Consagración al Inmaculado Corazón de María de los 33. Día 4. Los Apóstoles de los últimos tiempos.

Consagración al Inmaculado Corazón de María de los 33. Día 4. Los Apóstoles de los últimos tiempos.

Consagración al Inmaculado Corazón de María de los 33.
Día 4. Los Apóstoles de los últimos tiempos.

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Pasos para cada día:
1. Rezo del santo Rosario, meditado y con letanías de la Virgen
2. Meditación del día y una virtud.
3. Coronilla de protección.
4. Letanías al Inmaculado Corazón de María.
5. Oración final
6. Consagración (para el día de la festividad o al terminar los 33 días.

 

 

 

 

 

1er. Rezo del Santo Rosario
Gozosos: lunes y Sábados
Dolorosos: martes y miércoles.
Luminosos: jueves
Gloriosos miércoles y domingos.

 

 

 

Jaculatorias para rezar en cada decena del Santo Rosario:
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y llevad al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de vuestra misericordia.

Dio mío yo creo, adoro, espero y os amo, os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.

Santísima Trinidad: Padre, Hijo y espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculo del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido.
Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores.

 

Día 4. Los Apóstoles de los últimos tiempos.

Hijos míos: sed dóciles a mi llamado, responded con prontitud; mañana quizás os sea demasiado tarde porque muy pronto se dará el gran milagro y aparecerá la señal en el cielo; por eso os quiero a todos en el Ejercito Victorioso de los Corazones triunfantes.

 

Ejército que espera en paz el segundo advenimiento de Jesús.
Ejército conformado por almas sencillas, almas abiertas a la acción del Espíritu santo.
Ejército que atiende a mis mensajes, a mis enseñanzas porque soy Maestra de los Apóstoles de los últimos tiempos. Apóstoles que se consagran íntegramente a mi servicio como súbdito, como esclavos de mí Amor Santo, ofreciéndose sin ninguna reserva. Apóstoles que llevarán en el corazón, el oro del amor; en el espíritu, el incienso de la oración y en el cuerpo, la mirra de la mortificación. Apóstoles que vivirán en plenitud la libertad evangélica, desapegados totalmente del mundo pero adheridos totalmente a Dios. Apóstoles que serán verdaderos discípulos del Señor, siguiendo sus ejemplos de: pobreza, humildad, caridad. Apóstoles que tendrán alas plateadas de paloma e irán donde el Espíritu Santo les llame.

 

Apóstoles que se consumen con tal de dar gloria a Dios y de contribuir en la salvación de las almas. Apóstoles llenos del espíritu Santo que batallarán con la Palabra de Dios: espada de dos filos, espada que destruirá a los enviados de Satanás, espada que abajará a los soberbios, espada que aniquilará el pecado, espada que dará luz a los ciegos espirituales, espada que cortará con la maleza del mundo, espada que abrirá brechas para entrar al Cielo.

 

Apóstoles que llevarán sobre sus hombros el estandarte ensangrentado de la cruz. Apóstoles que aceptarán con amor el sufrimiento. Apóstoles que abrasarán la cruz del mártir del Gólgota y caminarán por las sendas angostas y pedregosas, sendas que llevan a un encuentro personal con Jesús. Apóstoles que vivirán a perfección el Evangelio y no según las directrices del mundo. Apóstoles que llevarán en su mano derecha el crucifijo como señal de entrega a Jesús crucificado. Apóstoles que sostendrán en su mano izquierda la corona de rosas del Santo Rosario: signo que representa su amor y entrega incondicional a mí, que soy la Maestra que los educa en la ciencia del Cielo y la Madre que los acerca a Jesús. Apóstoles que viven la consagración a mi Inmaculado Corazón viviendo en María, con María, por María y para María.

 

Apóstoles que me acogen con amor en su corazón.

 

Hijos míos: como apóstoles de los últimos tiempos estáis llamados a predicar el Evangelio con valentía, a perder todo respeto humano, a mostrar el pecado en toda dimensión.

 

Como apóstoles de los últimos tiempos estáis llamados a rechazar todo pensamiento que vaya en contra de la sana doctrina, pensamiento que os hace anatemas, herejes.

 

Como apóstoles de los últimos tiempos estáis llamados a ser luz, a iluminar con vuestra vida de coherencia los ambientes más densos, más oscuros.

 

Como apóstoles de los últimos tiempos estáis llamados a formar parte de la Iglesia remanente. Iglesia aferrada a la Tradición. Iglesia asistida y dirigida por el espíritu santo. Iglesia que vive en un continuo Pentecostés.

