Curso de teología moral fundamental: parte VIII: La vida cristiana y el fundamento trinitario.

Curso de teología moral fundamental: parte VIII: La vida cristiana y el fundamento trinitario.

¿Cuál es la relación entre la experiencia ética humana y la vida  en Cristo?

Sobre el cristocentrismo dice Biffi: “Podemos decir que retenemos propiamente cristocéntrica aquella visión de la realidad que hace de la humanidad del Hijo de Dios Encarnado, el principio ontológico subalterno de la entera creación en toda sus niveles de sus dimensiones”.

Dice que “el hombre es creado por Dios en Cristo”. Creado en Cristo, no sólo en referencia al Verbo, sino al Verbo encarnado. Cristo en su humanidad es el Modelo, el principio formal de toda la creación. Nosotros hemos sido creados en Cristo.          El Padre pensando en su Hijo, también ha pensado en nosotros.

Cuando el Padre pensó en ¿¿¿crear??? eternamente al ¿¿¿Hijo???, brilló en su mente la idea del hombre, pero en el Hijo encarnado.

Con ésto vemos que Cristo tiene un primado en toda la creación, que ha sido querida en vista de él (cfr. Col 1, 15-20: “El es Imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia. El es también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia: El es el Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en todo, pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la Plenitud, y reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos”). Se habla de Cristo, y no sólo del Verbo eterno, él es principio de toda la creación (Ef 1, 3-11: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado. En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia que ha prodigado sobre nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra. A él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad”).

San Ireneo dice: “Cristo es imagen perfecta increada del Padre, mientras el hombre es creado a imagen de Dios”. El hombre ha sido creado para reflejar la imagen de Dios, por ello se encuentra en una doble gratuidad:

– La gratitud de la creación, del amor de Dios. Es el acto creador de Dios a través del cual Dios llama al hombre a la existencia.

Por ejemplo el día de nuestro cumpleaños debemos pensar más, por el hecho de que si existimos pudimos no haberlo existido, mas sin embargo Dios nos ha llamado a la existencia. Es la gratuitad, un amor, y que nos crea.

– La gratitud de la gracia, por la cual hemos sido llamados a participar a la vida divina. Hemos sido llamados a ser en hijos en el Hijo; en Cristo hemos sido predestinados, a no vivir como creatura sino como Hijos de Dios.

Entre estos dos gestos de gratitud existe una diversidad esencial. Porque en el primer gesto, permanece la infinita distancia entre la creatura y el creador. En el segundo gesto el hombre es llamado a participar en la misma vida divina.

Pío XII, en Humanis Generis, afirma el carácter sobrenatural de esta gracia, que no es absolutamente exigida en ningún modo por acto creativo; es una gracia sobrentural ulterior, sin presupuestos en el acto creativo.

No se habría dado contradicción si no se hubiera dado la segunda gracia. El hombre, en el orden concreto de la salvación, ha sido creado para esta gracia, la vida divina.

En este sentido va superada la teología del doble fin o teología de la naturaleza pura: con sus hipótesis de que Dios crea sin llamarnos a la gracia divina. En esta impostación el hombre es creado ya completo; el que el orden de la gracia se sobrepone extrínsecamente al natural, como si pudiera no ser.

En realidad se debe considerar el único orden del hecho existente: el hombre desde siempre es llamado y orientado a Cristo. Es esta la perspectiva de la GS 22, RH 8 y VS 53: “En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado”.

En otras palabras, desde el punto de vista histórico completo, existe un único proyecto de Dios para hombre, y Este lo llama a participar a la vida divina. El momento de la creación es una primera fase hipotéticamente autónoma, pero de hecho siempre es proyectada al cumplimiento en Cristo.

b) Consecuencias para la moral, entre la relación razón y fe.

¿Cuál es la relación entre la ética de la razón y la ética de la fe?.

La ética de la fe constituye la verdad plena de la moral humana hacia la cual es orientada la ética de la razón. La ética de la razón acoge algunos elementos de esta verdad plena.

Habíamos visto que el deseo de felicidad que anima al corazón del hombre y lo abre al infinito sin poder saciarse de ningún bien finito, es colmado sólo de la respuesta gratuita y sobrenatural que Dios hace al hombre, para poder conocer a Dios, entrar en su comunión.

