El Buen Pastor. Hora Santa

El Buen Pastor. Hora Santa

El Buen Pastor. Hora Santa

Parroquia de San Pío X

 

Se reza la Estación al Santísimo Sacramento…

Señor que en tu infinita misericordia nos has llamado y nos has dicho mis ovejas escuchan mi voz y me siguen concédenos la gracia de escucharte siempre y obedecerte en todo lo que nos pidas. Danos tu gracia que con ella podremos ser fieles a tu Palabra. Amén.

 

Lectura del Evangelio de San Juan 10,27-30

En aquel tiempo Jesús dijo a los judíos: “mis ovejas escuchan mi voz: yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatara de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. El Padre y yo somos uno”.

Palabra del Señor.

Releemos n silencio y en voz alta compartimos la frase que más nos guste.

 

Canto.

El Señor es mi Pastor nada me faltara, el Señor es mi pastor nada me faltara

El conduce mi vida y la llena de su amor. El viene a mi corazón.

 

Aunque atraviesa un valle de tinieblas, no temeré,

Porque el Señor está conmigo

Aunque pase por el fuego no me quemare

Y de su amor no me apartare.

 

//El Señor es mi Pastor nada me faltara

El Señor es mi Pastor nada me faltara

El conduce mi vida hasta el fin conducirá

Mi corazón, nada me faltara//

 

Hacia las aguas de reposo me conducirá, si dicha y gracia me acompañaran

Todos los días de mi vida. Mi morada será Él.

 

 

Mis ovejas escuchan mi Voz.

Intimidad Divina P. Gabriel Sta. Ma. Magdalena O.C.D.

En esta figura del buen Pastor, tan querida de la Iglesia primitiva, la expresión del Amor universal de Cristo hacia los hombres. Ellos le pertenecen como las ovejas al pastor, los guarda celosamente y es para ellos fuente de vida de salvación “yo les doy (a las ovejas) la vida eterna y no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mis manos (10,28). Privilegio inmenso, pero que exige una condición de parte del hombre: “Mis ovejas oyen mi voz…y me siguen (10,27). Oye la voz de Jesús quien acepta el Evangelio y descubre su verdadero significado, quien escucha la voz de la Iglesia- del Papa, de los obispos, de los superiores- y obedece, quien atiende a la voz de la conciencia y de las inspiraciones interiores, cuando el hombre escucha todas estas voces y las traduce en su vida, sigue verdadera y fielmente al Señor.

Pero el pertenecer a la grey de Cristo no es un privilegio reservado a unos pocos, sino un don ofrecido sin distinción a todos los hombres que quieren aceptarlo. Aunque en los designios de Dios las primicias del Evangelio  fueron reservadas al pueblo hebreo, en medio del cual Jesús ejercito su ministerio, después de la Resurrección mando a los Apóstoles que lo predicaran “a todas las naciones” (24,47). La oposición de Israel fue  la ocasión para que los Apóstoles dirigiesen su cuidado a los paganos “Teníamos que anunciar primero  a vosotros la Palabra de Dios- decían Pablo y Bernabé a los judíos- pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. El buen Pastor que ha dado la vida por todos los hombres, no excluye a ninguno de su rebaño, es el hombre quien se excluye a sí mismo cuando rechaza conscientemente el mensaje de Cristo; entonces se juzga por sí mismo “indigno de la vida eterna”. Sin embargo, los creyentes deben tender siempre la mano a los hermanos incrédulos, reacios o fugitivos y facilitarles de todos modos la entrada a su vuelta al único redil. Este no debe ser considerado como un lugar cerrado  destinado únicamente a recoger y guardar a los creyentes, sino como un espacio abierto a todos los que deseen entrar en él.      Su puerta es ancha invitadora, como lo es  Cristo que ha querido llamarse “la puerta de las ovejas” (10,7) Quien acepta pasar por esta puerta será siempre bien recibido y encontrara la salvación “el que por mi entrare se salvara” (10,9) Esta actitud de apertura mantiene en la Iglesia el carácter de universalidad que le imprimió su Fundador y un dinamismo que la hace siempre viva y fecunda.

 

Releemos en silencio y oramos espontáneamente de acuerdo a lo que leímos.

 

 

Canto.

En Jesús puse toda mi esperanza, El se inclino hacia mí

Y escucho mi clamor, y escucho mi clamor.

 

*Me saco de la fosa fatal, del fango cenagoso,

Asentó mis pies sobre la roca, mis pasos consolido

*Puso en mi boca un canto nuevo, una alabanza a nuestro Dios

Muchos verán y creerán y en Jesús confiarán.

*En ti se gozan y se alegran todos los que te buscan

Repitan sin cesar, ¡que grande es nuestro Dios!

