Curso circulos bíblicos VI capítulo: Lecturas 29, 30, 31 y 32: Por Carlos Mesters.

Curso circulos bíblicos VI capítulo: Lecturas 29, 30, 31 y 32: Por Carlos Mesters.

En este capítulo VI, El Padre Carlos Mesters profundiza en 4 lecturas ricas para la práctica del evangelio y con ejemplos de vida diaria, la forma de ir relacionando las lecturas con los acontecimientos diarios para dar claridad a la idea de la sagrada escritura, pues a fin de cuentas es donde se manifiesta Jesús.

28 Jesús y los que viven en la soledad

A LECTURA DEL TEXTO DE LA VIDA

Un hecho de la vida de hoy

Frente a la catedral, después de una misa concurrida, junto a la pared del templo se hallaba sentada una viejecita pidiendo limosna. No miraba para arriba. Sólo miraba las piernas de las personas que pasaban y mantenía estirada la mano, en la que de vez en cuando caía una moneda; ella repetía: Dios se lo pague y le dé el cielo. Cierta vez un joven se detuvo y se sentó al lado de la vieja. No le dio limosna, sino que comenzó a conversar con ella: ¿Cómo le va señora? ¿recibe para poder vivir? Admirada la mujer, levantó la cabeza, miró al joven y dijo: ¡Ehhh! ¡alguien se preocupa de este pedazo de vieja, yo pensé que estaba sola aquí!
Otro caso: Doña Alicia muy preocupada decía: Eduardo vive pendiente de la TV. Nunca piensa por sí mismo. Siempre tiene que estar viendo y oyendo cosas. Tengo miedo de que nunca vaya a ser él mismo, de que nunca se encuentre consigo mismo y que vaya a tener que vivir en una gran soledad.

Un hecho de la vida del tiempo de Jesús Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: Si quieres, puede limpiarme (Mc 1,40). Probablemente quería facilitarle la acción al Señor: un leproso no podía entrar en contacto con los otros: los demás no podían tocarlo, estaba prohibido por la ley. En caso de que Jesús tuviera escrúpulo de tocar aquel hombre, bastaría que El lo quisiese. El leproso se contentaría con eso. Tenía fe en que Jesús lo pudiera curar sin tocarlo. Un leproso tenía que vivir al margen de la sociedad. Era gente enferma de cuerpo, ¿era esta enfermedad peor que la de su alma? No. Los leprosos vivían en una terrible soledad. Marginados de todos. Jesús, antes de decir: Sí, quiero, queda limpio, colocó su brazo sobre el leproso (Mc 1,41). Jesús demostró no tener escrúpulos. Antes de curar una enfermedad del cuerpo, curó la enfermedad del alma, su soledad. Por un gesto de amistad, expresado con el brazo, reintegró a aquel hombre a la convivencia humana. Profundicemos en este hecho de vida para ver si existe también en nuestra vida

Animador:

Hoy en día, la soledad en que muchos viven, se torna en problema grave, especialmente en las grandes ciudades donde viven millares de personas. ¿Cuál es la causa de que la persona se sienta sola?
– ¿Conoces a personas que viviendo en medio de muchos vivan en el anonimato? ¿Tienen estas personas con quién hablar? Cuenta…
– ¿Te has sentido solo alguna vez? ¿Cuándo?
– Puede darse el caso de que una persona esté completamente sola, por ejemplo en el campo, contemplando la naturaleza y trabajando en la finca y no se sienta sola. ¿Cómo se explica eso?
– En las grandes ciudades en las que viven tantos hombres, hay muchos atormentados por la soledad. ¿Cuál sería la causa de ello? ¿Tienes experiencias de esto?
– Hoy se oye hablar mucho del suicidio ¿cuál es la causa?

