Él ha de bautizar en el Espíritu Santo. Hora Santa

Él ha de bautizar en el Espíritu Santo. Hora Santa

Él ha de bautizar en el Espíritu Santo. Hora Santa

Parroquia de San Pío X

Se reza la Estación al Santísimo Sacramento…

Jesús crea en nosotros un espíritu firme, y un corazón generoso para que podamos ser agradecidos y vivamos siempre en tu amor, guiados por tu espíritu y buscando en todo la voluntad del Padre. Amén.

Lectura del Santo Evangelio según san Juan 1,29-34                                    De pie.

En aquel tiempo, vio Juan el bautista a Jesús que venía hacia él y exclamó: “este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo he dicho: “El que viene después de mi, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo”. Yo no le conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que él sea dado a conocer a Israel”.

Entonces Juan dio testimonio:”Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él: “Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el espíritu santo”. Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que este es el Hijo de Dios.

Palabra de Dios.                                                                                                     Gloria a ti, Señor Jesús

Releemos en silencio y en voz alta compartimos la frase que más nos guste.

 

Canto.

//Bendito, bendito el Cordero de Dios//

//Alabemos su nombre ahora y siempre//

 

 

Nuestra correspondencia.

Jesús, Luis Ma. Martínez

¡Oh, si nosotros comprendiéramos lo que hemos costado a Jesús!¡Si nos pusiéramos al menos a pensar en lo que sufrió por cada uno de nosotros! Nuestra almas están, por decirlo así, envueltas en su ternura y en su dolor, somos fruto de su amor y de su martirio. Recibimos sin cesar sus dones de todas clases, los recibimos tranquilamente, a las veces en el gozo de nuestras almas. Pero esos dones traen como marca divina la Sangre de Jesús, las de sus venas y las de su  Corazón. Para que gustemos  el menor de los consuelos celestiales, Jesús tuvo que gustar la hiel y vinagre de íntimos desconsuelos, para que nuestras almas queden limpias, fue preciso que Jesús derramara su sangre para purificarlas, cada grado de gracia que es para nosotros un grado de gloria fue para Jesús un grado de dolor incomprensible y cada comunión que recibimos  costó a Jesús el sacrificio del Calvario y el sacrificio intimo de su Corazón, es un banquete del cielo preparado con la sangre y la amargura de Jesús, tiene todos los sabores porque fue hecho con la salsa de todos los dolores, es el recuerdo de su Pasión, pero un recuerdo viviente que nos trae, por decirlo así, bajo las especias eucarísticas toda la Pasión de Jesús. No comprendemos lo que es una comunión, ni el don que en ella se nos da, ni  el dolor inmenso que costó a Jesús esa donación sublime.

Y así podríamos discurrir de todas las gracias de Dios, todas están teñidas en sangre y embalsamadas de amargura. La luz que brilla en nuestros espíritus, el amor que arde en nuestro corazón, la fortaleza que sostiene nuestra alma, las virtudes que lo adornan, los dones del Espíritu Santo que la divinizan, los frutos del Divino Espíritu, la gracia que nos hace participes de la naturaleza de Dios, los carismas, las gracias actuales de preservación la santificación, todo, todo lo que forma este mundo que es la vida espiritual, todo es fruto de amor y de dolor, todo salió del Corazón divino de  y conserva el calor de sus llamas y la amargura de su martirio, aunque de ordinario, esta se convierta para nosotros en dulzura.

Si todas las gracias que recibimos fuera solamente fruto del amor, habría motivo suficiente para morirnos de gratitud y para que hiciéramos todos los motivos suficientes para morirnos de gratitud y para que hiciéramos todos los sacrificios para corresponder a ese amor inefable. pero si son también frutos de dolor, si para salir del Corazón divino lo desgarraron y le hicieron verter sangre ¿En donde habrá gratitud suficiente para agradecerlas y amor adecuado para corresponder a ellas?

¡Oh con sólo contemplar el interior del Corazón de Jesús bastaría para santificarnos  sin medida, ¿Por qué  apartamos nuestros ojos y nuestro corazón de ese Corazón, único objeto digno de nuestra vida?

Hacemos unos momentos de silencio…

Medita, deja que estas palabras penetren en tu interior y oramos espontáneamente de acuerdo a lo que leímos.

 

Canto

El Señor es mi luz y mi salvación, El Señor es la defensa de mi vida, si el Señor es mi luz a quien temeré?  ¿Quién me hará temblar?

Una cosa pido al Señor habitar por siempre en su casa, gozar de la dulzura del Señor contemplando su Rostro santo.

