El Sermón sobre el final de los tiempos. Oremos para que siempre estemos atentos y preparados  hasta que Él llegue. Hora Santa

El Sermón sobre el final de los tiempos. Oremos para que siempre estemos atentos y preparados hasta que Él llegue. Hora Santa

El Sermón sobre el final de los tiempos Velen y estén atentos y preparados hasta que Él llegue. Hora Santa

Parroquia de San Pío X

Se reza la Estación del Santísimo Sacramento…

Jesús Eucaristía, Señor de la Misericordia, concédenos la gracia de permanecer en vela, para no dormir, ayúdanos a  aprovechar este tiempo en la Iglesia para permanecer alerta, y en gracia para estar dispuestos interiormente y volver nuestro corazón a Dios. Amén.

 

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 13,33-37            De pie.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Velen y estén preparados, porque no saben cuando llegara el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben  a qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a Ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta”

Palabra del Señor.

Releemos en silencio y compartimos la frase que más nos agrade.

 

Canto.

//Señor Jesús ven pronto, eres nuestra salvación//

 

Tu pueblo está en marcha a la nueva tierra, eres nuestra salvación.             

Sin ti el camino, se pierde en la nada, eres nuestra salvación

Por tu Iglesia santa tú sigues viviendo, eres nuestra salvación

En ti nos sentimos todos como hermanos, eres nuestra salvación.

 

El  Sermón sobre el final de los tiempos.

Jesús, camino hacia la libertad. Anselmo   Grun.

En la última parte de su Sermón, Jesús nos muestra la actitud con la que debemos prepararnos para su llegada. Los discípulos deben aprender de la higuera que la llegada del Hijo del hombre está cercana, pero la hora exacta no la conoce nadie, ni siquiera el hijo. Por eso, los discípulos no deben pensar en el momento exacto. El Hijo del hombre está siempre detrás de la puerta para llamar y para que nosotros le dejemos entrar en nuestra casa. La actitud con la debemos reaccionar ante la llegada del Hijo del hombre es la vigilancia. Mediante una parábola, Jesús nos explica cómo debemos vigilar: “Sucederá lo mismo que con aquel hombre que se ausentó de su casa, encomendó a cada uno de los siervos su tarea y encargó al portero que velase” (13,34)

Los monjes primitivos apreciaron esta imagen del portero. Evagrio Póntico nos advierte en una carta que debemos ser buenos porteros, ante cada pensamiento que llega a la puerta para entrar, nosotros debemos preguntarnos si nos pertenece o no, si nos sirve o nos daña. Jesús ha instituido la imagen del portero para cada cristiano. La tarea del portero es velar para poder recibir al Señor, Jesús se dirige a nosotros: “Así que velad, porque no sabéis cuando llegara el dueño de la casa, si al  atardecer, a media noche, al canto del gallo o al amanecer” (13,35) Marcos toma aquí las cuatro guardias nocturnas romanas como posibles puntos temporales para la llegada del Señor. Jesús puede llegar en cualquier momento  para llamar a nuestra puerta. Llega el silencio de nuestro corazón para darnos instrucciones para nuestro camino. Y viene en la hora de nuestra muerte para mudarse para siempre a nuestra casa.

Lo que Jesús espera de todos los discípulos es que velen y no duerman. Precisamente esto es lo que no hacen los tres discípulos que él elige para que le acompañen despiertos en su plegaria en Getsemaní: se quedan dormidos. Así, esta advertencia ante el fracaso de los tres discípulos es mucho más seria. Como discípulos y discípulas de Jesús, debemos imponernos la vigilancia. Marcos nos da aquí dos parábolas diferentes para vigilar: agrypneite, que significa “insomnio” y gregoreite, que quiere decir algo así como “mantén los ojos abiertos”. Dormimos a menudo demasiado. Creemos que deberíamos vivir nuestra vida conscientemente, pero, en realidad, vivimos como en un sueño, entreteniéndonos con las ilusiones que nos hacemos sobre nuestra vida. Jesús nos avisa para que no caigamos en el seño, sino para que nos despertemos y vivamos el día despiertos.

