Devoción al Sagrado Corazón de Jesús Para todos los días del mes. Día 17. Jesús enseña acerca de la caridad…

Devoción al Sagrado Corazón de Jesús Para todos los días del mes. Día 17. Jesús enseña acerca de la caridad…

Devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Para todos los días del mes. Día 17. Jesús enseña acerca de la caridad…

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En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Acto de Contrición

Misericordia, Señor, hemos pecado. Por tu inmensa compasión borra nuestras culpas. Contra Ti, contra Ti sólo pecamos. Cometimos las maldades que Tú aborreces. Aparta de nuestros pecados tu vista. Borra de nuestras almas toda culpa. Oh Dios crea en cada uno un corazón puro, y no alejes de nosotros tu Santo Espíritu. Como se aleja el Oriente del Occidente, así tú alejas nuestros pecados. Tú perdonas nuestras faltas. Eres compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos tratas como merecen nuestros pecados ni nos castigas como lo exigen nuestras culpas. Como se eleva el cielo sobre la tierra, así se eleva tu bondad sobre nosotros. Como un padre siente ternura por sus hijos, así Tú, oh Dios, sientes compasión por tus servidores. Sabes de qué estamos hechos y recuerdas que somos barro. Tu misericordia, Señor, dura por siempre. Recuerda Señor que tu ternura y tu misericordia son eternas: no te acuerdes de nuestros pecados ni de las maldades de nuestra vida pasada. Acuérdate de nosotros con misericordia, por tu bondad, Señor. Por el honor de tu Nombre perdona nuestras culpas que son muchas. Te lo suplicamos en el nombre de Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

Acto de Consagración

Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano; míranos humildemente postrados ante tu altar. Tuyos somos y tuyos queremos ser; y, para que podamos hoy unirnos más íntimamente contigo, cada uno de nosotros se consagra espontáneamente a tu Sagrado Corazón.

Es verdad que muchos jamás te conocieron, que muchos te abandonaron después de haber despreciado tus mandamientos; ten misericordia de uno y de otros, benignamente Jesús, y atráelos a todos a tu Santísimo Corazón.

Reina, Señor, no solamente sobre los fieles que jamás se apartaron de ti, sino también sobre los hijos pródigos que te abandonaron, y haz que estos prontamente regresen a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de miseria.

Reina sobre aquellos a quienes traen engañados las falsas doctrinas o se hallan divididos por la discordia, y vuélvelos al puerto de la bondad y a la unidad de la fe, para que en breve no haya sino un solo redil y un solo Pastor.

Concede, Señor, a tu Iglesia, segura y completa libertad; otorga la paz a las naciones y haz que del uno al otro polo de la tierra resuene esta sola voz: Alabado sea el Divino Corazón, por quien nos vino la salud: a Él sea la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro… Avemaría… Gloria al Padre…

 

Día 17
Jesús enseña acerca de la caridad y el trato a los demás

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,21-48

“habéis oído que se dijo a los antepasados: No mataras y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano imbécil, será reo ante el Sanedrín y el que le llame renegado, será reo de la gehena de fuego. Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar; y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro; no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último centavo.

“Habéis oído que se dijo: no cometerás adulterio. Pues yo te digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehena. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo el cuerpo vaya a la gehena.

“También se dijo: El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio. Pues yo os digo: todo el que repudia a su mujer, excepto en caso de fornicación, la hace ser adultera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio.

“habéis oído que se dijo: ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra; al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.

“Habéis oído que se dijo: “amaras a tu prójimo y odiaras a tu enemigo” pues yo os digo: amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿Qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos ¿Qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.

Palabra del Señor.

“Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante.”
Salmo 116

Plegaria

Salmo 129
Contra los enemigos

Mucho me han atacado desde mi juventud, que lo diga Israel, mucho me han atacado desde mi juventud, pero no han podido conmigo.

Mi espalda araron aradores, y alargaron sus surcos.

Yahvé, que es justo, rompió las coyundas de los malvados.

¡Queden avergonzados, retrocedan todos los que odian a Sión; sean como yerba del tejado, que se seca antes de arrancarla!

El segador no llena con ella su mano ni su regazo el gavillador; y no dicen tampoco los que pasan; “Que Yahvé os colme de bendición”.

Nosotros os bendecimos en nombre de Yahvé.

Gloria al Padre…

Segunda parte de la Consagración al Corazón de Jesús, según el Padre Alcañiz.
¡Dijo Jesús! cuida tú de mi honra y de mis cosas.

