Jesús y el matrimonio indisoluble Mc 10, 1-16.

Jesús y el matrimonio indisoluble Mc 10, 1-16.

Jesús y el matrimonio indisoluble Mc 10, 1-16.


divorcion
Este domingo, en la santa eucaristía se aborda uno de los temas más conflictivos del momento: “el matrimonio”. Bajo la mirada del evangelista San Marcos, la iglesia reflexiona sobre el impacto social del sacramento del matrimonio, sí hace dos mil años Jesús lo llevó a su plenitud, que será para nuestros días su significado. Para el comentario de este pasaje es necesario citar todo el texto para posteriormente hacer el comentario más pertinente:

Mc 10:1 Y levantándose de allí va a la región de Judea, y al otro lado del Jordán, y de nuevo vino la gente hacia él y, como acostumbraba, les enseñaba.
Mc 10:2 Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: “¿Puede el marido repudiar a la mujer?”
Mc 10:3 Él les respondió: “¿Qué os prescribió Moisés?”
Mc 10:4 Ellos le dijeron: “Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.”
Mc 10:5 Jesús les dijo: “Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto.
Mc 10:6 Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra.
Mc 10:7 Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre,
Mc 10:8 y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne.
Mc 10:9 Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre.”
Mc 10:10 Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto.
Mc 10:11 Él les dijo: “Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla;
Mc 10:12 y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.”
Mc 10:13 Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían.
Mc 10:14 Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: “Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios.
Mc 10:15 Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él.”
Mc 10:16 Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.

La estructura de este pasaje del evangelio lo vamos a dividir en tres secciones: (1) de los versos del 1 al 9, la (2) de los versos del 10 al 12 y (3) 13-16. Para dar comienzo tendremos que ubicar en donde se halla Jesús. Viaja por Judá y Perea viniendo del norte (Galilea), narrado en el verso 1. Es bueno recordar que Jesús viaja por Judá donde ya hay hostilidad contra él por parte de los eruditos, que buscan a toda costa encontrar motivos para acusarle.

El matrimonio en Juego V.2-9.

A Jesús le rodea la muchedumbre y entre esa muchedumbre ya se agregan los fariseos que inmediatamente se distinguen entre la prole, aparte del respeto que el pueblo les tenía, por ello el acercamiento tan inmediato a la figura de Jesús, ellos hacen acto de esa autoridad para acercarse a Jesús; su intención no es sana y buscan hacer que se contradiga con las enseñanzas de Moisés que es la figura más respetable del Israel antiguo.

Lo que nos llena de curiosidad es entender porque elegir el tema del divorcio. Las escuelas rabínicas del tiempo de Jesús tampoco lograban ponerse de acuerdo en la interpretación en un escabroso tema: “el matrimonio-divorcio”. La escuela rabínica de Shammaí que era más dura en el cumplimiento estricto de lo escrito continuamente tenía diferencia entre la escuela rabínica de Hillel que en muchas ocasiones le consideraban más flexible en cuanto a la moral, la conducta y aplicación de la Toráh.

Divorciarse de una esposa era en la escuela rabínica de Hillel muy sencillo, sí alguna mujer no le satisfacía a su esposo por algún motivo, el más absurdo, por ejemplo no cocinar bien, me divorcio, le extendía la acta de divorcio y los jueces lo aceptaban, sí se encontraba una mujer más hermosa y ella era menos bella se divorciaba, Moisés legisló con un criterio afectado por los intereses de los que se podían divorciar:
Cfr. Dt 24, 1-2.