No me escondas tu Rostro Señor, buscare todo el día tu rostro, si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá.

Oh Señor, enséñame el camino, guíame por la senda verdadera, gozare de la dicha del Señor, en la tierra de la vida.

 

Oremos a María Santísima.

Madre, Tu que llevaste en tu vientre al Cordero sin mancha, al Santo de Israel, al que cargo con todos nuestros pecados, ora para que el Espíritu descienda sobre nosotros y nos dejemos conducir por Él. Amén.

1er. Misterio. Al testimonio del Padre: “Este es mi Hijo amado en quien me complazco” le corresponde el de Bautista: “Este es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo” Jesús presentado por el Padre como Hijo muy querido, es ahora presentado como el cordero inocente que será ofrecido en sacrificio para la expiación de los pecados.

Que nosotros a semejanza del Bautista podamos reconocer al que quita el pecado.

2do. Misterio. La divinidad de Cristo resplandece: Unigénito del Padre, es Dios como el Padre; asumiendo la naturaleza humana, su divinidad no ha disminuido. Sin embargo, la esconde, como aniquílala, tomando de hecho la forma de esclavo y abajándose sin más hasta la condición de un cordero ofrecido en holocausto.

Agradezcamos sin medida todo el sacrificio que Jesús hizo por nosotros.

3er. Misterio. Pero mediante este sacrificio que desemboca en la resurrección, recupera  plenamente a todos los hombres redimiéndolos del pecado y presentándolos al Padre como hijos.

Oremos para que vivamos como hijos de Nuestro Padre Dios.

4to. Misterio.  En la presencia de la grandeza de Cristo, Juan advierte su poquedad y confiesa “Este es aquel de quien yo dije: Detrás de mi viene un hombre que ha sido  puesto delante de mí, porque era primero que yo”

Que podamos siempre reconocer su grandeza y nuestra pequeñez.

5to Misterio. Iluminado por Dios, el Bautista reconoce la prioridad absoluta de Cristo y de su misión:  él es el “elegido de Dios” venido no a bautizar con agua, sino “en el Espíritu Santo” delante de Cristo desaparece todo el apóstol o mejor dicho, vale y puede actuar solo en la medida que depende de él en todo y humildemente.

Pidamos la humildad y la dependencia total a Cristo para todo lo que hagamos.

 

 

Recemos la Corona de la Misericordia

Ofrezcamos la coronilla para que la humildad nos haga buscar en todo la voluntad de Dios, por encima de toda ganancia personal.                                   De rodillas

                    Padre nuestro…Ave María… Credo…

En  las cuentas grandes antes de cada decena.

Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.

En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.

Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.

Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti

Doxología final después de las cinco decenas.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero ( veces)

 

Permanezcamos en Silencio unos momentos

 

 

Escuchemos lo que nos dice hoy el Señor:

“Este es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo”

 

Oremos todos unidos.

Tú que eres la luz, envía  un rayo de ella a mi pobre alma.

Déjame volver la mirada a ti, belleza infinita. Vela un tanto los resplandores

De tu gloria, para que pueda contemplar y ver tus perfecciones divinas.

Abre mis oídos; que pueda yo oír tu voz y meditar tus divinas enseñanzas.

Abre también mi espíritu y mi entendimiento, que tu palabra llegue hasta mi

Corazón y él la guste y la comprenda.

Enciende en mi una gran fe en ti, para cada Palabra tuya sea luz que me

Ilumine, me atraiga a ti y me lleve a seguirte en todos los caminos de la

 Justicia y de la verdad.

¡Oh Jesús! ¿Oh Verbo! Tú eres mi Señor, mi único y solo maestro.

¡Habla! Quiero escucharte y poner en práctica tu Palabra.

Quiero escuchar la Palabra  porque sé que viene del cielo. Quiero escucharla,

Meditarla, ponerla en práctica porque en tu Palabra esta la vida, la alegría, la

Paz y la felicidad.

¡Habla tu eres mi Señor y mi maestro

Y yo no quiero escuchar sino a Ti

  1. A.Chevrier.

Canto.

Te doy gracias Jesús, por haberme encontrado, por haberme salvado, te doy gracias Jesús.

Hoy ya se el camino y hacia él me dirijo, por la senda bendita que representa el Hijo.

Mi amor era pequeño, pero ya lo he encontrado, y ese pequeño  amor hoy se ha agigantado.

Hoy Jesús es mi guía el controla mi vida y no hay ser terreno que mi cariño mida.

  

¡Unidos en la Eucaristía!

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