Actitudes para celebrar la Eucaristía: I parte:DE PIE, SENTADO, ARRODILLADO: Por Gregorio Lutz, Ediciones Dabar

Actitudes para celebrar la Eucaristía: I parte:DE PIE, SENTADO, ARRODILLADO: Por Gregorio Lutz, Ediciones Dabar

¿Por qué permanecemos sentados en la liturgia?

No todos estos significados de es¬tar sentado tienen que ver con la litur-gia. Así, en la liturgia no se puede estar, en primer lugar, en actitud pasiva; no es descanso ni escuela: no es escritorio ni laboratorio. De ahí resulta, precisa¬mente, que permanecer sentado no sea la posición corporal normal de quienes participan en una celebración litúrgica. Pero con esto no se excluye que, en ciertos momentos y dentro de una fina¬lidad determinada, estar sentado sea la posición corporal más indicada.

Los cristianos de la antigüedad nunca se sentaban en las celebracio¬nes litúrgicas. Hasta el principio de la Edad Media no había bancos ni sillas en las iglesias y catedrales. El cristiano participaba en la liturgia de pie: ésta era la actitud exterior e interior del cristiano. En las iglesias de los monas¬terios se introdujeron asientos para los que rezaban cada día durante va¬rias horas la liturgia de las horas. La instalación de bancos en las iglesias no se generalizó antes de la reforma protestante. Mientras que en la Edad Media las lecturas de la Sagrada Escri¬tura eran leídas solamente en latín, en una lengua que el pueblo por lo gene¬ral no entendía, no se sentía en las iglesias la falta de asientos, que favo¬recieran la escucha y la meditación de la palabra proclamada.

En una fase ulterior de evolución, sobre todo en la época del Iluminismo, los asientos en la iglesia fueron vistos, al menos por las autoridades eclesiás-ticas, y no siempre conscientemente, como medio para forzar a los fieles a mantenerse sin movimiento y en or¬den, a fin de favorecer así su concen-tración para la escucha de la palabra de Dios y las enseñanzas del sermón.

Hoy día ya no se pueden observar en los pastores tales intenciones de manipulación y dominación de los fie¬les. Pero sigue siendo válido que la posición corporal de estar sentado favo¬rece el recogimiento, la escucha aco¬gedora de la palabra de Dios y su medi¬tación. Por eso, también hoy nos sen¬tamos en la liturgia, no sólo ni princi¬palmente para descansar, sino para permanecer atentos a la palabra de Dios y para dar, meditándola y con-frontándola con nuestra vida y con la situación de la Iglesia, de la sociedad y del mundo, los primeros pasos en el sentido de responder a ella en la ora-ción y en nuestra vida cotidiana.

También se sienta quien preside

Sentarse tiene todavía otro senti¬do, muy diferente del que hasta ahora hemos considerado. El juez, por ejem¬plo, está sentado cuando oye al acusa¬do para juzgarlo; en las facultades y universidades hablamos de la cátedra (silla) de talo cual profesor; el rey se sienta en su trono. Así, vemos tam¬bién a Dios sentado en un trono y a Jesús sentado a la derecha del Padre. La silla de quien preside la celebración li¬túrgica, más aún, la cátedra del obis¬po, significa que quien se sienta allí es representante de Jesucristo, cabeza de su cuerpo que es la Iglesia, que enseña a su pueblo. lo gobierna y juzga. Pero también es el lugar del padre de fami¬lia, el lugar que Jesús ocupó en la últi¬ma cena, cuando se entregó a la muer¬te para que todos tuviésemos vida.

C. ARRODILLARSE

Observaciones

¿Cuándo nos arrodillamos?

En el Misal Romano encontramos sólo una vez la invitación a arrodillar-se: en la oración universal, durante el silencio prescrito entre las grandes invitaciones a orar y cada una de las ora¬ciones pronunciadas por el que presi¬de la celebración el viernes santo. Pero, incluso en este caso, la invitación para que todos se arrodillen es fa¬cultativa. La misma invitación, “i arro¬dillémonos!”, se hace en las ordena¬ciones de los sacerdotes, antes de la letanía de todos los santos. Tanto en esta ocasión, como en la celebración de la muerte del Señor el viernes san¬to, encontramos un gesto que intensi¬fica, por así decirlo, el gesto de arrodi¬llarse: la postración. El candidato a ser ordenado y el presidente de la celebra¬ción del viernes santo se acuestan en el suelo, de tal manera que casi desa¬parecen de la vista del pueblo.

Además de estos momentos ofi¬ciales, en algunas iglesias la asamblea de los fieles se arrodilla en la misa du¬rante el relato de la institución de la eucaristía o durante una bendición so¬lemne, y no pocas veces también en las celebraciones comunitarias de la penitencia. En la oración particular, la posición de rodillas es más frecuente. Cuando entramos en una iglesia don-de está expuesto el Santísimo Sacra¬mento, raramente vemos a alguien que no esté arrodillado. También en otros momentos, el que ora solo delante del sagrario, de una imagen de Nuestra Señora o de otro santo, sobre todo cuando está abriendo su corazón o de¬sahogándose en su aflicción, normal-mente prefiere ponerse de rodillas.

Evidentemente el gesto de la ge¬nuflexión es también un arrodillarse, aunque sólo de forma momentánea. Si se ha vuelto más raro en la misa para los sacerdotes y los otros ministros, esto no significa que haya perdido su sentido. Por el contrario, hacerlo con menos frecuencia exige hacerlo de ma¬nera más consciente.

Reflexiones

¿Por qué oramos de rodillas?

En general, parece que orar de rodi¬llas es la posición privilegiada de la ora¬ción personal desde los tiempos anti¬guos; sobre todo en la Edad Media se in¬trodujo en la liturgia, especialmente en la eucaristía. la actitud propiamente litúrgica de orar era siempre de pie, pero arrodillarse, en la oración particular, tie¬ne una tradición igualmente larga.

De rodillas reza quien está afligido y es humilde, quien se siente débil o culpable, quien quiere expresar su pe¬queñez delante de Dios, a quien reco-noce como su creador y Señor, a quien adora, pero a quien clama también con confianza, consciente de la propia mi¬seria. Parece que arrodillarse da más fuerza a la oración suplicante.

Vamos a dar la palabra una vez más a Romano Guardini, quien nos ex¬plica el sentido de arrodillarse durante la oración: “El Dios excelso, que existía ayer como existe hoy y existirá duran¬te centenas y millares de años porque es eterno, habita en la casa y en la ciu¬dad, en el vasto mundo y en el espacio estelar inconmensurable. Todo delan¬te de él es como una partícula de pol¬vo. Él es la santidad, la justicia, la infinita majestad. i ÉI es grande!… ¡Y yo soy tan pequeño!… Tan pequeño que jamás podré compararme con él; en su presencia soy nada. Cuando hacemos conciencia viva de esto, espontánea¬mente nos abajamos delante de él” 3.

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL Y EN GRUPO

l. En tu comunidad. ¿En qué momento se ponen de pie, se sientan y se arrodillan?
2. ¿Qué sentido tienen estas posiciones para ti y para los demás miembros de tú comunidad?
3. ¿Debería haber en tu comunidad otras normas para estas posiciones corporales? ¿Cuáles? ¿Por qué?

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