El reto de recuperar la confianza de la familia en la Iglesia.
El Papa Francisco, ha en causado gran cantidad de esfuerzo y energías hacía la familia, como núcleo central de la sociedad, busca que a través de la familia se transforme la sociedad y sí esta familia vive el evangelio, sólido será su papel, pero esta labor no es sencilla, necesita un gran esfuerzo eclesial y compromiso humano por parte del sacerdocio.
Aunque el sacerdote es un icono de Dios, muchos creyentes han tenido problemas con sacerdotes, sabemos que muchos creyentes buscan a un sacerdote solo cuando tienen problemas o necesitan algo e incluso no saben como hablar con un sacerdote, pero, el problema se da por la falta de manejo humano por parte del sacerdote ya que no hay sacerdote ignorante, debido a una falta de manejo pastoral del sacerdote hacía el feligrés, el feligrés se ve en desencanto y decepcionado al no recibir satisfactoriamente lo que busca, independientemente sí es factible o no; muchos creyentes ven afectada su fe al ver la conducta muy radical en algunos sacerdotes, motivo que debe de alentar a que el sacerdote enfrente el reto de recuperar la confianza de las familias, sin dejar de llevar su labor pastoral importantísima.
El trato humano.
Sí pudiéramos tener a la mano, un programa de formación del sacerdote en los seminarios, nos alegraría el analizar que su formación bíblica ha crecido de manera importante, su formación en la homilía avanza satisfactoriamente, su formación administrativa se hace de excelencia, su formación para participar en la vida activa eclesial es de gran calidad, su formación en la liturgia y en el oficio, se perfecciona, pero hay un detalle… su formación pastoral desde el punto de vista de laicos comprometidos, es muy pobre y la formación pastoral debe de ser prioritaria, de nada sirve tener eruditos en sagrada escritura, sí esta sagrada escritura no baja al corazón, se aplicaría aquel consejo del Señor cuando les dice a los discípulos y multitud: hagan lo que ellos les dicen pero no los imiten cfr. Mt 23, 1-3.
La gente necesita sacerdotes con un trato humano honesto, sincero, cordial, tengamos en cuenta un factor: los laicos comprometidos obedecen a los sacerdotes, el problema no radica en el comprometido, más bien en aquel que vive una fe más tenue, desmotivada, alejados, que en sus familias viven una fe apagada y sí la familia es fundamental, la manera de ganar la confianza en la familia es con un trato humano, justo, afectivo, caritativo aunque parezca exigente.
La confianza no significa tratarse de tú a tú.
Muchos laicos activos dentro de la iglesia, confunden la manera de como dirigirse a los sacerdotes, muchos tratan de hablarles de un tú a tú, sin embargo debemos de tener en cuenta su investidura y su papel de pastor, no confundir, hay límites, aunque nos externan confianza, hay modos de dirigirse a ellos, por ejemplo: el día de ayer en una reunión para planear la realización de un retiro, un laico se dirige por su nombre al sacerdote, como sí se dirigiera a cualquier hermano, posteriormente manejó un lenguaje inapropiado por estar en recinto sagrado, el sacerdote sonrió lo mejor que pudo pero aquel laico estaba fuera contexto, pero, pasó algo curioso, llegó un sacerdote más joven y bromeó fuertemente al laico y ahora el que se veía fuera de contexto era el sacerdote joven, ¡todo tiene su lugar!, ¡su espacio!, un lenguaje adecuado y la familia tiene que recuperar el respeto al sacerdote, cuestión que el sacerdote se debe de esforzar más por ganar ese respeto.