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Esta es la parte más importante de la consagración al Corazón de Jesús.
¿Y cuáles son los bienes de Dios que Él desea que nosotros cuidemos? Ante todo son las almas. El Corazón de Jesús decía a santa Margarita: “Mi mayor deseo es reinar en las almas. Establecer el imperio de mi amor en los corazones” ¡cuantas almas hay que se pierden porque no hay quien rece y se sacrifique por ellas! Cada día hay más almas que salvar y se necesitan apóstoles que se dediquen a ayudar a salvarlas.

 

Cuatro maneras de hacer apostolado
Nos es difícil convertirse en apóstoles del Sagrado Corazón. Basta dedicarse a los siguientes cuatro medios:

1° Oración. Pedir al cielo que se extienda el reino de Jesucristo. Pedir a Dios, a la Virgen Santísima y a los ángeles y santos. Pedir esto en la casa, en el templo, en el trabajo, en las horas de descanso, Mientras se viaja por la calle o se espera turno ante la oficina. Repetir muchas veces: “Que reines Corazón Divino de Jesús” esta ha de ser la exclamación que más frecuentemente se halle en nuestros labios. Repitámosla cuantas veces podamos, hasta que se nos vuelva una costumbre. ¿Quién no puede ser apóstol de esta manera? Dice el profeta: “aún no ha terminado la persona de decir su oración, y ya una generosa respuesta se viene desde el cielo” cada día sube al cielo una inmensa nube negra de pecados pidiendo el castigo de Dios. Que suba también cada día y cada hora una gran nube blanca de pequeñas oraciones pidiendo que Jesús reineen las almas. Así serviremos de “pararrayos” ante la justicia divina y evitaremos muchos castigos de Dios y ayudaremos a salvar numerosas almas.

2° sacrificio. Jesús llama a esto “llevar la cruz de cada día” aceptar sin renegar, sin lamentarse sin andar contando nuestros sufrimientos a la gente y sin siquiera manifestar al exterior que estamos sufriendo, sino más bien al contrario manifestarnos tanto más alegres, cuanto más estemos sufriendo. ¿Y qué ofreceremos? Los pequeños disgustos de cada día , la falta de dinero, las molestias de salud, el trato áspero de las personas, el cansancio y aburrimiento que puede producir el trabajo, diciendo siempre: “Que reines Corazón Divino de Jesús” o “Señor: es por tu amor y por la conversión de los pecadores”
Las pequeñas mortificaciones. San Vicente decía que muchas almas desean llegar a la santidad y no lo consiguen porque no llenan sus días de pequeñas mortificaciones ¿Cómo cuales? Dejar de mirar esa escena inconveniente, o sea fotografía en la revista, periódico, televisión o esa persona inmodestamente vestida. Es lo que los santos llaman: “hacer ayunar los ojos” recordarlo lo que Jesús decía: “Las ventanas de tu alma son los ojos, si por allí dejas entrar la maldad y tu mirar se vuelve malo, toda la vida se vuelve mala. He imitado el propósito del santo Job: “Hice un pacto con mis ojos para que no miraran a personas jóvenes provocativas” Job 31

Otras buenas mortificaciones por la salvación de las almas pueden ser, dejar de comer algo muy apetitoso, o dejar de beber, y no defenderse ante una acusación injusta, si no se sigue grave perjuicio al callar. Apagar por un rato el radio o la televisión. Hacer un oficio o un mandado que no atrae. Reemplazar a alguien, leer una página de un libro piadoso, visitar un templo, rezar un rosario u otra oración… y todo porque reine el Divino Corazón de Jesús.

 

 

3° ofrecer las ocupaciones diarias. ¿Qué mejor apostolado que ofrecer a nuestro Señor los oficios y ocupaciones que tenemos que hacer cada día? Él nos dirá: “Has sido fiel en lo poco, yo te constituiré sobre lo mucho” y hacerlo todo con rectitud de intención. No por aparecer, como lo hacían los fariseos, sino solamente por amor a Dios. Jesús nos sigue repitiendo lo que dijo en el Evangelio: “Mi Padre que ve lo secreto, te premiara” tanto más santos seremos y más premios tendremos de Dios, cuanto más le ofrezcamos con amor nuestras ocupaciones de cada día, haciéndolas con el mayor esmero posible.

