Devoción al Sagrado Corazón de Jesús Para todos los días del mes. Día 25. La Pasión de nuestro Señor Jesucristo

Devoción al Sagrado Corazón de Jesús Para todos los días del mes. Día 25. La Pasión de nuestro Señor Jesucristo

Devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Para todos los días del mes. Día 25. La Pasión de nuestro Señor Jesucristo

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En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

 

Acto de Contrición

Misericordia, Señor, hemos pecado. Por tu inmensa compasión borra nuestras culpas. Contra Ti, contra Ti sólo pecamos. Cometimos las maldades que Tú aborreces. Aparta de nuestros pecados tu vista. Borra de nuestras almas toda culpa. Oh Dios crea en cada uno un corazón puro, y no alejes de nosotros tu Santo Espíritu. Como se aleja el Oriente del Occidente, así tú alejas nuestros pecados. Tú perdonas nuestras faltas. Eres compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos tratas como merecen nuestros pecados ni nos castigas como lo exigen nuestras culpas. Como se eleva el cielo sobre la tierra, así se eleva tu bondad sobre nosotros. Como un padre siente ternura por sus hijos, así Tú, oh Dios, sientes compasión por tus servidores. Sabes de qué estamos hechos y recuerdas que somos barro. Tu misericordia, Señor, dura por siempre. Recuerda Señor que tu ternura y tu misericordia son eternas: no te acuerdes de nuestros pecados ni de las maldades de nuestra vida pasada. Acuérdate de nosotros con misericordia, por tu bondad, Señor. Por el honor de tu Nombre perdona nuestras culpas que son muchas. Te lo suplicamos en el nombre de Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

 

Acto de Consagración

Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano; míranos humildemente postrados ante tu altar. Tuyos somos y tuyos queremos ser; y, para que podamos hoy unirnos más íntimamente contigo, cada uno de nosotros se consagra espontáneamente a tu Sagrado Corazón.

Es verdad que muchos jamás te conocieron, que muchos te abandonaron después de haber despreciado tus mandamientos; ten misericordia de uno y de otros, benignamente Jesús, y atráelos a todos a tu Santísimo Corazón.

Reina, Señor, no solamente sobre los fieles que jamás se apartaron de ti, sino también sobre los hijos pródigos que te abandonaron, y haz que estos prontamente regresen a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de miseria.

Reina sobre aquellos a quienes traen engañados las falsas doctrinas o se hallan divididos por la discordia, y vuélvelos al puerto de la bondad y a la unidad de la fe, para que en breve no haya sino un solo redil y un solo Pastor.

Concede, Señor, a tu Iglesia, segura y completa libertad; otorga la paz a las naciones y haz que del uno al otro polo de la tierra resuene esta sola voz: Alabado sea el Divino Corazón, por quien nos vino la salud: a Él sea la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro… Avemaría… Gloria al Padre…

 

 

Día 25
La Pasión de nuestro Señor Jesucristo

Lectura del santo Evangelio según san Juan 18,1-24

Dicho esto, pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos. Pero también Judas, el que le entregaba, conocía el sitio, porque Jesús se había reunido allí muchas veces con sus discípulos. Judas, pues, llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con linternas, antorchas y armas. Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: “¿A quien buscáis?” le contestaron: “A Jesús el Nazareno.” Díceles: “Yo soy.” Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo: “Yo soy”, retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó de nuevo: “¡A quien buscáis?” le contestaron: “A Jesús el Nazareno”. Respondió Jesús: “Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos.” Así se cumpliría lo que había dicho:
“De los que me has dado, no he perdido a ninguno.”

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. Jesús dijo a Pedro: “Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?”

Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, le ataron y le llevaron primero a casa de Anás, pues era suegro de Caifás, el sumo sacerdote de aquel año. Caifás era el que aconsejó a los judíos que convenía que muriera un solo hombre por el pueblo.

Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el atrio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedaba afuera, junto a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo pasar a Pedro. La muchacha portera dice a Pedro: “¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?” dice él: “No lo soy.” Los siervos y los guardias tenían unas brasas encendidas porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos calentándose.

El sumo sacerdote interrogo a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina. Jesús le respondió: “He hablado abiertamente ante todo el mundo; he enseñado siempre en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he hablado nada a ocultas. ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído lo que les he hablado, ellos saben lo que he dicho.” Apenas dijo esto, uno de los guardias, que allí estaba, dio una bofetada a Jesús, diciendo: “¿Así contestas al sumo sacerdote? Jesús le respondió:
“Si he hablado mal, declara lo que está mal; pero si he hablado bien, ¿Por qué me pegas?”

Anás entonces le envió atado al sumo sacerdote Caifás.

Palabra del Señor.

 

 

 

Plegaria
Suplica

Señor, por los que sufren,
Señor, por los que lloran,
Por los niños huérfanos,
Que en la miseria están;
Por los que viven tristes,
Por los que nunca oran,
Por los que no te aman,
Por los que no te adoran.

Piedad, Señor, piedad.

Señor, por los enfermos;
Señor, por los mendigos,
Por los que en las tinieblas de la ignorancia están;
Por los que nada tienen,
Ni pan, ni hogar, ni abrigo,
Por nuestros bienhechores,
Por nuestros enemigos,
Piedad, Señor, piedad.

Piedad por los inválidos,
Piedad por los ancianos,
Por los hogares tristes,
Donde el amor no está;
Por los que en ti no creen,
Por los que son paganos,
Por todos los que mueren,
Por todos los seres humanos,
Piedad, Señor, piedad.

 

 

Algunos hechos históricos

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En la Revolución Francesa en 1793, cuando el Rey Luis XV estaba prisionero junto con su familia, esperando la pena de muerte, todos se desanimaban. Y la única que conservaba el buen ánimo y consolaba a los demás y les infundía paciencia y resignación para ofrecer todos los sufrimientos por amor de Dios, era Isabel, la hermana del Rey, la cual era una muy devota del Sagrado Corazón de Jesús. Es que esta devoción obtiene fortaleza para los momentos de dificultad.

Curación. Julia Billart, la fundadora de las Hermanas de nuestra Señora de Namur (1816) había estado paralizada durante 20 años. Su director espiritual le recomendó que hiciera una Novena al Corazón de Jesús. y un día fue a visitarla y le dijo: “Si en verdad tiene fe en el Corazón de Jesús, dé un paso en honor del Sagrado Corazón” ella lo dio… y quedó curada de su parálisis… cuantas personas si tuvieran un poco más de fe en el Corazón Santísimo de nuestro Redentor, darían pasos de gigantes hacia la santidad!

En la guerra civil. En la terrible guerra de los Boers, en el sur de África en 1900, un sacerdote aconsejó a los católicos que los que le tuvieran más devoción al Corazón de Jesús colocaran la imagen del Sagrado Corazón de Jesús en la puerta de su casa. Y en esos espantosos días de tan fuertes batallas ninguna de las casas que tenían la sagrada Imagen en la puerta sufrió ataques de balas, mientras muchas casas de sus alrededores si fueron atacadas…Es que el Corazón del Salvador libra de muchos ataques y no sólo materiales sino y sobre todo espirituales.

Una leyenda muy propia. En la tumba de un famoso personaje de la antigüedad hay pintado un Corazón y debajo esta inscripción: “Un Corazón excelente”. Debajo de cada imagen del Corazón de Jesús se podría escribir también: “He aquí el Corazón más maravilloso, más generoso, más santo y más admirable de todo el universo”.

Un método muy consolador. Escribía un gran apóstol católico: “En mis largos viajes de apostolado había muchos momentos muertos en los que no tenía nada que hacer y yo sentía fuerte aburrimiento. Hasta que un día empecé a repetir aquella oración de las letanías del Sagrado Corazón: “Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad, ten piedad de nosotros”, y a imaginarme estar sumergido en ese horno de caridad, y esto me ha permitido pasar horas felices y provechosas.

