Sacramentos: Los tres rituales de la iniciación cristiana: JURÍDICO PASTORAL

Sacramentos: Los tres rituales de la iniciación cristiana: JURÍDICO PASTORAL

El bautismo

El Ritual de la iniciación cristiana de adultos (RICA)

Está destinado a los adultos en el sentido más amplio de la palabra. El RICA describe a los destinatarios como aquellos que “al oír el anuncio del misterio de Cristo, y bajo la acción del Espíritu Santo en sus corazones, consciente y libre­mente buscan al Dios vivo y emprenden el camino de la fe y de la conversión” (RICA n. 1).

El RICA contempla la iniciación cristiana como una gran acción eclesial, en la cual los catecúmenos -que, en principio, aparecen como un grupo- nunca quedan aislados, sino en conexión con la comunidad de los fieles, que juntamente con ellos contemplan la fuerza del misterio pascual y renuevan la propia conversión

Esta acción eclesial se hace según un itinerario de grados o etapas, “mediante los cuales el catecúmeno ha de avanzar atravesando puertas, por así decirlo, su­biendo escalones”.

Los grados indicados por el RICA son tres, marcados con tres ritos litúrgicos, y sitúan al adulto en un peculiar ámbito eclesial. El primero es la entrada al cate­cumenado. El adulto pasa de una situación de “simpatizante” a la situación ecle­sial de “catecúmeno”. El segundo grado, marcado por el rito de elección, hace del catecúmeno un “elegido” o “competente”, y da paso al tiempo de la purificación e iluminación, coincidente con la cuaresma preparatoria del bautismo. El tercer grado, finalmente, consiste en la celebración misma de los sacramentos, por los cuales el elegido es constituido “fiel” en el sentido propio de la palabra.

La descripción completa del itinerario del adulto se encuentra en el cap. I del RICA: “Ritual del catecumenado distribuido en sus grados o etapas”. El conte­nido y significación de cada una de las etapas del itinerario de los adultos es des­crito en el RICA de la forma siguiente:

1ª etapa: Evangelización y pre-catecumenado:

Es el tiempo del contacto entre la predicación del evangelio y el corazón de los hombres, concretado en aquellas personas en las que, con el auxilio de Dios, ha brotado la fe y la conversión inicial. En la recepción de los “simpatizantes” lo que importa es la manifestación del rostro maternal de la Iglesia expresado en la acogida de la comunidad de los fieles.

2ª etapa: El catecumenado

a) El rito de entrada: Consiste fundamentalmente en la admisión de los candi­datos, la liturgia de la Palabra, y la despedida de los catecúmenos. La admisión de los candidatos empieza con un diálogo personal con cada uno de ellos, significa­tivo de la decisión de éste de entrar en el “camino de la fe”, y de la acogida que merece su decisión por parte de la Iglesia. Sigue a continuación el rito de la sig­nación en la frente y en los sentidos por parte del celebrante y de los padrinos, como primer signo de la acción de Cristo sobre el catecúmeno. La admisión ter­mina con la entrada en la iglesia, como expresión de la acogida de los catecúme­nos en la “mesa de la Palabra de Dios”. En el ritual de niños, la formulación quizá es más expresiva: “ahora podéis ocupar vuestro lugar en la reunión de los cristia­nos”.

b) El tiempo del catecumenado y sus ritos: El catecumenado se define como un tiempo de aprendizaje global de la vida cristiana. este aprendizaje es descrito por el RICA en cuatro áreas: La catequesis apropiada, eclesial, graduada, integrada, directamente vinculada al año litúrgica y a las celebraciones de la Palabra; la ex­periencia de vida en cristiano, como vida en comunidad, vida de oración, testi­monial y esperanza, es decir propiamente el proceso de conversión; la participa­ción en la liturgia de la Iglesia y la colaboración en la evangelización y en el tes­timonio de la fe, como consecuencia del carácter apostólico de la vida de la Iglesia.

3ª etapa: la elección

La admisión de los candidatos, hecha por la Iglesia, se funda en la elección de Dios, en cuyo nombre actúa en la Iglesia. Se le llama también “inscripción de los nombres” porque los candidatos, en prenda de fidelidad, escribe su nombre en el libro de los elegidos”.