 

 

4°propagar la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Él nos repite lo que dijo a santa Margarita: “Te empleo en esto a ti que eres abismo de debilidad y de miseria, para que la gloria sea para el poder de Dios y no para la vanidad de la criatura” ¿A quién vamos a regalar o prestar un libro? ¿Cuántas estampas vamos a repartir? ¿En qué hogar de nuestro país habrá una imagen del Sagrado Corazón obsequiada por nosotros? cuando muramos, ¿Cuántas biblias habremos repartido? Solo en el cielo sabremos el gran bien que obtuvimos repartiendo buenas lecturas. ¡Cuan grato será a la hora de la muerte echar una mirada hacia atrás y recordar que desde que empezamos nuestra Devoción al Sagrado Corazón de Jesús, muchos de nuestros ahorritos fueron para propagar su santa Devoción! Y nuestro premio será para siempre en el cielo. Amén

 

 

 

Práctica: ofreceré hoy al Sagrado Corazón alguna pequeña mortificación.

 

 

 

Gozos

Pues eres de nuestro amor el más tierno y dulce encanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

I
En este Pan, escondido se encuentra tu Corazón, para dar paz y perdón al que llega arrepentido; escucha, pues, el gemido que eleva el alma; entre tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

II
Tu Santa Cruz es el emblema de tu ternura y amor, asilo del pecador, consoladora en la pena; y por esto el alma llena de gratitud, alza un canto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

III
Con la corona ceñida de espinas, tu Corazón nos muestra la compasión que por el hombre has tenido, y por eso nuestro olvido te hace sufrir, ¡Oh Amor Santo!
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

IV
Con una lanza atrevida abrió el soldado tu pecho, y allí nos das el derecho de ir a buscar acogida; por esto el alma afligida cambia en gozo su quebranto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

V
De tu entreabierto costado brota a torrentes la vida; en él encuentra acogida el triste, el desamparado; por eso el que te ha gustado, te dice lleno de encanto.
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
VI
Mas no tan sólo el costado la cruel lanza desgarró; a tu Corazón llegó dejándolo atravesado, ¡Oh, cuánto, Jesús amado, te debe mi alma! Por tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

VII
Aquí en este Sacramento de tu Corazón palpitante nos brinda, Jesús amante, el más sabroso alimento; eres de amor el portento que asombra al mundo y por tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

VIII
Conociendo tu ternura ¿Cómo puede el pecador abandonarte, Señor, por buscar a la criatura? Venga, pues, toda alma pura y diga bañada en llanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

IX
Por las penas interiores de tu amable Corazón haz que en santa contrición te busquen los pecadores; escucha nuestros clamores y pon fin a nuestro llanto.
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

 

Oración final

Acto de fe, esperanza y caridad.

Dios mío, creo en Ti, fortalece, Señor, mi fe.

Espero en Ti, afirma mi esperanza.

Te amo con todo mi corazón; enciende mi amor.

Me pesa de haberte ofendido; aumenta mi dolor.

Te adoro como a mi primer principio; te deseo como a mi último fin.

Te doy gracias como a mi continuo bienhechor; te invoco como a mi soberano defensor.

Dígnate Dios mío, dirigirme con tu justicia, consolarme con tu misericordia y ampararme con tu poder.

Te consagro todos mis pensamientos, palabras, obras y trabajos; a fin de que de hoy en adelante piense siempre en Ti, hable de Ti, obre según Tú y padezca por Ti

Señor, hágase en mi y en todas mis cosas tu Santísima Voluntad, en tiempo y en eternidad.

Te suplico que ilumines mi entendimiento, fortalezcas mi voluntad, purifiques mi corazón y santifiques mi alma.

Socórreme, Señor con tu gracia para vencer la soberbia con la humildad, la avaricia con la generosidad, la pereza con la diligencia, la lujuria con la mortificación, la envidia con la caridad, la ira con la paciencia, la gula con la abstinencia, la tibieza con el fervor; y todas mis inclinaciones y afectos desordenados con tu Santo temor y amor.

Amén.

Oremos

Te pedimos, Dios Todopoderoso y eterno, que, al celebrar la grandeza de tu amor que resplandece en el Corazón de tu Hijo, recibamos de esta fuente divina gracias cada vez más abundantes.

Dios de amor, que en el Corazón de tu Hijo, herido por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad, te pedimos que al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos obras de reparación y desagravio, y obtengamos el perdón de nuestros pecados y un aumento y progreso de nuestro amor hacia ti. Te lo pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

En el nombre del Padre y….

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