San Pío X,  “Modestia y sencillez”

San Pío X, “Modestia y sencillez”

San Pío X
“Modestia y sencillez”

Papa-Pio-X-Modesto-y-sencillo
Si admirable era la caridad de nuestro santo, no menos admirables eran su modestia y simplicidad: las dos notas que acompañan a la verdadera grandeza.
Ya hemos dicho cómo su nombramiento de cardenal y de patriarca nada había cambiado en las costumbres de su vida; pero nunca su modestia y sencillez aparecieron tan hermosas como después de haber vestido la púrpura en la sede de Lorenzo Justiniano.

Las grandes salas del palacio patriarcal –testimonio un día de la grandeza de los Dux- eran sólo para las audiencias solemnes: para él, dos pequeñas cámaras que “podían ser las de cualquier párroco rural.”

Un solo criado, un solo gondolero, las hermanas calladas y humildes que salían para la compra de cada día vestidas como todas las campesinas de la ciudad.

Alguna vez, durante las audiencias ocurría que abría él mismo, como en Mantua, la puerta de su habitación de estudio y a quien se mostraba un poco titubeante al encontrarse delante de él lo sacaba enseguida del embarazo dirigiéndole, con una sonrisa en los labios, una pregunta o una frase amable.

La comida cotidiana era sencilla y frugal. “No daba nunca órdenes para su mesa y siempre estaba contento con lo que les ponían delante, de cualquier manera que estuviese preparada la comida.”

Enemigo del fasto, salía en sencillo hábito negro, como un humilde sacerdote cualquiera, por las calles de Venecia o para algún paso matinal ordenado por el médico. Ordinariamente se dirigía al Lido, de donde, una vez desembarcado, se dirigía hacia el Hospicio Marino – su meta preferida- quedándose a hablar con los pescadores que encontraba. Para darles algo que no pareciera una limosna, les compraba por medio de su ayuda de cámara algún caballito o estrella de mar.
Gozaba, COMO EN Mantua, entreteniéndose con los más humildes; recordaba casi con orgullosa complacencia la pobreza de su nacimiento y le gustaba llamarse el “pobre cardenal campesino” cuando se le daba el título de “Eminencia” respondía a veces:

“¿Por qué Eminencia?” he nacido en Riese y soy de origen humilde. ¿Qué hay de mal en ellos?… Es verdad”.

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