Lectio Divina 7: Misericordia ante todo: Lc 15,1-32: CEM

Lectio Divina 7: Misericordia ante todo: Lc 15,1-32: CEM

La parábola del hijo prodigo: El papá no pierde su papel como principio integrador en la fiesta, en cambio los hijos no responden de la misma manera. El narrador aun cuando no manifiesta una abierta hostilidad hacia el hijo mayor sí se desborda en simpatía.

Lectio Divina: Misericordia ante todo

Domingo 24º del Tiempo Ordinario
Lc 15,1-32

1. Lectura
Lee atentamente los vv. 1-3 y pregúntate:
¿Quiénes y para qué se acercaban a Jesús? ¿Quiénes murmuraban? ¿Qué decían? ¿Qué parábolas les dice Jesús a los fariseos y escribas que murmuraban (vv. 4-32)?

Lee los vv. 4-10: ¿A quién se dirige Jesús al comenzar la primera parábola? (lee los vv. 1-3) ¿Cuántas ovejas tenía el pastor? ¿cuántas se le perdieron? ¿Cuál es el límite de la búsqueda del pastor? ¿Qué hizo el pastor cuando encontró la oveja? ¿A quiénes convocó para que se alegraran con él? ¿cuál era la razón? ¿Dónde habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta? ¿con quiénes se contrapone el pecador que se arrepiente?
¿Cuántas dracmas tenía la mujer? ¿Qué hace si pierde una? ¿Cuál es el límite de la búsqueda de la moneda? ¿A quiénes convoca la mujer y qué les dice? ¿Entre quiénes hay alegría por un solo pecador que se convierta?
Ahora lee los vv. 11-32:
¿Cuántos hijos eran? ¿Quién fue el que pidió la parte de la herencia que le correspondía? ¿Sólo le dio su parte al hijo menor o también al mayor (v. 12)? ¿Pasó mucho tiempo para que el hijo menor se marchara? ¿A dónde se marchó? ¿Qué hizo con el dinero de su herencia?
¿Qué sucedió en aquellas tierras lejanas cuando el hijo menor malgastó todo? ¿Qué le sucedió al hijo? Cuando consiguió trabajo ¿qué tipo de animales lo mandaron cuidar? ¿A qué grado era su hambre? ¿con qué deseaba llenar su vientre? ¿Por qué no agarraba la comida de los puercos?

¿En qué momento comienza a recapacitar? De acuerdo al v. 17 ¿con quién se compara? ¿Qué se propone hacer? Menciona los dos verbos que aparecen al comienzo del v. 18 ¿Qué piensa decirle a su padre? ¿contra quién ha pecado? ¿Qué siente que ya no se merece? ¿Pide ser tratado como hijo o como jornalero? De acuerdo al v. 20 ¿qué hizo?

¿Qué hizo el padre de los dos hijos cuando vio a lo lejos a su hijo menor que se había marchado? ¿Qué le dice el hijo menor a su padre? ¿A quién se dirige el padre? ¿qué les ordena que traigan para su hijo? De acuerdo al v. 23 ¿qué dice el padre después de indicarles que lleven al novillo cebado? ¿se incluye el papá en la fiesta y en la comida? ¿cuál es la razón de la fiesta?

¿Quién estaba en el campo? ¿Alcanzó a llegar al lugar de la fiesta? ¿A quién llama para informarse? ¿sobre qué preguntó? ¿Qué le respondió al hijo mayor uno de los criados? ¿se diferencia en algo la versión del criado con la razón del papá (comparar los vv. 24 y 27)? ¿Qué hizo el hijo mayor? ¿Quién salió a rogarle? ¿En qué consiste el reclamo del hijo mayor? ¿había dejado de cumplir alguna orden de su padre el hijo mayor? ¿de qué se queja? ¿se refiere al recién llegado de tierras lejanas como su hermano o sólo como el hijo de su padre? ¿Cómo refiere que su hermano ha gastado el dinero?
¿Qué le responde el padre? ¿por qué convenía celebrar una fiesta?
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Para comprender mejor este evangelio pongamos atención, en primer lugar, que en la introducción que es dada en los vv. 1-3 se deja claro que la parábola del papá misericordioso así como la de la oveja perdida y la moneda extraviada se dice por los publicanos y pecadores que se acercaban a Jesús para escucharlo (v. 1) y por los fariseos y escribas que murmuraban porque los acogía y comía con ellos (v. 2).

