Para ser amigo de Dios con “San Francisco de Sales” Protestación…

Para ser amigo de Dios con “San Francisco de Sales” Protestación…

Para ser amigo de Dios con “San Francisco de Sales”

Protestación solemne para grabar en el alma la resolución de servir a Dios y concluir los actos de penitencia.

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Yo, afirmo, constituyo y establezco en la presencia de Dios eterno y de toda la corte celestial, habiendo considerado la inmensidad de la misericordia divina y su bondad conmigo, indigna y apocada criatura, que Él ha creado de la nada, conservado, sustentado y librado de tantos peligros, y colmado de tantos bienes recibidos; y sobre todo considerado esta incomprensible dulzura y clemencia, con la cual este buen Dios me ha tolerado en mis iniquidades, inspirándome tan frecuente y tan amigablemente, convidándome a la enmienda, esperándome con tanta paciencia mi arrepentimiento y penitencia, hasta este año de mi vida, no obstante mi ingratitud, deslealtad e infidelidad, por las cuales difiriendo mi conversión y menospreciando sus gracias, le he ofendido tan impunemente después de haber considerado, además, que en el día de mi sagrado bautismo fui tan dichosa y santamente ofrecida y dedicada para ser hija y contra la profesión que entonces se hizo en mi nombre, he profanado y violado mi espíritu, tantas y tantas veces en forma desdichada y detestable, empleando  sus potencias contra la Majestad divina, finalmente, entrando en mi misma, postrada de corazón y de espíritu ante el trono de la justicia divina, me reconozco, acuso y confieso por legítimamente  convencida y culpable de la muerte y pasión de Jesucristo, y esto por los pecados que he cometido, por los cuales murió y sufrió el tormento de la cruz; de manera que soy consecutivamente digna de perdición y condenación eterna.

 

Pero volviéndome hacia el trono de la infinita misericordia de este mismo Dios eterno, después de haber detestado con todo mi corazón  y todas mis fuerza las iniquidades de mi vida pasada, invoco y pido humildemente piedad, gracia y perdón, en virtud de la muerte y pasión de este mismo salvador de mi alma,  apoyándome en ella, como en el único fundamento de mi esperanza, rehago y renuevo la sacra profesión de la fidelidad, hecha, de mi parte, a mi Dios en el bautismo; renunciando al demonio, mundo  y carne; detestando sus malas sugestiones, vanidades y concupiscencia, por toda mi vida presente y toda la eternidad. Y al convertirme a mi buen Dios, deseo, propongo delibero y me determino irrevocablemente a servirle y amarle ahora y para siempre, dándole a este fin, dedicándole y consagrándole mi espíritu con todas sus facultades, mi alma con todos sus afectos, y mi cuerpo con todos sus sentidos; protestando que nunca más he de emplear ninguna parte de mi ser contra su voluntad divina y soberana Majestad: a la cual me sacrifico y ofrezco en espíritu para serle siempre leal, obediente y fiel creatura, sin intención de retractarme ni arrepentirme.

 

Y si por sugestión del enemigo o por alguna enfermedad humana me sucediese contravenir en algo a esta mi resolución, desde ahora protesto y propongo, mediante la gracia del Espíritu Santo, levantarme y volver en mi al momento en que conozca mi falta, convirtiéndome de nuevo a la misericordia divina, sin demora ni dilación alguna.

 

Tales son mi voluntad, mi intención y mi resolución inviolable e irrevocable, que consiento y confirmo sin replica ni excepción en la presencia divina de mi Dios, a la vista de  la Iglesia triunfante y de la Iglesia militante, mi madre, que entiende esta mi declaración en la persona de aquel que como artífice de ella me escucha en esta acción.

 

Sírvete, pues, ¡mi buen Dios! Eterno, todopoderoso y benigno, Padre, Hijo y Espíritu santo, confirmar en mi esta resolución, y acepta este mi sacrificio cordial e interior, en olor de suavidad; de la misma manera que te has complacido en darle la inspiración y voluntad hacerla si, dame también la gracia y fuerzas necesarias para acabarla. ¡Oh Dios mío! Tú eres mi Dios, Dios de mi corazón, Dios de mi alma, Dios de mi espíritu; y como tal reconozco y adoro ahora y para siempre.

 

¡Viva Jesús!

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