 

Como apóstoles de los últimos tiempos estáis llamados a prepara el camino del Señor para su segunda llegada, llegada que está muy próxima porque de lo contrario muchas almas se perderán.

 

Como apóstoles de los últimos tiempos estáis llamados a la santidad, a encarnar el Evangelio y a pereceros a Jesucristo, imitándole en sus adorables virtudes.

 

Como apóstoles de los últimos tiempos estáis llamados a transfiguraros en el tabor de los Sagrarios, en los que os encontraréis cara a cara con el Señor.

 

Sagrarios en los que me encontraréis adorando a Dios presente en la sagrada hostia y reparando por todos los pecados de la humanidad.

 

Como apóstoles de los últimos tiempos estáis llamados a identificar la falsa Iglesia de la verdadera Iglesia, a permanecer fieles a las enseñanzas de Jesús sin dejaros confundir y tambalear por vientos fuertes y doctrinas falaces.

Como apóstoles de los últimos tiempos estáis llamados a refugiaros en mi Inmaculado Corazón, refugio seguro para este tiempo de la tribulación.

 

 

Virtud de la humildad

Conservad en vuestro corazón.
Teneos por el más pequeño entre los pequeños, porque esta virtud dará hermosura a vuestra alma.

 

Cosechadla con esmero para que seáis como una orquídea fina y delicada que pasa desapercibida entre las diferentes especies de un frondoso jardín.

 

Os pongo como ejemplo a Jesús, Hombre-Dios que vino al mundo a servir y no a ser servido, la hermosura de su alma era brillante como una estrella, el resplandor de sus ojos, cual dos luceros fulgurantes que destilaban destellos en la oscuridad.

 

Su Sabiduría Divina jamás se pudo comparar con la ciencia de los grandes intelectuales, su vida fue un prodigio de amor, porque a cada paso dejaba el aroma de sus milagros, de su exquisitez.

 

Muchedumbres le seguían porque hallaban en Él a un hombre distinto, hombre diestro en la palabra, Palabra que calaba en cada corazón para desmontarlo de sus falsos dioses, para hacerlos mirar en el interior de sí mismos y descubrir su pecado, su miseria, su nada.

 

Siendo el rey del más alto linaje, sufrió el éxodo, nació a la intemperie, su cuna fueron pajas acomodadas que lo protegerían un poco del frio de la noche.

 

Su cetro fue la Cruz, cruz que redimiría al mundo, su corona fue una tosca corona de espinas impuesta como irrisión, como burla.

 

En la entrada triunfante a Jerusalén llegó subido en un borrico, para mostrar que la suntuosidad nova con los hijos de Dios.

 

Compartió con publicanos, fariseos, pecadores, leprosos, cojos, ciegos y lisiados, nunca buscó la burguesía, la alcurnia porque su sagrado Corazón siempre estuvo adornado del oro de la humildad.

 

Engalanaos con esta hermosa virtud, virtud que os aquilatará como se aquilata el oro y la plata.
Esta piedra preciosísima os eleva en valor espiritual. Porque para haceros grande debéis haceros pequeños.

 

Buscad siempre los últimos puestos, nunca pretendáis figurar y ser reconocidos; pasad desapercibidos como el viento suave que sopla sobre vuestro rostro.
Como Madre del salvador, Dios me adornó con esta hermosa virtud, virtud que era del agrado de Dios, porque el verbo encarnado tomaría posesión de Mí, tomaría mi pequeñez para glorificar la grandeza de Dios humanado.

 

 

3. Coronilla de Protección
(Se reza en un rosario común)

En cada Padre Nuestro:
Ave María Purísima, sin pecado concebida, hija de San Joaquín y santa Ana, María Santísima.

 

En cada Ave María (diez veces)
V. ¿Quién como Dios?
R. Nadie como Dios.

 

En cada Gloria:
V. Huid poderes malignos
R. venció Cristo el Señor.

 

Al final del Rosario:
V. Corazones Triunfantes de Jesús y de María.
R. Reinad en mi vida y en mi corazón. Amén.