En segundo lugar, no olvidemos que en aquel tiempo la gente que se atrevía a saltar ciertos límites y romper con ciertas costumbres que se veían como lo más normal era muy mal vista. Jesús se dejaba acompañar por enfermos, cobradores de impuestos y prostitutas, incluso se atrevía a decir que ellos estaban más cerca del Reino de Dios y que él no había venido por los que se creían justos sino por los pecadores (5,32). Todo esto incomodaba a quienes se imaginaban a Dios más como juez que como padre misericordioso y que veían como algo normal despreciar a quienes eran menos buenos. En este contexto se ubica la parábola del papá misericordioso.

En tercer lugar, a partir de las semejanzas que existen entre Lc 5,29b-30 (la vocación de Leví) y los primeros versículos del capítulo 15 podríamos pensar que los cristianos que pertenecían a las comunidades de Lucas recordaban un comportamiento fuerte, exigente pero esperanzador de Jesús que los animaba a actuar de manera semejante[2]: Jesús había vivido como amigo de pecadores, de gente mal vista ante los que había manifestado su misericordia[3].
En cuarto lugar, tengamos presente que lo perdido se convierte en prioritario; aunque el hijo mayor vale lo mismo que el menor, en el momento que este último se pierde es –desde esta perspectiva- el más importante, el prioritario[4]. Ahora bien, aún cuando se le da más énfasis al encuentro del padre con el hijo menor no hay que olvidar que existe una dinámica parecida con el hijo mayor. Así como en el v. 20 encuentra al hijo menor que va llegando, en el v. 28 sale de la casa en el momento de la fiesta para invitar al hijo que no quería entrar. En el primer caso sale para recibir, en el segundo para rogarle que entrara a la fiesta (v. 29; cf. 28).

En quinto lugar, no se puede entender el regreso del hijo sin hacer fiesta. La actitud del padre ante el hijo que regresa incluye: la orden de que lo vistan, le pongan el anillo y lo calcen (v. 22), que maten al novillo cebado (v. 23a) y la exhortación: “celebremos un banquete” (v. 23)[5]. La razón o motivo de la fiesta está muy clara: “porque” se ha encontrado lo que estaba perdido (vv. 24. 32). Incluso, a diferencia de la oveja y de la moneda perdida, en el caso del hijo el motivo aparece también con otro par de verbos: “estar muerto” – “volver a la vida” (vv. 24. 32)[6]. No hay pues ambigüedad en las razones para la celebración; se festeja la recuperación, el regreso, la llegada y el poder recuperar sano al hijo que se creía muerto.
El hijo mayor no lograba entender por qué se tenía que hacer fiesta por aquel hermano que había pedido la parte de su herencia, se había ido a tierras lejanas malgastando todo… No le faltaba razón. Sin embargo, la parábola insiste en que se tiene que celebrar el regreso. El hijo que se había marchado ha decidido volver (vv. 17-20); sabe que ha pecado no sólo contra Dios sino contra su padre, contra su casa. No se celebra la llegada de un extraño, sino el retorno de un hijo y de un hermano. Hay motivos para la celebración porque el que estaba muerto ha vuelto a la vida y el que estaba perdido ha sido hallado. La celebración del retorno de quien ha fallado y la alegría por su conversión al mismo tiempo que anima al que vuelve crea un ambiente en el que, si bien no se aplauden los errores y pecados, sí se reconocen y valoran los esfuerzos por dejar el pecado. Esto queda claro también en la actitud del papá.