B. LECTURA DEL TEXTO DE LA BIBLIA

Oigamos lo que Jesús dijo e hizo frente al problema de la soledad
Animador:
No toda soledad es mala. La soledad le hace mayor mella, a quien nunca supo estar solo consigo mismo. Ese no sabe encontrarse con los otros y sufre terriblemente. Veamos más detenidamente la actitud de Jesús frente a la soledad.
Lectura de diversos textos de la Biblia:
a) Jesús busca la soledad: Mc 1,35; Mt 14,13
b) Jesús sufre la soledad: Mc 14,34-37;15,33,34.
c) Jesús curó la soledad: Mt 11,28-29; Gál 2,20.
Descubramos el mensaje que la Biblia trae para nosotros hoy
Animador:
No toda soledad es igual: Jesús buscaba la soledad, sufría la soledad y curaba la soledad. Hoy en día mucha gente busca una especie de soledad que le de paz, pero también encuentra otra soledad que le da sufrimiento.
– Hay momentos en la vida en los que la gente quiere estar sola. Jesús quiso estar a solas cuando supo que Juan Bautista había muerto. Quiso quedarse solo para orar. ¿Has sentido en tu vida alguna vez esta necesidad?
– ¿Por qué es tan importante esa soledad que buscaba Jesús y que nosotros procuramos en la vida de vez en cuando?
– Hay momentos en la vida en los que la gente sufre terriblemente la soledad. Cuando se tiene alguna pena y no hay quien se interese por su sufrimiento, como Jesús en el huerto de Getsemaní (Mc 14,34-37). ¿Has sufrido alguna vez esa clase de soledad? ¿Cuándo y porqué?
– ¿Cómo hiciste para vencer esa soledad? Cuenta… ¿Cómo hizo Jesús para vencer esa soledad? Lee el texto anterior.
– Para Jesús, la soledad más terrible fue cuando se sintió abandonado por Dios (Mc 15,33-34) ¿Sufriste alguna vez esta soledad? ¿Cómo la enfrentaste?
– Jesús curó la soledad del leproso. ¿Cómo lo hizo?
– La presencia del amigo acaba con la soledad que hace sufrir. ¿Has contribuido a acabar con la soledad de alguien que sufría?
– El problema de Eduardo clavado a la TV., el problema de la viejecita de la catedral y el problema de mucha gente hoy es la soledad. ¿Cómo crees que se podría acabar con ella?
– ¿Dónde crees que la gente toma mejor sus decisiones, en el barullo de una multitud o en el silencio de un cuarto? ¿Por qué?
– ¿Tienes tus momentos de soledad con Dios y te sientes así curado de la soledad que te produce la gente?
– ¿Qué haremos para llevar a la práctica todas las enseñanzas de la Palabra de Dios?

29 Jesús y las buenas gentes que no tienen fe

A LECTURA DEL TEXTO DE LA VIDA

Un hecho de la vida de hoy
Santiago, chofer de taxi, iba diciendo: ¡Yo soy así! anteayer, por ejemplo, yo ya tenía el día hecho, cuando se me presentó un pasajero para el aeropuerto. Me ganaría mis buenos billetes, pero detrás de mí entre los demás taxistas había un compañero que no había tenido muy buena suerte aquel día. Le pregunté: ¡Juan! ¿estás dispuesto a hacer un viaje al aeropuerto? Claro, hombre! ¡no faltaba más, con mucho gusto! Ya voy, pues estoy necesitado. Me ha ido muy mal el día. El pasajero subió al taxi de Juan y así Juan ganó el dinero que le hacía falta. Quedé contento. Yo soy así me gusta ayudar a los otros. Santiago no pensó en Dios ni en Jesucristo. Sólo pensó en Juan que estaba necesitado de dinero para sostener su familia.
Un hecho de la vida del tiempo de Jesús
Los cristianos de Corinto tenían un problema serio: ¿podemos o no podemos comer la carne que fue sacrificada en los templos paganos? Unos decían: ¡no se puede! Otros con más amplitud decían: ¡se puede, no faltaba más si es carne como cualquiera! Estos últimos comían las carnes provenientes de los templos paganos, pero haciéndolo estaban escandalizando a los hermanos de conciencia más estrecha. Por eso San Pablo escribía: Entonces con tu saber habrás hecho que se pierda el débil, hermano tuyo, por quién Cristo murió. Cuando ustedes ofenden a sus hermanos, hiriendo su conciencia todavía débil, contra el mismo Cristo pecan. Por esto, si algún alimento ha de llevar al pecado a mi hermano, mejor no como nunca más carne, para no hacer pecar a mi hermano.(1 Cor 8, 11-13).

Analicemos este hecho de vida para ver si existe también en nuestros días
Animador:

Son dos casos de ayuda al otro: Santiago y Pablo. Santiago ayudó al otro sin pensar en Cristo; Pablo ayuda al otro por amor a Cristo. Hoy hay mucha gente como Santiago, que ayudan a los demás pero sin pensar en Cristo. Veamos esto más detenidamente.
– ¿Conoces personas como Santiago? Personas que no piensan en Cristo, que no tienen fe, pero que hacen un bien tan grande que la gente queda maravillada de tanta bondad. Cuenta…
– Una japonesa preguntó: Mi padre me permitió que yo me hiciera cristiana, pero él no quiso convertirse por respeto a mis abuelos que quedaron allá en el Japón. Era un hombre bueno. Murió budista. ¿Dónde está ahora? ¿Se salvó?¿Qué respuesta darías tú a esta japonesa?
– Una señora dijo: Yo siempre me he esforzado en ser una buena católica. Pero ahora dicen que todos los que sean buenos se salvan aunque sean ateos, igual que los que creen. ¡No faltaba más! ¿Entonces para qué ser una buena católica? ¡Si lo hubiera sabido antes hubiera llevado una vida diferente.! ¿Qué opinas de ese modo de pensar? ¿Opinas igual? ¿Crees que se debe pensar así? ¿Por qué sí, por qué no?