La escuela de Shammanaí fue más enérgica con el texto por lo tanto tomaba este acto con tendencia de adulterio y lo juzgaba más por lo citaba la Toráh que por el sentido común o derivado de acciones involucradas; el Levítico trata las posibilidades de adulterio en el capítulo20, 10-21, además el adulterio lo trata el Deuteronomio 22, 22. Algunos estudiosos llegan a concluir que aunque era sencillo divorciarse solo lo hacían los más pudientes porque les tenían que despedir con una propiedad, cosa que para muchos les causaba problemas. En esa antropología muchos no se ponen de acuerdo, lo que era muy evidente y frustrante para la mujer era que solo el hombre se puede divorciar quedando a merced de las acciones del hombre (un tanto misógino) e incluso en muchas de las leyes exponiendo a la mujer con masales cfr. Nm 5, 14-23.

La pregunta mordaz. “¿Puede el marido repudiar a la mujer?”

Los fariseos lanzan su pregunta mordaz: “¿Puede el marido repudiar a la mujer?”; agudizan el oído, hay muchos testigos y Jesús les contesta con otra pregunta rabínica: “¿Qué os prescribió Moisés?”, Jesús es agudo, ¿Qué prescribió Moisés?, no pregunto: “lo que Dios les dio, sino Moisés”, siendo eruditos de la ley fue sencillo responder además de que ya lo habían maquinado: “Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.” Jesús va más allá de una simple respuesta, con la misma ley que los sacerdotes habían escrito en el relato de la creación para devolver a Dios su autoridad, y la misma escuela Sacerdotal y Yahvísta les da los elementos, les recuerda los capítulos 1 y 2 del Génesis
cfr. 1, 27, 1,
cfr. 2, 24.

Jesús defiende primeramente el sacramento del matrimonio, la indisolubilidad, les hace ver que sus raíces tienen el precepto muy alto de guardar el sacramento del matrimonio, lo que Jesús maneja es que sí Moisés lo permitió fue por el constante acaso por parte de muchos hombres que se morían de ganas por otra mujer, tal presión que termina por hacer ceder a Moisés ante la exigencias de divorciarse de muchos hombres: “Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto.

Estudiosos profundizan que quienes se divorciaban con regularidad era la gente de la jerarquía: fariseos, escribas, sacerdotes, rabinos, saduceos. Hombres que pueden dar a la mujer repudiada su parte material. ¿Usted cree que un pobre puede repudiar tan fácilmente a su mujer?

Se repite la historia hoy.

¿Se da cuenta de la dureza del corazón del hombre?, ¿ve usted como el hombre es arrastrado por su pasión?, ¿cuántos han presionado a las autoridades para permitir toda clase de relación?, como el gobierno ya tiene divorcios express, ¿se da cuenta de que los hombres dejados a merced de la pasión no quieren el compromiso del matrimonio?, sexo sí, matrimonio no. La cultura del disfrute carnal golpea al matrimonio. La palabra de Dios es dura y exige compromiso, amor y sobre todo una labor de hacer feliz a la esposa o al esposo. Otro punto que Jesús señala con la misma Toráh, es el matrimonio entre hombre y mujer, cuestión que hoy queman en la hoguera esa máxima judía-cristiana los de corazón duro que sometidos a sus bajos instintos se desviaron de una relación sana natural cfr. Rm 1, 26-27.

A buen entendedor pocas palabras se diría, la respuesta de Jesús es contundente, los amantes de la ley fueron desarmados con la misma Toráh: Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre.” La muchedumbre profundiza y reafirma la capacidad de Jesús para enseñar. Los fariseos tendrán más oportunidades, Jesús se encuentra en sus terrenos.

La exegesis del divorcio para sus discípulos. V 10-12.

El texto nos conduce a una segunda etapa. Ya en casa de algún discípulo, los discípulos preguntan a Jesús nuevamente sobre el tema del divorcio y Jesús da la exegesis de la pregunta farisea, como hoy la da la iglesia. Jesús les reafirma la indisolubilidad del matrimonio como sagrado y la nula acción de muchos por divorciarse. Jesús no es ajeno a las circunstancias que hoy viven muchos hombres y mujeres, donde hay una tremenda pugna de convivencia llegándose a lastimar gravemente, por ello la iglesia permite acciones legales religiosas para tener la oportunidad licita de rehacer su vida; lamentablemente en su mayoría, “cuando se separan” realmente no lo hacen porque ya no se entiendan, o porque pidan una nueva oportunidad de ser felices, sino uno de ellos ya tiene una amante u otra opción, por tanto su estado religioso le hace estar en posición de adultero, infringiendo la ley civil.

