El reto actual del concilio vaticano II: Necesidad de promover la educación litúrgica.
Al terminar el Concilio Vaticano II, un punto sobresalía maravillosamente en el documento: Sacrosanctum Concilium (sobre la Sagrada lirúrgia): II. NECESIDAD DE PROMOVER LA EDUCACIÓN LITÚRGICA Y LA PARTICIPACIÓN ACTIVA. ¿Educación?, ¿participación activa?; vivimos tiempos fuertes donde la gran lluvia de mensajes tanto en audio como en video buscan sacudir la fe del católico, ciertamente es necesario reconocer que en muchos fieles su fe es muy débil y con algún reportaje o predicación, muchos despabilan y se inquietan dudando, de hecho, estos mensajes cumplen el objetivo para lo que fueron hechos, sembrar la cizaña aunque digan que quieren llegar a la verdad, pero ¿cuál verdad?, “hacer caer la fe del católico”; un anabaptista apostaba que el bautismo de los niños católicos no tenía validez por no tener conciencia, ¡qué barbaridad!; un dizque rabino judío aseguraba que la biblia debería de estar toda en hebreo porque era: “el lenguaje de Dios”, ¿qué acaso sus 39 libros canónicos de la biblia no están en hebreo?, esto, porque dice que el griego fue un idioma pagano y el nuevo testamento debería de estar en hebreo (sí ellos no lo tienen canónicamente); unos hermanos de la luz del mundo dicen que la Iglesia tiene miedo de educar a los fieles porque se darían cuenta de la “verdad” y por ello nada más educan en los institutos y no lo hacen al pueblo en la misa.
El Sacrosactus Concilium en su numeral 14 se fija una tarea hermosa y cita así:
14. La santa madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza de la Liturgia misma y a la cual tiene derecho y obligación, en virtud del bautismo, el pueblo cristiano, “linaje escogido sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido” (1 Pe., 2,9; cf. 2,4-5).
A esto, podemos hacer una observación: la celebración eucarística es nuestra gran fiesta donde reunido el pueblo celebra el sacrificio de nuestro Señor Jesús, lo hacemos escuchando su palabra y en donde el sacerdote en su homilía va formando al pueblo, algunas veces, hace la indicación de alguna postura, alguna expresión o momentos a vivir en la liturgia a lo largo de la celebración eucarística, por tanto, es ilógico que se utilice la celebración eucarística para enseñar al pueblo (como catequesis); estos comentarios realmente no son nuevos de “hermanos esperados”, y es sencillo de entender: ¿cuál es su rito de asamblea?: (1) bienvenida y ambientación (coro), (2) predicación o sermón y (3) despedida con cantos, nada que ver con la asamblea eucarística por eso en su asamblea de ellos pueden “enseñar”.
Es una realidad, el católico, tiene que invertir tiempo para ser formado y educado, y para ello es necesario que los profesores sacerdotes y laicos estén bien formaditos, bien preparados, el mismo numeral 15 hace firmemente mención de este punto:
15. Los profesores que se elijan para enseñar la asignatura de sagrada Liturgia en los seminarios, casas de estudios de los religiosos y facultades teológicas, deben formarse a conciencia para su misión en institutos destinados especialmente a ello.
El otro punto, es la disponibilidad del mismo fiel para tener tiempo de acudir a formación y es donde se hace más duro el trabajo; recordamos a un hermano que de pronto se fue a una congregación cristiana evangélica, él decía que ahí le ayudaron a salir de su alcoholismo, el detalle, es que siempre se le apoyo en varios grupos católicos, económicamente, psicológicamente, fraternalmente y ahora muy displicente dice que está muy a gusto con ellos e incluso ya empezó su estudio de biblia, ¿no se le hace una desvergonzada de este hermano.
La educación y formación primeramente en la liturgia (porque no sabe lo que celebra), ha perdido el valor la sagrada asamblea y lo ven sólo como misa, además de haber tantas desviaciones en la celebración; después en la sagrada palabra de Dios porque se necesita configurarse a Cristo Jesús y su palabra es la que lo va a impulsar para que actúe conforme a Cristo Jesús y posteriormente en el área apostólica, que esto nos va a permitir vivir una doctrina adecuada, un servicio al hermano optimo y una integración a nuestra Iglesia; invertir tiempo en la formación, preparación y educación son necesarios para el fiel, de otra manera su crecimiento como cristiano será muy pobre.
Después de 50 años como un jubileo, el Concilio Vaticano II está dando frutos y por ello urge también al fiel se integre al ritmo de trabajo de la Iglesia, romper con el hombre apático, negligente, tibio y poco participativo es una prioridad de la fe, el que nuestra asamblea sea “triste” es porque el mismo fiel no se quiere poner las pilas como se dice vulgarmente y prefiere vivir así para justificar su manera de comportase y de vivir su fe, sí el concilio Vaticano II tiene el reto de educar, el reto para el fiel es dejarse educar, recuerdo unas palabras cuando comencé a estudiar sagrada escritura: “la misma palabra me enamoró de la formación y el estudio y desde entonces, no hay año que no se estudie y se forme, es bueno tener retos y esos retos hacen grande a nuestra Iglesia.