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado”. (I Cor. 9:27).

La predicación  tiene  su respaldo en aquella  fuerza de la palabra que penetra hasta lo más profundo del ser, la sensibilidad del alma que se produce en hombre y la mujer que es tocado por el Espíritu Santo, también toca el alma del predicador que hace una predicación si preparada,  pero vivencial,  ha luchado personalmente con aquello que proclaman públicamente, vive con aquello que predica y sabe los grandes errores que hay porque el vivió en ese error y ahora esta en conversón. El predicador suele caer con tanta facilidad en esta tentación, que debe disciplinarme para estudiar pasajes en forma devocional antes de formar sermones de ellos. Y debe hacer esto con mucha anticipación para meditar la palabra de Dios y lo que Dios quiere en su vida. La predicación propiamente dicha y vivida será como lo cita el libro de Isaías 54, 10-11.

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