La segunda parábola se refiere a nuestros ojos cerrados. No queremos ver lo que hay. Cerramos los ojos ante la realidad, ante la cercanía de Jesús, que puede llamar a nuestra puerta en cualquier momento. Creemos que será suficiente con vivir honradamente, cumplir los mandamientos y no hacer nada malo. Sin embargo, ser cristiano significa estar vigilante, abrir los ojos para mirar la realidad de frente. Y la realidad está determinada por la llegada  del hijo del hombre. El estar vigilante es una señal de espera. Somos hombres que esperamos la llegada del Señor. Cuando llegue, estaremos verdaderamente en casa y después nuestra casa se convertirá en nuestro hogar. Porque Cristo mismo habita allí. Pero hasta que él llegue, cada uno debe hacer su obra, la que Jesús le ha encomendado. Sin embargo, la invitación “¡estad despiertos!” (13,37) sirve para todos. Con etas palabras de Jesús., Marcos deja al lector en la Pasión. El debe mirar con los ojos abiertos lo que el evangelista nos cuenta en la historia de la Pasión. Sólo entonces reconocerá cómo Jesús se introduce en todos los campos de la maldad humana para vencerlo a través del mantenerse aferrados a Dios. Sólo entonces verá  a este Jesús que muere en la Cruz, que descenderá un día del cielo para dirigirse a todos los hombres y reunir en su casa eterna a todo los que le esperan.

Releemos en silencio y oramos espontáneamente de acuerdo a lo que leímos.

 

 

Canto.

//Señor Jesús  ven pronto, eres nuestra salvación//

Somos caminantes, te andamos buscando eres nuestra salvación

Por ti caminamos a la Nueva tierra, eres nuestra salvación.

Queremos unirnos todos como hermanos, eres nuestra salvación

En ti encontramos todo lo que ansiamos, eres nuestra salvación.

 

 

Oremos a María Santísima

Madre del amor, Virgen del Adviento, ora con nosotros para no caer en la tentación de dormirnos en las cosas del mundo, de dormirnos en nuestro pecado, de dormirnos en nuestra mediocridad, intercede por todos nosotros para que estemos despiertos, alertas, para las cosas de Dios. Amén.

 

1er. Misterio. La fidelidad por parte del hombre debe ser cual la presenta el Evangelio: un generoso servicio en el cumplimiento del propio deber sin rendirse ni al cansancio ni a la pereza.

Oremos para que aprendamos a estar despiertos esperando el momento del encuentro.

 

2do. Misterio. Como lo hace el sirvo diligente que no duerme durante la ausencia del amo, sino que realiza las tareas que le han sido encomendadas, de tal manera que cuando vuelva el amo “por la tarde a medianoche, al canto del gallo o a la madrugada”, lo encuentre siempre en su puesto, entregado al trabajo, no asustado, como quien es  sorprendido en el mal, sino alegre de volverlo a ver. Y como para el cristiano Dios es no sólo amo, sino Padre, su llegada será llena de alegría.

Oremos para que aprendamos a estar despiertos esperando el momento del encuentro.

 

3er. Misterio. “Velen y estén preparados, porque no saben cuando llegara el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando.

Oremos para que aprendamos a estar despiertos esperando el momento del encuentro.

 

4to. Misterio. Así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a regresar e dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada.

Oremos para que aprendamos a  estar despiertos esperando el momento del encuentro.

 

5to. Misterio. No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todo: permanezcan alerta”

Oremos para que aprendamos a estar despiertos esperando el momento del encuentro.

 

 

Recemos la Coronilla de la Misericordia       De rodillas o de  pie

Ofrezcámosla para que permanezcamos en vela

Padre nuestro…Ave María… Credo…

En  las cuentas grandes antes de cada decena.

Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.

En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.

Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.

Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti

Doxología final después de las cinco decenas.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero

 (3 Veces) 

 

Permanezcamos en silencio unos momentos

 

Escuchemos lo que nos dice el Señor:

“Velen y estén preparados, porque no saben cuando llegara el momento”.

 

Reparemos el Corazón de Jesús

Que sufre por tanta indiferencia y por todo los sacrilegios cometidos a su presencia real en la Eucaristía, pidámosle nos permita acompañarlo este día para reparar su sufrimiento con nuestros actos de amor.

 

Repetimos varias veces esta jaculatoria, para reparar su Corazón:

Cuerpo y Sangre de Jesús, os quiero, os amo y os adoro. Os pido

Perdón y misericordia por todos los sacrilegios cometidos.

 

Oremos todos unidos

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la pelea y se nuestro amparo  contra la

Maldad y acechanzas del demonio

Reprímale Dios como rendidamente se lo suplicamos,

Y tú, príncipe de la milicia celestial, armado del poder divino,

Precipita al infierno a Satanás y a todos los espíritus malignos

Que para perdición de las almas andan por el mundo.

Amén.

 

Pp. León XIII

 

 

Canto.

Ha venido el Señor  ha traernos la paz, ha venido el Señor y en nosotros esta

 

Te alabamos Señor por tu inmensa bondad,

Te alabamos Señor por tu cuerpo hecho pan.

 

Tú eres solo mi Dios, mi Señor, mi heredad

Tú eres solo mi Dios, mi confianza en ti está.

 

Somos hermanos sí, con su vida y su amor,

Somos hermanos si, somos un corazón.

 

Este pan es manjar, que da fuerza sin par,

Asegura el vivir en la patria eternal.

  

¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!!

 

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