El ego humano, la dureza de su corazón y la cultura del hedonismo, no está de acuerdo con esas normas religiosas y civiles, por ello han presionado al Estado para acelerar los mecanismos para divorciarse así como para casarse. Para muchos nos molesta y llegamos a blasfemar contra el matrimonio contra Dios porque parece que nos seculariza. Es sencillo comprender estas cuestiones, que al no estar divorciados legalmente, se cae en la acción de adulterio y que la iglesia no permite la confesión sino hay la intención de regular su vida, ¿porqué de que le sirve irse a confesar sino es capaz de conversión, la firme resolución de no pegar más si va a regresar con su amante, mucho menos comulgar, la iglesia no sabe si es adultero o no, el sacerdote le puede dar la comunión pero su estado de gracia no le permite hacerlo, se cumpliría lo San Pablo y sería peor: cfr. 1 Cor 11, 27-29.

La persona que se separa de su esposa y no se ha divorciado por la vía legitima en la iglesia, la única opción es dejar a su amante y vivir sin esa relación irregular, lo cual le permite confesión, comunión y hacer las cosas como es debido, incluso bajo la ley civil sí está separado y no se ha divorciado civilmente ese hombre es adultero.

Lo que dejaríamos pendiente sería la profundización de Jesús que hace en el evangelio según San Mateo sobre el adulterio, al igual del capítulo 8 de San Juan sobre la adultera.

¿Ser cómo niños? V 13-16.

En la casa del discípulo que les dio techo, le llevan unos niños para que los bendiga, acción común que hacían los rabinos, los jefes de las sinagogas, los padres a sus hijos, Jesús le buscan como ese mesías-maestro. La imposición de manos en este rito era tradicional. Recordemos cuando al primogénito se le daba la bendición o era enviado a algún lado con misión.

Los discípulos sin mala intención evitan que los niños llevados por los adultos lleguen a Jesús, suponen a Jesús cansado, no se sabe si ya habían comido, engentados tratan de quedar en paz, tal acción molesta a Jesús que les dice: “Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios.”

Todo lo contrario son estos niños a los fariseos y hombres que se divorcian, los niños corazón sencillo, adulto corazón complicado; corazón dócil el niño, corazón duro el adulto; corazón limpio del niño, corazón perverso de los fariseos (adultos); inocencia de los niños, maldad en los adultos; los niños ligeros de necesidades, adultos sin sexo no pueden vivir; los niños van a Jesús, los fariseos quieren alejarse de Jesús. Ante estas pequeñas reflexiones o masales podríamos concluir que el niño es capaz de recibir y vivir en el reino, mientras que el pecado del hombre aleja del reino de Dios, sin embargo eso que comentamos es comentario humano, Jesús tiene un criterio distinto e invita a mostrar las actitudes del niño: Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él.”

Conclusión.

El último verso basta para entender la acogida que Jesús da a quién busca el reino de manera limpia, entrega a Dios: Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos. Quien busca ser feliz con el evangelio es como un niño que confía en el maestro. Sí se recupera el sentido verdadero del sacramento del matrimonio, la profunda negatividad del divorcio siempre y cuando no ponga en peligro la integridad de la dignidad humana que defiende mucho Jesús, su evangelio y la iglesia, transformará a toda la vida humana. Saber vivir la vida es parte del amor a los seres humanos, el respeto y amor de Dios e ir buscando el reino como un niño. El divorcio, el matrimonio indisoluble, el reino, los niños son elementos que están en nuestra sociedad, en nuestra vida y en nuestra iglesia, como las integremos seremos acogidos por Jesús.

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