Para ser amigo de Dios con “San Francisco de Sales”               Meditación I…

Para ser amigo de Dios con “San Francisco de Sales” Meditación I…

  Para ser amigo de Dios con “San Francisco de Sales”

Meditación I. de la creación

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Preparación

  1. Ponte en la presencia de Dios, esto es, provoca a tu alma, a una atenta y viva aprehensión de la verdadera presencia de Dios; por uno de los medios siguientes:

Dios está en todo y por todo. No hay lugar ni cosa en este mundo, donde no este.  Así como los pájaros, donde quiera que vuelan hallan siempre aire, así nosotros, donde quiera que vamos o estamos, siempre hallamos a Dios presente.

 

Piensa que Dios, no está solamente en el lugar donde tú estás, sino particularmente en tu corazón y en lo más intimo de tu espíritu, al cual vivifica y anima con su divina Presencia como Corazón de tu corazón y Espíritu de tu espíritu.

Nuestro, Salvador, en su humanidad, mira desde el cielo, a todas las personas del mundo, particularmente a los cristianos pues son sus hijos, y más especialmente a los que están en oración, cuyas acciones y movimientos escudriña. Esto no es simple imaginación, sino verdadera verdad. Así lo vio San Esteban en su martirio: El, lleno del Espíritu Santo, miró al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús en pie a la diestra de Dios.

Sírvete de la simple imaginación, representándote al Salvador en su Sagrada Humanidad, como si estuviera junto a ti. Así como nos representamos a un amigo y decimos: Yo imagino ver a Fulano que hace esto y esto; y aún me parece que lo veo.

Si el Santo Sacramento del Altar está presente, entonces esta Presencia es real y no imaginaria; porque las especies y apariencia del pan son como una vidriera detrás de la cual, Nuestro Señor, estando realmente presente, nos ve y considera, aunque nosotros no le vemos en su propia forma.

 Ruégale que te inspire.

Tu alma, sintiéndose en la presencia de Dios, se postrará con extremada reverencia, conociéndose indigna de encontrarse delante de tan soberana Majestad.

 

Pero sabiendo que esta misma bondad lo quiere, le pedirás gracia para servirla y adorarla bien, en esta meditación:

Podrás usar algunas palabras breves y fervorosas como estas de David: ¡Oh Dios! No me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu Santo Espíritu. Haz brillar, Señor tu rostro sobre tu siervo y contemplaré las maravillas de tu Voluntad. Enséñame a cumplir tu Voluntad y a guardarla de todo corazón. Yo soy tu siervo: dame inteligencia.

 

También te ayudará el invocar la protección de tu ángel custodio.

Consideraciones:

Considera que no hace muchos años que aún no estabas en el mundo y que tu ser era un verdadero nada.

 

¿Dónde estábamos nosotros, en aquel tiempo? hacía muchos años siglos que el mundo era, y nada se sabía de nosotros.

 

Dios te ha hecho salir de esta nada para hacerte lo que eres, sin que tuviera necesidad de ti, sino sólo por su bondad.

 Afectos y compromisos:

Humíllate profundamente delante de Dios, diciendo de todo corazón con el salmista:

¡Oh Señor!  Yo soy delante de  tu divino acatamiento un verdadero nada, y aún en el presente lo estuvieras si Dios no te hubiera sacado de él.

 

Y ¿qué harías tú en esa nada?

Da gracias a Dios:

¡Oh mi Soberano buen Creador! Cuan agradecida te debo estar, pues has ido a buscarme dentro de mi nada, para hacerme lo que soy, por tu misericordia

.

¿Qué cosa podré yo hacer para bendecir tu santo Nombre y agradecerte tu inmensa bondad?

 

Despierta en ti sentimientos de confusión:

Más, ¡Oh Creador mío! En lugar de unirme contigo por amor y servicio, me he vuelto rebelde contra ti, por mis aficiones desordenadas, apartándome y alejándome de ti para juntarme con el pecado; sin tener más en cuenta el honrar tu bondad, como si no hubieras sido mi Creador.

 

Humíllate dente de Dios:

Sabe que el Señor es tu Dios, El es el que te ha hecho, tú no te has hecho a ti misma.

 

¡Oh Dios! Soy la obra de tus manos.

 

De aquí en adelante, no quiero tomas mas complacencia en mi misma, pues por mi nada soy.

 

¿De qué te glorificas tu, polvo y ceniza; o mejor dicho, verdadera nada? ¿De qué te ensalzas tú?

 

Y para humillarme, quiero hacer tal y tal cosa…

 

Sufrir tales y tales menosprecios…

 

Quiero cambiar de vida, y seguir, de aquí en adelante, a mi Creador; honrarme con la condición del ser que me ha dado, dedicándome por completo a cumplir tu Voluntad, empleando los medios que me sean sugeridos, acerca de los cuales consultaré a mi padre espiritual.

  1. Conclusión:

Agradece a Dios:

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser alabe su Santo nombre, porque su bondad me sacó de la nada y su misericordia me creó.

Ofrécele:

¡Oh mi Dios! Yo te ofrezco el ser que me has dado, con todo mi corazón; yo te lo dedico y consagro.

Pídele:

¡Oh Dios! Fortifícame en estos afectos y propósitos Virgen Santísima, presenta mis propósitos a la misericordia de tu Hijo, con los de todos aquellos por los cuales tengo obligación de rogar…

Padre nuestro… Ave María…

 

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