“El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga”. Hora Santa

“El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga”. Hora Santa

“El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga”. Hora Santa

Parroquia de San Pío X

 Se reza la Estación del Santísimo Sacramento…

 

Señor Jesús, en este día querernos entregarte todos nuestros problemas y necesidades, te pedimos que infundas en nosotros tu santo espíritu, para que aprendamos que en la vida cotidiana es donde florece la esperanza, que los problemas y tribulaciones nos lleven a confiar plenamente en ti y a reconocer que lo que nos sucede es para nuestra santificación. Amén.

 

Lectura del Santo Evangelio según san mateo 16, 21-27                       de Pie.

En aquel tiempo comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Pedro se lo llevó aparte y trato de disuadirlo, diciéndole: “No lo permita Dios, Señor. Eso no te puede suceder a ti”. Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: “¡Apártate de mi, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!”.

Luego Jesús dijo a sus discípulos: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y que podrá ser uno a cambio de recobrarla?

Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles y entonces le dará a cada uno lo que merecen sus obras”.

 

Palabra del Señor.

Releemos en silencio y compartimos la frase que más nos llega.

  

Canto.

Hazme un instrumento de tu paz, donde haya odio lleve yo tu amor

Donde haya injuria, tu perdón Señor, donde haya duda fe en Ti

 

Hazme un instrumento de tu paz, que lleve tu esperanza por doquier

Donde haya oscuridad, lleve tu paz, donde haya pena tu gozo Señor

 

Maestro ayúdame a nunca buscar, querer ser consolado, sino consolar

Ser entendido sino entender, ser amado sino yo amar.

 

 La confesión Mesiánica de Pedro II

 

Jesús, maestro de salvación. Anselmo Gûn.

 A la esclarecedora confesión de Pedro y la consiguiente designación de Jesús como bienaventurado le sucede una escena contraria, una historia de contraste. A Mateo le gustan los contrastes, un recurso literario recurrente que se observa a lo largo del Evangelio, Jesús les explica a sus discípulos que Él va a tener que sufrir. Pedro toma a Jesús aparte y le hace este reproche: “Dios no lo quiera, Señor, no te ocurrirá eso”. Entonces Jesús se volvió hacia él abruptamente y le dijo: “¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son como los de  Dios, sino como los de los hombres”. Son unas palabras muy duras de Jesús. Si vemos en Pedro un modelo de todos los creyentes, también esas palabras nos alcanzan a nosotros.

Creer en Jesús significa que él nos conduce a la libertad y a la vida. Pero es evidente que nosotros no logramos seguirle en el tema del sufrimiento. La autentica imagen de Jesús no sólo pretende provocar un desengaño en las esperanzas de Pedro, sino que trata de la verdadera comprensión del ser de Cristo. El sufrimiento y por último, la muerte saldrán a nuestro encuentro lo queramos o no. Cualquier idea del camino cristiano que de lado el sufrimiento está lejos de Jesús. Es evidente que en la Iglesia, con demasiada frecuencia, hemos hecho del sufrimiento un tema central y que con esto hemos provocado una búsqueda masoquista del dolor. Pero tampoco podemos caer en lo contrario eliminar todo sufrimiento del camino mientras  construimos castillos en  el aire. Jesús quiere acompañarnos incluso cuando somos atormentados  por los demás, cuando somos entregados en manos de los hombres, cuando nos encontramos con la muerte.

Ante la objeción de Pedro y la dura reprimenda que recibe, Mateo acepta palabras de Jesús, que nos quieren dirigir hacia el misterio de su seguimiento. Son las palabras que frecuentemente han sido discutidas en medio de una gran controversia y han irritado a muchos. ¿Cómo han de entenderse? “Si alguno quiere venir detrás  de mí, que renuncie así mismo, cargue con su cruz y me siga”. Estas palabras sobre la negación de uno mismo han sido interpretadas, erróneamente como una auto negación, una auto deformación, un auto desprecio. Pero no es esto lo que quieren  decirnos. Quien sigue a Jesús debe decir “no” a las tendencias egocéntricas de su espíritu, que todavía quieren aceptar a los ídolos.

Precisamente en el trasfondo de la escena precedente, en la que Pedro prefiere suprimir el sufrimiento, las palabras de Jesús se refieren a aceptar la vida tal y como es. No podemos adaptar a Dios a nuestro modo de ser, manipulándolo para que todo resulte bueno y exitoso.  El que quiere experimentar a Dios necesita separarse de su ego. No se trata de interpretar las palabras de Jesús en un sentido meramente ascético, como si tuviéramos que mortificarnos, con todos los sufrimientos, pero necesitamos tomar distancia respecto a las tendencias de tenerlo todo, a ganarlo todo, incluso a traer a Dios hacia nosotros. Quien esta ansiando a su pequeño yo, solo experimenta “angustia y preocupación de sí mismo”.

A quien sigue a Cristo se le agranda el corazón. El presenta ante Dios su frágil corazón. La experiencia verdadera de Dios solo es posible cuando dejamos de lado nuestro ego. Si uno se sirve de la experiencia de Dios para engrandecer su propio ego, se vuelve ciego y cae en la experiencia de Dios para engrandecer su propio ego, se vuelve ciego y cae en la confusión. El texto sobre la renuncia de uno mismo no es un texto ascético, sino místico. Muestra a Jesús como maestro de la sabiduría mística. Jesús quiere conducir a sus discípulos a una espiritualidad en la que Dios sea Dios y en la que se vea la realidad tal y como es, sin amoldar a Dios y a la realidad a uno mismo.