B. LECTURA DEL TEXTO DE LA BIBLIA

Oigamos lo que Jesús dijo al pueblo de su tiempo sobre este problema
Animador:

Hoy se oye mucho:¿qué pasa con las personas buenas que mueren sin tener fe en Cristo? Otros preguntan: Yo encontraré a Juan, a Pedro a Laura, a Cecilia, pero nunca encontré a Cristo por la calle. ¿Qué hay que hacer para encontrarlos?Oigamos lo que Jesús dice al respecto:

Lectura del Evangelio de Jesucristo según San Mateo 25, 34-46. Descubramos el mensaje que las palabras de Jesús tienen para nosotros hoy

– Hay personas que preguntan: ¿Dónde está Cristo? ¿Qué respuesta darías después de escuchar esta lectura? ¿Por qué?
– Después de oír la lectura ¿qué respuesta darías a la japonesa?, ¿por qué?
– Queda la pregunta de aquella señora: Si todos los buenos se salvan aunque no tengan fe en Cristo, ¿qué ventaja tiene en ser una buena cristiana católica? Habla de tu propia vida. ¿Crees por tu experiencia que vale la pena ser cristiano? ¿Cuál es la ventaja de serlo?
– Cristo se coloca a lado de los hambrientos, sedientos, de los que no tienen casa, ni ropa, de los que sufren, de los encarcelados, de los pobres. Es ahí donde puede ser hallado. ¿Dónde lo has buscado tú?
– Santiago se va a extrañar cuando Cristo le diga: Yo no había tenido suerte aquel día y tú me cediste aquel pasajero para el aeropuerto. ¡Puedes entrar en el Reino de mi Padre! Santiago se extrañará al ver que el no había pensado en Cristo, sino en su compañero Juan. Cristo parece que no da mucha importancia a que la gente piense en El, sino que tiene en cuenta que la gente piense en Juan, Alicia, en el pobre, en el hambriento. Es como la madre: ella se contenta y considera como hecho a sí misma cualquier favor que hagan al hijo. Esto hace que el prójimo adquiera un valor muy grande, porque tiene el valor del propio Cristo que murió por El. ¿Actuamos nosotros así?
– Todas las religiones gustan de tener imágenes que son de piedra o madera. Cristo tuvo en cuenta de dejar una imagen suya: El PROJIMO, pues dijo: ¡Era yo! ¿Qué pasaría si tomáramos en serio la imagen de Cristo?
– En el juicio final habrá gente que dirá: Señor, en tu nombre expulsamos demonios. En tu nombre profetizamos. En tú nombre hasta hicimos milagros (Mt 7,23). ¿Estaremos corriendo este riesgo?

30. Jesús y el prójimo

A LECTURA DEL TEXTO DE LA VIDA

Un hecho de la vida de hoy

Carlos encontró un día a una señora completamente abandonada. Se hallaba en una humilde casa, acostada en una pobre cama, enferma desde hacía 30 días, sin ayuda de ninguna clase, en una indigencia y en una inmundicia lamentable. Este buen hombre quiso hacerle de buen samaritano. Llamó a la puerta de quince residencias, pero no encontró quién lo ayudase. Le decían: Joven, siento mucho no poder ayudarle, aquí no atendemos de noche a los pobres, lo siento mucho. Al fin con la ayuda de un sacerdote y de una enfermera, colocó a la pobre mujer en su carro y él mismo la llevó al asilo de las hermanas . La hermana respondió: Antes nosotras podíamos atender estos casos, pero ahora a estas horas ya no puedo hacer nada, además ya no nos ayuda nadie. La hermana se la llevó al hospital y la entró por urgencias. El médico de turno le dijo: Hermana, si yo atiendo este caso, pongo en peligro mi puesto, pero…Pensó unos momentos, movió la cabeza y resueltamente dijo: ¡Éntrela, voy a arriesgarme! El mismo la ayudó a entrar.

