¿Por qué no me convierto?, pero sí me rebelo contra Dios.
La palabra de Dios en este tercer domingo de cuaresma trata uno de los asuntos más discutidos en las sagradas escrituras: La rebeldía del pueblo de Israel en el desierto, conocido como: (Meribá (queja) y Masa (tentación); poner a prueba a Dios, saber que tanto se cumple su providencia por el pueblo Éx 17, 3-7. Durante su travesía por el desierto el pueblo de Israel sufrió una gran cantidad de circunstancias que le hicieron rebelarse y murmurar contra Moisés, es lógico entender que aunque vivían oprimidos, en sus hogares tenían un techo más cómodo, un lugar donde sentarse más adecuadamente para comer, alimentos que les gustaban, un lugar donde descansar sus pocas horas, donde tener incluso su relación intima con su mujer, podían reunirse con los parientes etc.; teológicamente el desierto es el lugar de encuentro con Dios, es donde Dios se revela a los hombres donde habla al corazón cfr. Os 2, 16.
Uno de los problemas que vivimos los hombres en la actualidad y que no es ajeno al mismo pueblo de Israel son los apegos materiales y de entorno que tenemos: la seguridad, sus pertenencias, sus derechos, sus necesidades, son aspectos que preocupan a los hombres a diario, es lo que en sí hace que el hombre tenga un desgaste físico y mental constante y cuando no puede controlar esos factores llega a su corazón y mente la desesperación, la incertidumbre lo mata casi, su mente se ocupa pensando: ¿Qué comeré?, ¿qué beberé?, ¿qué vestiré? Cfr. Mt 6, 25. La sed que se tiene en el desierto es espantosa, el cuerpo entero grita: ¡agua!, el sudor corre por la piel y tiende a quedar deshidratada y más cuando no se está acostumbrado o se le da al cuerpo todo lo que pide inmediatamente (eso es ceder ante la carne con facilidad), los grandes místicos dicen que es fácil vencer al mundo ignorándolo y al diablo renunciando a él, pero…la carne, es decir el cuerpo de uno ¿qué?, ese es el que nos va a ofrecer la pelea de nuestra vida, como dominar los instintos biológicos naturales, como frenar al cuerpo que pide lo que le da placer, gozo, felicidad (aunque sea momentánea), nos hemos acostumbrado desde el vientre de la madre a que se nos de todo lo que pedimos.
El pueblo hebreo tiene los problemas actuales, casi apedrean a Moisés cfr. Ex 17, 4, uno de los pecados más grandes que tenemos los hombres es echar la culpa de lo que nos pasa a los demás, somos tan egoístas que creemos que todo lo merecemos y lo esperamos con prontitud, el obstáculo más fuerte que tiene los hombres para una conversión es la gran soberbia que tiene, si su egoísmo sólo lo hace que se centre en sí mismo, la soberbia lo hace estar por encima de todo y Moisés tuvo que ser también un sirviente para el pueblo que se sentía con el derecho de todo, ya que habían hecho un Dios a su medida, no tenían un trato directo con él, pero en su interior murmuraban también contra Dios, sólo que le echaban la culpa a Moisés; cuando a los hombres nos suceden acontecimientos penosos como la pérdida de un ser querido, como la pérdida de nuestros bienes, accidentes que ponen en peligro la vida, le gritamos a Dios:¿por qué me tratas así?, ¿por qué a mí?, ¿y dices qué me amas?, ¡no creo más en ti!; así pudiéramos citar frases y más frases.
La conversión implica un cambio de actitud, un cambio de mentalidad, un cambio de sentir, un cambio de corazón, un cambio de cultura etc. los hombres no queremos dar ese salto pues esa responsabilidad con Dios no es buen negocio, no se ve dinero, no se bienes materiales, vehículos, no da status, ¿por qué tengo que convertirme?, “así estoy bien”, “cuando me haga más viejo”, “es que Dios me quiere quitar mi libertad”, tantas frases que decimos para no comprometernos aunque nuestra vida nos grite: “conviértete”, “quiero un cambio”, aunque el cónyuge clame: “cambiemos de vida”; el hombre no quiere cambiar porque nos conformamos con beber el agua del mundo, esa agua que Dios hizo para la humanidad, agua que me apaga la sed por un momento, aunque tenga que volver a beber y aunque quede satisfecho es más casi a reventar, no se apaga la sed, pero “así es el cuerpo”, “así nos formo Dios”; la conversión a la fuente de agua viva, al manantial de vida, a vivir en el reino de Dios se ve tan lejano y fantasioso que no se me hace atractivo; dios le dijo a Moisés: “Pasa delante del pueblo, toma contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el Río y vete. Yo estaré allí ante ti, junto a la roca del Horeb; golpea la roca y saldrá agua para que beba el pueblo.” Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Ex 17, 5-6.
Dios nos pone hombres de una reputación que avala una conversión enorme (los santos), no da su palabra para que confiemos en esa conversión, dar el paso sin miedo (sagrada escritura) y nos ofrece a su hijo para que creyendo en él tengamos vida eterna cfr. Jn 3, 16, entonces, ¿por qué no cambio?, ¿por qué no me quiero convertir?, ese será el reto para cada hombre en está cuaresma, hacer un examen concienzudo de mis actitudes y de mi vida, dejar de quejarse y caer en la tentación como quién le arrebata un dulce a un niño. Tal vez sea el primer paso de la conversión: no rebelarse contra Dios, ni quejarse de la vida, no echarle la culpa a los demás por la vida estéril que llevamos, probablemente estemos cerca de Dios sin darnos cuenta, sólo es cuestión de dar el primer paso.
Que hermoso comentario precisamente estoy pasando por una situacion Economica muy fuerte y me he rebelado contra Dios, pero tambien tengo muy claro que esa es la voluntad de Dios y tengo que aceptarla las puertas se cierran a veces hay deciciones que me da dificultad tomar pero segun esta lectura se tienen que hacer. Ya le pedi perdon a Dios y esto me debe reforzar mas en la fe.
les agradeceria mucho q oraran por mi familia, estamos mal emocionalmente y mi esposo tiene muchos antivalores.
la vigen se le aparecio
a san diego 3 veces