 

Releemos en silencio y oramos espontáneamente de acuerdo a lo que leímos.

 

Canto.

Hazme un instrumento de tu paz, es perdonando que me das perdón,

Es dando a todos como tú nos das, muriendo en ti volvemos a nacer.

 

Maestro ayúdame a nunca buscar, querer ser consolado, sino consolar

Ser entendido sino entender, ser amado sino yo amar.

 

Hazme un instrumento de tu paz.

  

Oremos a María Santísima

Madre del Dolor, de la Esperanza y de la Santa Alegría, te pedimos por todas las personas que sufren que han perdido  la confianza y la esperanza en Jesús y en ti, que el Espíritu como brisa suave llegue a sus vidas y renueve en su interior su corazón, para que se vuelvan a Dios. Amén.

 

 

1er. Misterio. En el anuncio de la Pasión de Jesús, de la que los sufrimientos de Jeremías son una pálida figura. “Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho… y ser ejecutado”

Pidamos para que contemplando a Cristo en la cruz, confiemos, en Él.

 

2do. Misterio. Con la fogosidad acostumbrada Pedro reacciona al instante. ¿Cómo admitir que el Mesías, el hijo de Dios vivo, vaya a ser perseguido y ajusticiado? Pedro no hace más que expresar la mentalidad de los hombres de todos los tiempos. Es buena lógica humana cuanto mayor es uno., tanto más éxito ha de tener y más ha de ir de victoria en victoria.

Pidamos para que contemplando a Cristo en la cruz, confiemos en Él.

 

 3er. Misterio. Pero no es esta la lógica de Dios ni el pensamiento de Jesús, el cual afirma que “tiene” que sufrir porque así lo ha establecido e padre para redimir al mundo del pecado. Y Pedro se siente rechazado con dureza: “Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar: tú piensas como los hombres, no como Dios” ¡Tremendo contraste entre estas palabras y las  que ha escuchado en Cesárea cuando la confesión de la medianidad y divinidad de Jesús! Allí: “¡Dichoso tú!” y la promesa del primado; aquí el apelativo de “Satanás” y la repulsa.

Pidamos  para que contemplando a Cristo en la cruz, confiemos, en Él.

 

4to. Misterio. El motivo de uno solo la oposición a la Pasión al hijo de Dios que aceptar verlo morir como un malhechor. Pero quien se escandaliza de su cruz, se escandaliza de él, quien  rechaza su Pasión le rechaza a él, tiene que aceptar no sólo la cruz de Cristo, sino la propia.

Pidamos para que contemplando a Cristo en la cruz, confiemos, en Él.

 

5to.Misterio. Lo dice Jesús en seguida para hacer comprender a sus discípulos que sería una ilusión pensar en el seguirlo, pero sin llevar con él la cruz: “El que quiere venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue su cruz y me siga”. Después del pecado es este el único camino de salvación para los individuos y para la humanidad entera.

Pidamos para que contemplando a Cristo en la cruz, confiemos, en Él.

 

 

 

Recemos la Corona de la Misericordia.                                        De rodillas o de pie.

Ofrezcámosla para que amemos la  Cruz en nuestras vidas.

 

Padre nuestro…Ave María… Credo…

En  las cuentas grandes antes de cada decena.

Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.

En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.

Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.

Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti

Doxología final después de las cinco decenas.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero (3 Veces) 

 

Permanezcamos en silencio unos momentos.

 

 

Escuchemos lo que nos dice hoy el Señor:

“El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga”

 

 

Reparemos el corazón de Jesús

Que sufre por tanta indiferencia y por todos los sacrilegios cometidos a su presencia real en la Eucaristía, pidámosle nos permita acompañarlo este día  para reparar  su sufrimiento con nuestros actos de amor.

Repetimos 5 veces esta jaculatoria, para reparar su Corazón:

 

Cuerpo y sangre de Jesús, os quiero, os amo y os adoro. Os pido perdón y misericordia por todos los sacrilegios cometidos.

 

 

Oremos todos unidos

Me sedujiste Señor y me deje seducir; todos se burlaban de mi.

La palabra del Señor se volvió para mi oprobio y desprecio todo el día…

Pero la palabra  era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en los huesos

Intentaba contenerla y no podía…

Pero el Señor está conmigo, cual campeón valeroso.

 

Jeremías. 20, 7-9. 11

 

 

 

Canto.

Yo no soy nada y del polvo nací, pero tú me amas y moriste por mí.

Ante la cruz solo puedo exclamar, ¡Tuyo soy, tuyo soy!

 

Toma mis manos te pido, toma mis labios te amo

Toma mi vida, Oh Padre, tuyo, soy, tuyo soy.

 

Cuando de rodillas te miro Jesús, veo tu grandeza y mi pequeñez,

Que puedo darte yo, solo mi ser. ¡Tuyo soy, tuyo soy!

 

 ¡Unidos en la Eucaristía!

 

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