4ª etapa: La entrada en los misterios

El bautismo, la confirmación y la eucaristía son el último grado o etapa en el que los elegidos, perdonados sus pecados, realizan su primera participación sa­cramental en la muerte y resurrección de Cristo.

El desarrollo de la celebración de estos sacramentos adquiere en los adultos, y en concreto durante la vigilia pascual, su máximo grado de significación.

El ritmo normal de la celebración de los sacramentos implica que el adulto re­ciba la confirmación inmediata después del bautismo y de los ritos complemen­tarios. Otro elemento específico de los neófitos, en la eucaristía de la noche pas­cual, es su participación en las ofrendas, y, sobre todo. la comunión bajo las dos especies juntamente con los padrinos, parientes y catequistas. El RICA subraya el aspecto escatológico de esta primera participación eucarística, propio de a euca­ristía en sí misma: “los neófitos, al comulgar el cuerpo entregado por nosotros y la sangre derramada también por nosotros, ratifican los dones recibidos y pregus­tan los eternos “.

La cincuentena pascual aparece como el tiempo privilegiado para la primera experiencia de vida eclesial plena, con la misa dominical como centro y ritmo vital de la comunidad.

En cuanto a los niños bautizados en la edad catequética, habrá que adaptarles convenientemente lo que se dice para los adultos.

b) El bautismo de los niños

Junto al ritual de la iniciación cristiana de los adultos la Iglesia de rito la latino tiene actualmente, después de la reforma del Vaticano II, un ritual propio para el bautismo de párvulos destinatarios del bautismo, y no como una adaptación de la iniciación cristiana de los adultos.

El proceso de la celebración se distribuye en cuatro partes: el rito de entrada, la liturgia de la Palabra, la liturgia del bautismo y los ritos conclusivos.

El rito de entrada gira en torno al diálogo entre el ministro y los padres y pa­drinos. incluye la petición del bautismo, la concreción del nombre cristiano y el compromiso explícito, por parte de los padres y padrinos, de velar por la educa­ción cristiana del niño. El rito más destacado de esta primera parte es la signa­ción, hecha por los padres primero, y después por los padres y padrinos, que sig­nifica la acogida de la iglesia hacía el párvulo que los padres presentan.

La segunda parte de la celebración la forma la liturgia de la Palabra. Tiene la finalidad de avivar la fe de los padres, de los padrinos y de todos los presentes, e implorar a Dios el fruto del sacramento mediante la acción común. esta liturgia de la Palabra del bautismo de los niños no puede considerarse como una abrevia­ción del proceso del catecumenado de los adultos, sino más bien en la línea de la liturgia de la Palabra habitual en los sacramentos, como una minicelebración de la vigilia pascual. Las lecturas bíblicas no tiene como destinatarios a los bauti­zandos, sino a la asamblea reunida. Esto es así de tal manera que el ritual del bautismo de niños prevé que los niños pueden ser retirados de la Iglesia durante la liturgia de la Palabra, para ser introducidos luego, oportunamente, durante la invocación de los santos.

La liturgia del bautismo empieza con la solemne oración del ministros que in­voca la bendición de Dios sobre el agua, y hace memoria de designio de la sal­vación a la vez que suplica la fuerza del espíritu santo para el nuevo nacimiento del hombre en la familia divina, por la comunión con el misterio de la muerte y resurrección de Cristo. Después de esta oración, se invita a los padres y padrinos a que renueven su fe bautismal. Sigue la ablución con el agua -por infusión o por inmersión- y la invocación de la Santísima Trinidad. El rito bautismal se competa don la inmediata unción con el santo crisma.

Como elementos complementarios están el revestimiento con la vestidura blanca, la entrega al padre del cirio encendido, el, rito del ephpheta, de carácter Catecumenal como anuncio de la futura catequesis que recibirá el párvulo.

La cuarta parte de la celebración, ritos conclusivos, se hace en torno al altar. se quiere significar el itinerario de la iniciación cristiana, que tiene que proseguir con la confirmación y culminar en la participación eucarística.

Finalmente, con la bendición de las madres , de los padres y de todos los pre­sentes a la celebración, concluye el rito. Aunque de una forma muy simplificada, se puede decir que conserva lo substancial del primer momento de la iniciación cristiana.

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