En sexto lugar, no es cualquier fiesta; es una fiesta en la que por la misericordia del padre la familia se reintegra. Las actitudes del papá son los elementos integradores. Ante aquel muchacho que quiere llegar como uno de los jornaleros, es decir como un asalariado[7], el padre lo recibe como un hijo; aquel que pensaba que no era digno de llamarse hijo (v. 19) encuentra un verdadero padre. Desde antes que el hijo llegue a la casa el padre ya lo está tratando como verdadero hijo; varios signos indican esto. El hecho de besarlo repetidas veces, más que signo de perdón y de manifestación delicada de amor, tiene que ver con la igualdad de quienes se lo dan. El padre ni siquiera le permite que mencione que quiere llegar como uno de sus asalariados (v. 21; cf. vv. 18-19). El vestido mejor, el anillo y las sandalias son signos de distinción, autoridad y de libertad, respectivamente. Con y por esta reintegración comienza la fiesta. La reintegración no está completa, o mejor dicho, está abierta: falta el hijo mayor que se resiste a entrar. Incluso podríamos pensar que también el lector está invitado a la fiesta; el narrador ha tenido cuidado en dejar la parábola abierta, no para que el lector eche a volar su imaginación, sino para que se sienta interpelado[8].

El papá no pierde su papel como principio integrador en la fiesta, en cambio los hijos no responden de la misma manera. El narrador aun cuando no manifiesta una abierta hostilidad hacia el hijo mayor sí se desborda en simpatía –aunque menos que con el padre- hacia el hijo menor. En su afán por presentar a los pecadores en sentido “positivo” como personas que quieren volver a Dios[9], deja claro que el hijo que se había marchado vuelve solo (¡) y provoca la fiesta en casa[10]. La actitud del padre, que había salido a recibir a uno como a otro, reconociendo la permanencia en casa y la fidelidad del mayor así como la ausencia del más joven y su pecado, es el principal elemento reconciliador en la fiesta; sólo faltaba que ambos hermanos aceptaran la responsabilidad de integrarse a la celebración festiva, uno por haber vuelto y otro por haber permanecido en casa. El menor ya había comenzado al arrepentirse y decidir volver a casa, el mayor quizás estaba a punto de hacerlo (no lo sabemos). La propuesta del padre estaba abierta para los dos; no los podía obligar, pues en una fiesta, y con más razón en esa, no era posible participar a la fuerza[11].

En séptimo lugar, no pasemos por alto la disponibilidad del papá para acoger al que se había marchado; esta actitud queda clara a través de sus actitudes: cuando aún estaba lejos vio a su hijo, se conmovió profundamente, corrió, se echó a su cuello y lo besó efusivamente. Estos detalles corresponden a un padre fuera de lo común. Inconscientemente quisiéramos que aquel padre reaccionara de otro modo; que se hiciera el ofendido, que lo regañara antes de entrar a la casa, le pusiera condiciones, etc. Pero no. Este padre es diferente. Al evangelio no le importa presentar al papá de manera inusual de acuerdo a las costumbres de aquel tiempo para dejar claro que desde el primer momento lo acoge como su hijo. Esta misma actitud del padre echa por los suelos el plan del hijo pródigo: llegar como uno de los jornaleros y no como hijo y hermano. La disposición del padre lo ubica en su verdadero papel: hijo y hermano. No tenía por qué andar con falsas humildades, aún cuando había fallado de ese modo, no debía olvidar que al volver tenía que comportarse como hijo de su padre bueno y como hermano del que había permanecido en casa. De este modo aquel que pensaba que no era digno de llamarse hijo (v. 19) encuentra a un verdadero padre y la responsabilidad de ser un verdadero hermano. El padre seguramente no había estado de acuerdo en que se marchara, mucho menos con sus pecados; sin embargo, lo acoge como lo que era: su hijo al mismo tiempo que como hermano.

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