Un hecho de vida del tiempo de Jesús

Jesús preguntó al paralítico: ¿quieres ser curado? Señor -respondió el hombre- no tengo a nadie que me lleve a la piscina cuando el agua entra en movimiento. Cuando yo llego allá abajo, ya otro ha entrado antes que yo. El paralítico yacía allí desde hacia 38 años esperando a un amigo que lo ayudase a entrar en la piscina, a fin de ser curado por el movimiento de las aguas. Esperó 38 años y ninguno le ayudó. Jesús le ayudó en aquel momento: ¡Levántate, toma tu camilla y anda! (Jn 5,1-9). Analicemos este hecho de vida para ver si existe también en nuestra vida

Animador:

Hay dos cosas semejantes: La mujer que estaba en una humilde casa y el paralítico que esperaba desde hacía 38 años. Veamos esto más detenidamente:
– Cuenta un caso en tu vida en que hayas querido ayudar a alguien, encontraste muy buena voluntad pero a pesar de todo no pudiste hacer nada. Di lo que impidió prestar ayuda a la otra persona.
– Al oír la historia de la señora enferma y abandonada todo el mundo se llena de indignación: Una cosa así, no debería suceder! y, sin embargo sucede y mucho. A pesar de todo tú no puedes echar la culpa a nadie. Ninguno de los que acudió Carlos tenía una culpa señalada por el código penal. No obstante, hay aquí algo que no va bien. Ahora viene la pregunta: Cómo se explica tal cosa? ¿Será de verdad que ninguno tiene la culpa? ¿Y tú? ¿Y yo? ¿Y nosotros? ¿Será que no tenemos la culpa? ¿Dónde estará el error que produjo aquel caso tan lamentable de la señora?
– Delante de un caso así, ¿qué podría hacer una persona o un grupo concretamente? ¿Hay forma de evitar estos casos en el futuro?

B LECTURA DEL TEXTO DE LA BIBLIA

Oigamos lo que Jesús dice al pueblo de su tiempo sobre este problema
Animador:

Mucha gente tranquiliza su propia conciencia y delante de la miseria del pueblo, encuentra siempre un motivo razonable que los desliga de toda culpa. Los fariseos encontraron un motivo así. Afirmaban que sólo había obligación de amar al prójimo, a los otros no. Su mayor problema era saber quién era el prójimo. Veamos cómo Jesús enfrenta este problema.
Lectura del Evangelio de Jesucristo según San Lucas 10,25-37. Descubramos el mensaje que las palabras de Jesús tienen para nosotros hoy
– ¿A quién de los tres te pareces más? ¿Quién de ellos es tu fotografía?
– Jesús tomó un samaritano como ejemplo de los judíos. Según ellos los samaritanos eran personas de mala reputación. ¿Qué tipo de personas tomaría Jesús hoy para proponerla como ejemplo a los católicos practicantes? ¿Quién sería el buen samaritano hoy?
– Hoy en día hay mucha gente que vive tirada por las calles en las grandes ciudades e incluso fuera de ellas, medio muertas, falta de muchas cosas. Tú pasas, yo paso, todos pasamos y vemos a los pobres, nos fijamos en los enfermos, en los niños abandonados, miramos las casuchas de los marginados, la tristeza, el sufrimiento, la soledad. Todos están esperando un buen samaritano que nunca aparece. Algunos pasan y dicen: mi jornal no da para más. Y continúan el camino. Otros: ¡yo no soy responsable de todo esto! Y siguen su camino. Otros se ponen a criticar de los demás: ¡Ya podía el Gobierno hacer algo por estas gentes!, pero ellos pasan de largo. Otros dicen: ¡Pobrecitos, que cosa más horrible! ¡Si yo supiera cómo, acabaría con la miseria de este mundo. Buena voluntad no me falta! y sigue su camino. Como vemos, todos tienen motivos suficientes para no ayudar. Ninguno piensa que a ellos se les va a pedir cuenta de todo eso. Nuestra sociedad pasa delante de la miseria y se disculpa como hicieron el sacerdote y el funcionario del templo… ¿A qué grupo de personas te pareces más?
– ¿Es acertada la actitud que tomamos frente a la miseria del pueblo?
– ¿Hiciste alguna vez de buen samaritano? ¿Cuándo? ¿Cómo?
– En caso de que hubiera muchos médicos que pusieran en juego su puesto por ayudar a los demás, o muchos Carlos, ¿resolvería eso la miseria del mundo?
– ¿Cómo debería la gente hacer de Buen Samaritano hoy?
– Un doctor de la Ley preguntó ¿Quién es mi prójimo? Pensaba dividir a los hombres en prójimos a los que tengo que ayudar y no prójimos a quien no debo hacer nada. Jesús devuelve la pregunta: no se trata de los demás, se trata de ti que tienes que hacerte prójimo = prójimode los otros?
– ¿Qué deben hacer HOY los cristianos para hacernos prójimos de los otros?

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