Sabemos, que el sacerdote es muy criticado por los medios de comunicación y de quienes no profesan la misma fe, más es inminente, que muchas críticas se las han ganado a pulso, en muchas ocasiones los laicos y familias justificaron a los sacerdotes, aun con el gran error, pero este engranaje, tiene que dar un vuelco más acorde a la realidad que debe de vivir el sacerdote, él es un representante de Dios, de nada sirve que tenga grandes homilías, sí no es coherente con la justicia de tratar debidamente a sus hermanos para buscar su conversión, a quién con gran confianza, Jesús confía a ellos, por ello, Jesús confía el ministerio de la predicación al sacerdote, para el bien de la familia; los letrados y fariseos al ver a Jesús comer con pecadores preguntan porque lo hace, cfr. Mc 2, 16-17. La familia escucha al sacerdote, por ello el sacerdote es el testigo de Jesús por antonomasia, de ahí que su conducta sea lo más intachable posible aun siendo humanos, desgraciadamente es un rol que tiene que desempeñar un sacerdote, por tal razón se le exige a un sacerdote una conducta más digna en base a Dios.
No se critica a los sacerdotes, se les motiva.
Vivimos un tiempo precioso de acercamiento de la iglesia con la familia, es una oportunidad que el sacerdote gane en confianza, se compenetre más con su pueblo, que su interés sea ganarlos en la salvación; hay un punto a su favor importante, el sacerdote sigue siendo esa figura de Cristo que motiva a ser mejor cada día, hay sacerdotes excelentes, maravillosos en su contacto y trato con la gente, ellos dan la cara por el que no cede su brazo, por los que no quieren cambiar.
El sacerdote tiene un trabajo muy complicado, pastorear a miles de ovejas totalmente distintas, unas muy entregadas, muy devotas, obedientes, participativas, comprometidas en el discipulado y apostolado, pero lamentablemente hay un grueso del rebaño que es testarudo, comodino, sensible, flojo, poco comprometido etc. A esos tiene que dirigir y utiliza su habilidad pastoral para llegar a ellos, nuestro mismo Señor lo tenía muy bien dispuesto, tengo otras ovejas que no son de mi rebaño cfr. Jn 10, 16.
Lo positivo de aceptar errores y enfrentar retos.
El Papa Francisco ha puesto la muestra de ver en el sacerdote un modelo que haga sentir a Jesús, sacerdotes con el pueblo, sacerdotes metidos en la evangelización, sacerdotes con empatía hacía el fiel, sí alguien proyecta la fe, es el sacerdote, no es posible comunión con el pueblo sin trabajo pastoral; aceptar los errores permite madurez espiritual, pastoral; aceptar el reto es comprender la gran labor a la que han sido llamados. El Papa Francisco ha motivado a que el sacerdote vaya a su pueblo, que lo conozca, que se relacione, que comparta el camino hacia Dios.
Los errores nos enseñan dos veces, los retos nos fortalecen y hacen que nuestro espíritu crezca en fe, confianza, en relación, en valor con Dios. No es un ataque a los sacerdotes, al contrario, es un grito, una necesidad, un clamor que a través de la experiencia de 10 años de evangelización, muchos hermanos no saben cómo hacerse oír; voces que quieren expresar sus sentimientos, su fe y no tienen el modo, ni la misma voz para hacerlo; hay muchos fieles que quisieran que sus pastores fueran más amigos, más sensibles, más objetivos, menos duros y no saben cómo decirlo, ni como hacerlo.
Un sacerdote que sabe escuchar la voz de Dios, sin duda entrará en comunión con sus hermanos; es un tiempo excelente para buscar ganar la confianza en las familias y este año donde la familia va a recibir una atención especial, la misma gracia de Dios se derrama en el mismo sacramento del matrimonio, motivo o razón para aprovechar acercamientos y generar condiciones de paz, armonía, trabajo.
Que los ruegos de nuestra madre santísima lleguen como llamaradas de amor a su hijo Jesús y que Dios en su magnitud trinitaria derroche toda gracia sobre las familias del mundo.
Es muy interesante y dice mucha verdad su santidad Francisco, acerca de nosotros los laicos y nuestros sacerdotes, cada uno debemos trabajar en dar a conocer el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, cada uno en nuestro lugar también muchos bautizados deben ponerse las pilas e involucrarse en los asuntos de la iglesia, y así seremos mas.
Juan Revilla .I. sientate… cada ves te veo mas cansado .I.