Letanías al inmaculado Corazón de María

V/ Señor, ten piedad.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
V/Cristo, ten piedad.
R/Cristo ten piedad de nosotros.
V/Señor, ten piedad.
R/Señor, ten piedad de nosotros.
V/Cristo, óyenos.
R/Cristo óyenos.
V/Cristo, escúchanos.
R/Cristo, escúchanos.
V/Dios, Padre celestial.
R/Ten Misericordia de nosotros.
V/Dios, Hijo Redentor del mundo.
R/Ten Misericordia de nosotros.
V/Dios, Espíritu Santo
R/Ten Misericordia de nosotros.
V/ Trinidad Santa, un solo Dios.
R/ Ten Misericordia de nosotros.
Santa María, Corazón Inmaculado de María. Ruega por nosotros.
Corazón de María, lleno de gracia. Ruega por nosotros.
Corazón de María, vaso de amor más puro. Ruega por nosotros.
Corazón de María, consagrado integro a Dios. Ruega por nosotros.
Corazón de María, preservado de todo pecado. Ruega por nosotros.
Corazón de María, morada de la Santísima Trinidad. Ruega por nosotros.
Corazón de María, delicia del Padre en la Creación. Ruega por nosotros.
Corazón de María, instrumento del Hijo en la Redención. Ruega por nosotros.
Corazón de María, la esposa del Espíritu Santo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, abismo y prodigio de humildad. Ruega por nosotros.
Corazón de María, medianero de todas las gracias. Ruega por nosotros.
Corazón de María, latiendo al unisonó con el Corazón de Jesús. Ruega por nosotros.
Corazón de María, gozando siempre de la visión beatifica. Ruega por nosotros.
Corazón de María, holocausto del amor divino. Ruega por nosotros.
Corazón de María, abogado ante la justicia divina. Ruega por nosotros.
Corazón de María, traspasado de una espada. Ruega por nosotros.
Corazón de María, coronado de espinas por nuestros pecados. Ruega por nosotros.
Corazón de María, agonizando en la Pasión de tu Hijo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, exultando en la resurrección de tu Hijo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, triunfando eternamente con Jesús. Ruega por nosotros.
Corazón de María, fortaleza de los cristianos. Ruega por nosotros.
Corazón de María, refugio de los perseguidos. Ruega por nosotros.
Corazón de María, esperanza de los pecadores. Ruega por nosotros.
Corazón de María, consuelo de los moribundos. Ruega por nosotros.
Corazón de María, alivio de los que sufren. Ruega por nosotros.
Corazón de María, lazo de unión con Cristo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, camino seguro al cielo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, prenda de paz y santidad. Ruega por nosotros.
Corazón de María, vencedora de las herejías. Ruega por nosotros.
Corazón de María, de la Reina de Cielos y tierra. Ruega por nosotros.
Corazón de María, de la Madre de Dios y de la Iglesia. Ruega por nosotros.
Corazón de María, que por fin triunfarás. Ruega por nosotros.

 

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Ten misericordia de nosotros.

 

V/ Ruega santa Madre de Dios
R/ Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oremos:

Tú que nos has preparado en el Corazón Inmaculado de María una digna morada de tu Hijo Jesucristo, concédenos la gracia de vivir siempre conforme a sus enseñanzas y de cumplir sus deseos. Por Cristo tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

 

5. Oración final.

Santísima Virgen María, Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos, preparadme con vuestras lecciones de amor al segundo advenimiento de vuestro Hijo Jesús.
Avivad mis sentidos para que guarde en mi corazón vuestras enseñanzas, enseñanzas que son doctrina segura que me adentran al cielo. Despertad en mí: celo insaciable por la salvación de mi alma. Desapego al mundo y anhelos de santidad.

Instruidme en la ciencia de la cruz para que acepte con beneplácito el sufrimiento y me haga heredero de uno de los aposentos de vuestro Inmaculado Corazón.

Arropad todo mi ser con vuestros rayos de luz para que seáis mi Maestra y yo vuestro, discípulo que imite vuestras adorables virtudes para ser bien visto ante los ojos de vuestro Hijo. Fortalecedme en este tiempo de la tribulación, cercenad mi corazón con vuestra espada de doble filo y heridlo de amor, para que vuestra presencia siempre me acompañe hasta el día del retorno de Nuestro Señor Jesucristo.

Madre celestial, Maestra del apóstoles de los últimos tiempos, preservad nuestra Iglesia frente a toda apostasía, herejía y cisma.

Conservadnos fieles a la Tradición de la Iglesia e instruidnos con vuestra Sabiduría Divina para que la luz del Espíritu Santo acreciente nuestra fe, nos muestre el camino de salvación y lleve nuestro corazón a la santidad.

Madre celestial, Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos, guardad al resto santo en vuestro Inmaculado Corazón hasta el día de la segunda llegada de vuestro Amadísimo Hijo Jesús.
Amén.

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1 Comentario

  1. sergio

    me podrán mandar la consagracvion de los 33 días me urge porfavor, con todas las virtudes porque no las tengo y aquí nadamas son por dia, creo.

    Responder

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