Biblia  católica y biblia protestante  III parte

Biblia católica y biblia protestante III parte

Biblia  católica y biblia protestante  III parte

a necesidad de la interpretación y traducción autorizada

“La coherencia de la Torá consiste en enseñar ella misma que no puede recibirse como palabra de Dios más que en la tradición controlada y autorizada que transmiten los sabios (p. 19).

“Los sabios reunidos en Yabné no hicieron más que confirmar la Torá oral de los fariseos. A más tardar en el año 100 d. C., es evidente que se enseña en Israel que hay una Torá bajo dos formas: la Torá escrita y la Torá oral (p. 29).

“El punto de partida es la recepción: la Torá no es obra de los hombres, sino que Moisés la transmitió después de recibirla de Dios. Es la Torá en toda su amplitud la que aquí se transmite, y es la Torá oral la que evidentemente tiene aquí la prioridad, ya que depende de la legitimidad de la sucesión de los maestros” (p. 29). Jesús siguió la misma línea cuando implementó la regla de la Sucesión Apostólica.

“Según el modelo de la tradición farisea, Torá oral viva, la tradición apostólica no sustituye nunca al maestro que permanece en medio de los suyos y es el único <> del evangelio de Dios. Lo mismo que los maestros fariseos hablan en <> (Mt 23,2), es decir, con su autoridad propia, también los <<AP&OACUTE;STOLES />> hablan en nombre de Cristo Jesús, con su autoridad propia: por medio de su Espíritu es como él sigue garantizando la auténtica fidelidad de la tradición y de la cadena apostólica de los Discípulos dentro de las comunidades reunidas en su nombre y estructuradas en torno a los sucesores auténticos de sus <<AP&OACUTE;STOLES />>” (p. 35).

Analizando al primer historiador cristiano -Eusebio de Cesarea (Hist. Eccl.)- donde él habla de Policarpo, los autores dicen: “Se reconoce ya desde el principio el vocabulario de la tradición: <>, pero lo más significativo es lo que se dice de la enseñanza de Policarpo. Efectivamente, Ireneo indica que Policarpo refería al mismo tiempo los hechos y las obras del Señor transmitidos por los testigos oculares de la vida de Jesús y sus enseñanzas transmitidas de memoria; Policarpo lo recibió todo esto y lo enseñaba en conformidad con las escrituras, que son aquí evidentemente las Escrituras en sentido estricto, la Torá escrita; Ireneo observa que a su vez también él memorizó esa tradición en su corazón y no en un cuaderno, rumiándola sin cesar.

“Ireneo insistirá más tarde en la sucesión legítima de los <>, que son los obispos en cada una de las Iglesias de Dios repartidas por todo el mundo…. A este orden es al que dan su asentimiento muchos pueblos bárbaros que creen en Cristo: Poseen la salvación, escrita por el Espíritu sin papel y sin tinta en sus corazones, y guardan escrupulosamente la antigua tradición, creyendo en un solo Dios,… Los que sin letras han abrazado esta fe son bárbaros en cuanto al lenguaje… Gracias a la antigua tradición de los apóstoles, rechazan hasta el pensamiento de cualquier invención mentirosa de los herejes (Ireneo Adv. haer., III, 4,1-2)” (pp. 45-46).

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[1] Deutero quiere decir “segundo” y no “falso”. “Deuterocanónico” es el segundo cánon: los libros aceptados después de otros. El NT también tienen libros “deuterocanónicos” , o sea que, fueron aceptados por los católicos, por ejemplo 1 y 2 Pedro, Hebreos. Estos no fueron universalmente reconocidos al principio.

[2] Nuevos hallazgos arqueológicos, incluso los rollos del Mar Muerto, Qumrán, indican que había otras listas de libros aceptados como inspirados además de éstos. Los judíos no definieron explícitamente el canon hasta el segundo siglo después de Cristo. Ver “Apocrypha” por Robert Dentan The Oxford Companion to the Bible, New York: Oxford Univ Press, 1993, p. 37.

[3]Archaeology and the Bible, Edwin Yamauchi. The Oxford Companion to the Bible, p. 53. También Hall y LLoyd, p. 153.

[4] Ver los argumentos del Rabí Aquiba en la Misna “Yadaím”.

[5] Martín Lutero argumentó que el historiador Josefo no reconoció los siete libros, pero no es cierto. Sí reconoció el libro de Judit, algo que los hermanos no siempre mencionan en sus argumentos en contra de los siete libros. Además, Josefo no era cristiano para basarse en él como norma.

[6] Otro libro, cuyo autor es anónimo, cita el año 1547 como la fecha en que la Iglesia añadió los siete libros. Un católico Investiga el Evangelio y Halla la Verdad de la Vida, (p. 8) Pero de igual manera es después de Lutero.

Este mismo libro se contradice al decir que la Iglesia no tenía los siete libros en su Biblia hasta el siglo XVI, y a la vez dice que los siete libros estaban incluidos en la Biblia Vulgata de San Jerónimo (del Siglo IV). Por ser en latín, (idioma de la Iglesia), en el occidente se usó esta Biblia hasta el siglo actual.

[7] Canonicidad por James Turro y Raymond Brown en Comentario Bíblico San Jerónimo, Ediciones Cristiandad, 1972, 1990, p. 70.

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