San Pío X “Condenación de los sesenta y cinco errores modernistas”

San Pío X “Condenación de los sesenta y cinco errores modernistas”

San Pío X

“Condenación de los sesenta y cinco errores modernistas”

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Los modernistas no escucharon la sincera voz del Vicario de Cristo que, desde los tortuosos senderos del error, quería llamarlos al camino de la verdad, pero extraviados por el diabólico pecado del orgullo, consumado su rebelión, continuaron con la protervia de los herejes en sus errores, siguiendo la astuta consigna de su máximo maestro: Marchar sin temor, hablar sin cólera, obrar con calma.

 

Divergencias de opinión y de método, dividían a los creadores del modernismo, pero les unía y les movía una idéntica conspiración de intentos. Por ello, si bien era fácil individualizar los errores heréticos de cada uno de los jefes de escuela, no era tanto recoger y encuadrar con rígida precisión las negaciones dogmaticas expuestas prudentemente de manera fragmentaria y a veces fluctuante e imprecisa en sus libros y en sus publicaciones. Pero en la crisis obscura de las conciencias urgía distinguir y separar de los falsos los verdaderos valores religiosos, determinando claramente los límites entre las verdades tradicionales y los errores modernos.

 

A esta imperiosa necesidad, que no admitía dilatación, respondió el decreto  Lamentabili  el 03 de julio de 1907, que contenía un claro y preciso índice de los más esenciales errores propugnados y divulgados por el modernismo,los cuales –son las palabras del decreto- bajo las apariencias de una más alta inteligencia y con el nombre de consideraciones históricas, buscan un progreso tal de los dogmas, que en realidad es la corrupción de los mismos.”

 

Era el primer acto de acusación y de condena grave y severa que correspondía a la gravedad de los errores denunciados y que no era sino el preludio de una más solemne y más inexorable condena de todos los errores y de todos los absurdos del sistema de la herejía modernista.

 

¡Las tinieblas del dogmatismo quieren apagar la luz de la ciencia, el obscurantismo quiere imponerse a la fuerza del pensamiento, la ignorancia quiere ahogar la verdad!  – gritaron con extraordinaria audacia e hipocresía los defensores del modernismo apenas apareció el decreto “lamentabili”

 

Los doctores de la nueva ciencia se vieron descubiertos, pero no se arredraron. Arrastrados por su soberbia, con la envidia de los apostatas y con el despecho de los culpables que pretenden juzgar a su juez, se reunieron en un secreto conciliábulo en Molveno, entre los Alpes Dolomíticos del valle de Brenta, para reafirmar, unidos en una torpe protesta, el extravió de su pensamiento, perdido en la búsqueda de un sueño inalcanzable y de una mera ilusoria.

 

Pero no debía transcurrir mucho tiempo antes de que se dieran perfecta cuenta de que contra la Iglesia de Cristo no hay victoria posible, porque “Cristo existió ayer, hoy y por siglos de los siglos.”

 

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