Mons. Caffarra en su libro “Vivientes en Cristo’“, habla con otro lenguaje, dando el ejemplo del fundamento del valor moral:

¿Cuáles son los carácteres del valor moral, bien moral que la ética de la razón acoge? El bien moral nos interpela en una manera singular y lleva a 4 argumentaciones:

1. La persona se siente responsable de este bien moral.

2. Cuando se transgrede el bien moral, una voz misteriosa llamada conciencia resuena como una condena sin posibilidad de excusas, condena a la persona no por un aspecto particular, sino a la persona como tal.

3. La necesidad del bien moral, pedido a cada persona. En nivel moral uno no puede decir: “me intereso por la justicia pero no de la fidelidad y realidad con los amigos”. Todo el conjunto de valores es indispensable para la persona.

4. El valor moral se manifiesta como el más grande de todos los bienes, que puede exigir el sacrificio de todos los otros bienes, sobre todo el sacrificio de la vida. El bien moral es presentado como un valor incondicionado, tiene una necesidad (moral) de ser realizado.

Se distingue la necesidad física, lógica y moral:

Física:

Lógica: la que a través de determinadas premisas deriva determinadas consecuencias.

Moral: es la necesidad con la cual la libertad se siente ligada al valor moral, es la necesidad que vincula la libertad a responder el bien moral.

¿Por qué la necesidad del bien moral? La respuesta racional es: porque el bien moral interpela la persona como tal, significado de su existencia, radical. Pero no basta esta respuesta; la persona es “así tan frágil que basta un granito de polvo para destruirla” (Blaise Pascal).

Ante esta esta experiencia moral, la fe ilumina la razón. La persona es hecha a imagen y semejanza de Dios, es creada en Cristo, es llamada a participar a la vida divina. La fe dice que lo absoluto del valor moral es tal, porque el valor moral es el eco al interno del hombre, voz con la caul Dios quiere afirmar la persona.

En síntesis, la ética de la fe es la fuente última que explica la ética de la razón, es decir acoge los valores de la persona, pero estos valores en su absolutización es acogido en el horizonte de la fe, que da el sentido pleno de la moral.

El orden moral es la realización del ser personal, y esto vine afirmado y confirmado por Cristo.

1) Consecuencias:

1.Polarización cristológica de la moral,

Cristo se convierte en el centro hacia el cual convergen todos los actos humanos. Todos los actos de honestidad, de verdad, de justicia, están llamados a ser actos de amor en Cristo, y no sólo actos humanos; están llamados a ser respuesta al amor de Cristo

Veritatis Splendor dice: “Es El principio en el cual toda la moralidad humana encuentra su cumplimiento y se abre a la prospectiva superior del amor. Toda la ley es vista en función del Amor. Todo acto humano es una elección para Cristo o contra Cristo, es una acto en el cual Dios predestina al hombre a la vida divina”. Esta es la polarización cristológica de la moral.

2. El ser en Cristo exige la realización de todo el orden moral humano.

La gracia supone la naturaleza y supone la realización de todas las exigencias de la naturaleza. ¿¿¿(Trento afirma, en el decreto sobre la justificación y del lenguaje de la época, sea condenado, pues para la el cristiano no es necesaria la observancia de los mandamientos. Para el cristiano que vive en gracia no pierde sus exigencias y la ley natural vale para el cristiano, el ser en Cristo no cancela sino exige la realización de todo el orden moral).???

La frase de San Agustín: “ama y haz lo que quieras”, se interpreta en el sentido de que se ame tu voluntad orientada a hacer todo aquello que quiere el amado, porque mi voluntad asume toda la voluntad del amado; y por tanto se es libre en el realizar la voluntad del amado, que inicia en el orden de la creación y se cumple en Cristo, esa voluntad que al inicio es ley y después se convierte en amor. La caridad es la ley en su plenitud (cfr. Rm 13,10); “¿Por la fe privamos a la ley de su valor? ¡De ningún modo! Más bien, la consolidamos!” (Rm 3,31).

En esta relación la caridad asume profundamente la moral, la caual se orienta a la caridad, donde encuentra su plenitud. La ley natural es un ingrediente en la ley en Cristo.

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