Palabra de Dios 08 de Abril 2024. Solemnidad, LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR.

Palabra de Dios 08 de Abril 2024. Solemnidad, LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR.

Palabra de Dios 08 de Abril 2024. Solemnidad, LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR.

Evangelio del dia.

PRIMERA LECTURA.

Del Apocalipsis del apóstol san Juan (12, 7-12)

En el cielo se trabó una gran batalla: Miguel y sus ángeles
pelearon contra el dragón. El dragón y sus ángeles lucharon
ferozmente, pero fueron vencidos y arrojados del cielo para
siempre. Así, el dragón, que es la antigua serpiente, la que se
llama Diablo y Satanás, la que engaña al mundo entero, fue
precipitado a la tierra, junto con sus ángeles.
Entonces yo, Juan, oí en el cielo una voz poderosa, que
decía: “Ha sonado la hora de la victoria de nuestro Dios, de su
dominio y de su reinado, y del poder de su Mesías, porque ha
sido reducido a la impotencia el que de día y de noche acusaba
a nuestros hermanos, delante de Dios. Pero ellos lo han vencido
por medio de la sangre del Cordero y por el testimonio que
dieron, pues su amor a la vida no les impidió aceptar la muerte.
Por eso, alégrense los cielos y todos los que en ellos habitan”.

Palabra de Dios.

SALMO.

Salmo (137)

R. De todo corazón te damos gracias, Señor. Aleluya.

De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste
nuestros ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te
adoraremos en tu templo.
R.

Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor: siempre
que te invocamos nos oíste y nos llenaste de valor.
R.

Que todos los reyes de la tierra te reconozcan, al escuchar tus
prodigios. Que alaben tus caminos, porque tu gloria es inmensa.
R.

SEGUNDA LECTURA.

De la carta a los hebreos (10, 4-10)

Hermanos: Es imposible que la sangre de toros y machos
cabríos pueda borrar los pecados. Por eso, al entrar al mundo,
Cristo dijo conforme al salmo: No quisiste víctimas ni
ofrendas; en cambio, me has dado un cuerpo. No te agradaron
los holocaustos ni los sacrificios por el pecado; entonces dije
–porque a mí se refiere la Escritura–: “Aquí estoy, Dios mío;
vengo para cumplir tu voluntad”.
Comienza por decir: No quisiste víctimas ni ofrendas, no
te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado –
siendo así que es lo que pedía la ley–; y luego añade: Aquí estoy,
Dios mío; vengo para cumplir tu voluntad.
Con esto, Cristo suprime los antiguos sacrificios, para
establecer el nuevo. Y en virtud de esta voluntad, todos
quedamos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo,
hecha de una vez por todas.

Palabra de Dios.

EVANGELIO.

Evangelio según san Lucas (1, 26-38)

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a
una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen
desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La
virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena
de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se
preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante
saludo.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia
ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por
nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo;
el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará
sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.
María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto,
puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El
Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te
cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti,
será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que
a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto
mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para
Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase
en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.

Palabra del Señor.

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR.

Nueve meses antes de Navidad celebramos la encarnación del
Hijo de Dios, que san Lucas describe en el anuncio del ángel a la
santisima Virgen. Toda la liturgia del dia de hoy estd coloreada
por las palabras del salmista, que la Carta a los hebreos pone
en labios de Cristo al llegar al mundo: “Aqui estoy, Dios mio;
vengo para cumplir tu voluntad”.

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