Nuevos ministros extraordinarios de la comunión, la Iglesia ¿Qué beneficio y que espera de ellos?

Nuevos ministros extraordinarios de la comunión, la Iglesia ¿Qué beneficio y que espera de ellos?

Nuevos ministros extraordinarios de la comunión, la Iglesia ¿Qué beneficio y que espera de ellos?


Hoy la Iglesia se congratula en la arquidiócesis de León por el nombramiento de los nuevos ministros extraordinarios de la comunión, a toda la Iglesia nos da alegría este acontecimiento y más aún porque nosotros somos testigos de que muchos que se nombran son mujeres y hombres rectos, hombres de fe y de servicio y realmente confiamos en ellos, la misma vicaria de la arquidiócesis de León hace un comunicado donde envía unas palabras bastante alentadoras y a la vez que exigen una vida digna: Para recibir este ministerio el documento: «Immensae caritatis» pide que el fiel, hombre o mujer que es instituido como ministro extraordinario de la Sagrada Comunión, deba estar adecuadamente instruido y ser recomendable por su vida, por su fe y por sus costumbres. Incluso utiliza unas palabras muy exactas sobre la idoneidad de la persona: “No sea elegido nadie cuya designación pudiera causar admiración a los fieles”.

Ante estas palabras anteriores, una pregunta bastante exacta puede darnos el entorno, el beneficio y lo que espera la Iglesia de estos hombres y mujeres: ¿Qué beneficio y que espera de ellos?, la respuesta sería muy simple, fieles ejemplares y servidores de la comunidad, pero porque está pregunta; es obvio que en la Iglesia en general hay muchos hermanos que como citó el documento no son recomendables para ese ministerio; hombres que quizá puedan llevar otro tipo de ministerio, pero este no, hay muchas evidencias de ese errar en que estos hombres sean los idóneos porque nunca van a ser ejemplo al contrario van a ser ante-testimonio; hay bastantes casos donde este ministro (a), es bastante ante-testimonio en su hogar, en su calle, en su colonia y de su parroquia, es más hasta parece que no están evangelizados porque hacen cada comentario y actúan de tal manera que incluso un fiel corriente, de esos domingueros tienen mayor testimonio; nos alegra porque sabemos que van a ser portadores del mayor bien, llevar a nuestro Señor Jesús a todo aquel enfermito, a aquel hombre o mujer imposibilitado; su presencia es la representación del mismo sacerdote al velo, además de participar y auxiliar en nuestra misa con el cuerpo precioso de nuestro Señor Jesús.

El mismo comunicado de la vicaria de la arquidiócesis señala: “Ya en el ejercicio del ministerio, de manera muy especial, los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión deben demostrar reverencia por la Eucaristía. Esta reverencia se refleja en su conducta durante la Misa (participación completa, activa y consciente en la liturgia), y por la manera en que tratan la Eucaristía”. Estas palabras deben de trascender todavía más, porque es exactamente el problema, en el templo toda ceremonia, todo comportamiento, pero fuera del templo son personas con muchos problemas de fe, con grandes problemas familiares, con grandes problemas de formación y que muchas veces estas limitaciones hacen que se desvié su ministerio y esto también contrasta con la de aquellos ministros extraordinarios que verdaderamente tienen una conversión excepcional y servicio a la comunidad.

La Iglesia espera que estos hombres quienes llevan en el pecho al Señor no se expresen como muchos lo hacen: “Yo en muchas ocasiones dudo que en verdad vaya el Señor conmigo porque no siento esos efectos visibles y sensibles”, que pena dan estos hombres que al oírlos hablar notamos que fueron mal elegidos, sabemos también que esos errores de vocación son también la poca participación del fiel en la Iglesia por no comprometerse con la Iglesia; que pena porque no habrá beneficios para la comunidad, al contrario puede haber mal para la comunidad con su pensar; otros se llegan a adueñar de la Iglesia, intervienen en todo, sin saber que ellos han sido elegidos para muchas funciones donde nuestro sacerdote por tiempo, espacio y distancia se ve limitado y es donde interviene allí el ministro: “Qué dicha exponer a nuestro Señor”; “qué dicha dar a nuestro Señor a los fieles junto con el sacerdote”; “qué dicha ver como ofician aunque con muchas limitantes la sagrada misa cuando no hay diáconos, ni sacerdotes”.

Para resumir, la Iglesia espera que los nuevos ministros extraordinarios de la sagrada eucaristía sean verdaderamente dignos y sean hombres que evangelicen con su ejemplo y vida, porque en nuestra Iglesia en renovación ya no queremos gente que busque sólo puestos, menciones o distintivos, buscamos gente que de verdad se entregue a Cristo nuestro Señor y que como resultado la motivación para muchos de nosotros para vivir un catolicismo acorde a los tiempos que vivimos, que es el tiempo de Cristo.

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