 

 

 

Práctica: oraré por la santificación de los sacerdotes y para que haya en el mundo muchas personas que se dediquen a propagar la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

 

 

 

 

Gozos

Pues eres de nuestro amor el más tierno y dulce encanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

I
En este Pan, escondido se encuentra tu Corazón, para dar paz y perdón al que llega arrepentido; escucha, pues, el gemido que eleva el alma; entre tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

II
Tu Santa Cruz es el emblema de tu ternura y amor, asilo del pecador, consoladora en la pena; y por esto el alma llena de gratitud, alza un canto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

III
Con la corona ceñida de espinas, tu Corazón nos muestra la compasión que por el hombre has tenido, y por eso nuestro olvido te hace sufrir, ¡Oh Amor Santo!
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

IV
Con una lanza atrevida abrió el soldado tu pecho, y allí nos das el derecho de ir a buscar acogida; por esto el alma afligida cambia en gozo su quebranto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

V
De tu entreabierto costado brota a torrentes la vida; en él encuentra acogida el triste, el desamparado; por eso el que te ha gustado, te dice lleno de encanto.
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
VI
Mas no tan sólo el costado la cruel lanza desgarró; a tu Corazón llegó dejándolo atravesado, ¡Oh, cuánto, Jesús amado, te debe mi alma! Por tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

VII
Aquí en este Sacramento de tu Corazón palpitante nos brinda, Jesús amante, el más sabroso alimento; eres de amor el portento que asombra al mundo y por tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

VIII
Conociendo tu ternura ¿Cómo puede el pecador abandonarte, Señor, por buscar a la criatura? Venga, pues, toda alma pura y diga bañada en llanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

IX
Por las penas interiores de tu amable Corazón haz que en santa contrición te busquen los pecadores; escucha nuestros clamores y pon fin a nuestro llanto.
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

 

Oración final

Acto de fe, esperanza y caridad.

Dios mío, creo en Ti, fortalece, Señor, mi fe.

Espero en Ti, afirma mi esperanza.

Te amo con todo mi corazón; enciende mi amor.

Me pesa de haberte ofendido; aumenta mi dolor.

Te adoro como a mi primer principio; te deseo como a mi último fin.

Te doy gracias como a mi continuo bienhechor; te invoco como a mi soberano defensor.

Dígnate Dios mío, dirigirme con tu justicia, consolarme con tu misericordia y ampararme con tu poder.

Te consagro todos mis pensamientos, palabras, obras y trabajos; a fin de que de hoy en adelante piense siempre en Ti, hable de Ti, obre según Tú y padezca por Ti

Señor, hágase en mi y en todas mis cosas tu Santísima Voluntad, en tiempo y en eternidad.

Te suplico que ilumines mi entendimiento, fortalezcas mi voluntad, purifiques mi corazón y santifiques mi alma.

Socórreme, Señor con tu gracia para vencer la soberbia con la humildad, la avaricia con la generosidad, la pereza con la diligencia, la lujuria con la mortificación, la envidia con la caridad, la ira con la paciencia, la gula con la abstinencia, la tibieza con el fervor; y todas mis inclinaciones y afectos desordenados con tu Santo temor y amor.

Amén.

Oremos

Te pedimos, Dios Todopoderoso y eterno, que, al celebrar la grandeza de tu amor que resplandece en el Corazón de tu Hijo, recibamos de esta fuente divina gracias cada vez más abundantes.

Dios de amor, que en el Corazón de tu Hijo, herido por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad, te pedimos que al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos obras de reparación y desagravio, y obtengamos el perdón de nuestros pecados y un aumento y progreso de nuestro amor hacia ti. Te lo pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

En el nombre del Padre y….

“Yo os haré pescadores de hombres.”

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