 

 

Oremos a María Santísima

 

Madre ya que en tu corazón bebió las enseñanzas Jesús buen Pastor, ora con nosotros para que podamos ser discípulos fieles a las enseñanzas de él y así podamos testificar a nuestros hermanos, la vida en abundancia que recibimos de él.

 

1er. Misterio. Ap. 7,9 nos presenta la gloria eterna del cordero rodeada de “una muchedumbre grande, que nadie podía contar, de toda la nación, tribu, pueblo y lengua” se nos ofrece la prueba más bella y consoladora de la universalidad de la salvación.

Oremos por todos nosotros para que nos veamos como la gran  familia de Dios.

 

2do. Misterio. Jesús es la figura Cordero- pastor que con su sangre ha lavado y emblanquecido las vestiduras de sus elegidos. Entonces “Los que vieron de la gran tribulación”, es decir, de los trabajos por conservar y defender la fe en medio de los sufrimientos de la vida terrena, ya no sufrirán más, “porque el Cordero…los apacentará y los guiará a las fuentes de aguas de vida”. Es esta la vida eterna que el buen Pastor promete a sus ovejas.

Pidamos por todos los hermanos que viven la gran tribulación, para que sean fieles en el sufrimiento.

 

3er. Misterio. ¿Cómo llevar el Evangelio a todos los hermanos? Todo creyente está comprometido en esta misión: con la oración, el sacrificio, la palabra debe trabajar para conducir al redil de Cristo a las ovejas olvidadizas y lejanas, a las extraviadas y errantes, para que de todas se haga “un solo rebaño y todas  tengan un solo pastor”.

Oremos para que en Cristo tengamos todos los hermanos la unidad.

 

4to. Misterio. La verdadera vida de los hijos de Dios, comienza en la tierra con la fe y el amor y culminará en el cielo, donde “seremos semejantes a Dios, porque le veremos tal cual es”.

Pidamos a Dios la gracia de vivir en la tierra, deseando los bienes del cielo.

 

5to. Misterio. El buen Pastor no abandona el rebaño en la hora del peligro, como hace el mercenario, sino que para ponerlo a salvo se entrega a sí mismo a los enemigos y a la muerte: “el buen Pastor da la vida por sus ovejas”

Pidamos la gracia de imitar en todo a Jesús buen Pastor.

 

 

 

Recemos la Corona  de la Misericordia.

Ofrezcámola por todas las personas que se encomiendan a Jesús Buen Pastor.

 

Padre nuestro…Ave María… Credo…

En  las cuentas grandes antes de cada decena.

Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.

En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.

Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.

Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti

Doxología final después de las cinco decenas.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero (3

 Veces) 

 

 

 

 

Oremos en silencio

Por las necesidades de todos los presentes

Consagremos a todos nuestros familiares, perseguidores y enfermos al Corazón Inmaculado de María para que ella los bendiga.

 

 

Reparemos el Corazón de Jesús

Los momentos que nos quedan reparemos el corazón de Jesús que sufre

Por los  sacrilegios cometidos en las diversas Iglesias del mundo entero y

Por todos los que  cometen comuniones sacrílegas, oremos para que el Espíritu Santo, de la luz y conversión a todos ellos y a todos nos

Permita realizar buenas confesiones.

 

Repetimos varias veces esta jaculatoria, para reparar su Corazón.

Jesús que eres azotado en nuestras Iglesias. Te adoro en todas las partículas esparcidas. Tómame como tu Sagrario,

 tu trono, tu altar; sé que no soy digno, pero tú quieres estar entre los que te amamos y yo te quiero amar también por los que no te aman,

 hazme digno de recibirte aTi, que quieres ser semejante a nosotros en esta hora de guerra.

Qué Mi amor sea lámpara que arda ante Ti

 

 

Oremos unidos

 

Oh Jesús, tú has dicho: “Yo soy la puerta. El que por mi entrare se salvará.

No quiero contentarme con solo leer tus palabras, meditarlas, aprobarlas

Admirarlas y predicarlas, ayúdame Señor, a ponerlas en práctica,

A vivirlas, a convertirlas en vida mía.

Ayúdame a vivir de fe, dejando  a un lado la razón humana,

Que es locura delante de ti y regulando mi vida en conformidad con las palabras de tu sabiduría divina que es locura delante de los hombres.

Que yo pueda “entrar por ti” imitándote…

Que “pase por ti” obedeciéndote. Las ovejas van unidas a su Pastor porque

Lo miran, lo siguen, lo obedecen, que yo también te siga y te ame,

Divino Pastor; que yo te mire con la contemplación, te siga con la imitación

Y te obedezca.

 

Carlos de Foucauld.

 

¡Unidos en la Eucaristía!

 

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