El alma y Cristo. Amado Nervo

El alma y Cristo. Amado Nervo

El alma y Cristo

 

 

El alma:

Señor, porque, si el mal y el bien aduna, para mí solo hay penas turbadoras? La noche es negra, pero tiene lunas; ¡ el polo es triste, pero tiene auroras!

El látigo fustiga, pero alienta; el incendio destruye, pero arde, ¡y la nube que fragua la tormenta se tiñe de arreboles  en la tarde!

 

Cristo:

¡Insensato!, y yo estoy en tus dolores, soy tu mismo penar, tu duelo mismo; mi faz en tus angustias resplandece…

Se pueblan los espacios de fulgores y desgarra sus velos el abismo.

 

El alma embelesada:

¡Luz…!

 

Cristo:

Yo enciendo las albas..

Amanece.

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