Palabra de Dios 6 de Oct. de 2025. Feria o SAN BRUNO, Presbítero.
Evangelio del dia.
PRIMERA LECTURA.
Del libro del profeta Jonás ( 1, 1-2, 1. 11 )
El Señor le dirigió la palabra a Jonás, hijo de Amitay, y le dijo:
“Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predica en ella que su
maldad ha llegado hasta mí”.
Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor, y llegó a Jafa,
donde encontró un barco que salía para Tarsis; pagó su pasaje y se
embarcó para dirigirse a Tarsis, lejos del Señor.
Pero el Señor desencadenó un gran viento sobre el mar y
provocó una tormenta tan fuerte, que el barco estaba a punto de
naufragar. Los marineros tuvieron miedo y se pusieron a invocar
cada uno a su dios. Luego echaron al mar la carga para aligerar
la nave.
Mientras tanto, Jonás había bajado al fondo del barco, se había
acostado y dormía profundamente. El capitán se le acercó y le dijo:
“¿Qué haces aquí dormido? Levántate e invoca a tu Dios, a ver si
él se compadece de nosotros y no perecemos”.
Luego se dijeron unos a otros: “Echemos suertes para ver
quién tiene la culpa de esta desgracia”. Echaron suertes y le tocó
a Jonás. Entonces le dijeron: “Dinos por qué nos ha sobrevenido
esta desgracia, cuál es tu oficio, de dónde vienes, cuál es tu país y
de qué pueblo eres”.
Él les respondió: “Soy hebreo y adoro al Señor, Dios del cielo,
que hizo el mar y la tierra”. Entonces aquellos hombres tuvieron
mucho miedo y le dijeron: “¿Por qué has hecho esto?” Pues él
acababa de decirles que iba huyendo del Señor. Y como el mar seguía
encrespándose, le preguntaron: “¿Qué hemos de hacer contigo para
que el mar se calme?” Él les respondió: “Levántenme y arrójenme al
mar, y el mar se calmará, pues sé que por mi culpa les ha sobrevenido
esta tormenta tan fuerte”.
Los hombres se pusieron a remar para alcanzar la costa, pero
no pudieron, porque el mar seguía encrespándose en torno a ellos.
Entonces invocaron al Señor, diciendo: “Señor, no nos hagas morir
por culpa de este hombre, ni nos hagas responsables de la muerte
de un inocente, ya que es clara tu voluntad”.
Entonces levantaron a Jonás y lo arrojaron al mar y el mar calmó
su furia. Y aquellos hombres temieron mucho al Señor; le ofrecieron
un sacrificio y le hicieron promesas.
Dispuso el Señor que una ballena se tragara a Jonás, el cual
estuvo en el vientre de la ballena tres días y tres noches. Entonces
el Señor le ordenó a la ballena que vomitara a Jonás en tierra firme.
Palabra de Dios.
SALMO.
Jon ( 2 )
R. En el peligro grité al Señor y me atendió.
En el peligro grité al Señor y me atendió. Desde el vientre del
abismo te pedí auxilio y me escuchaste.
R.
Me habías arrojado al fondo, en alta mar, me rodeaba la corriente,
tus torrentes y tus olas me arrollaban.
R.
Entonces pensé: “Me has arrojado de tu presencia; ¿quién pudiera
ver otra vez tu santo templo?”
R.
Cuando se me acababan las fuerzas, invoqué al Señor y llegó
hasta ti mi oración, hasta tu santo templo.
R.
EVANGELIO.
Evangelio según san Lucas ( 10, 25-37 )
En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para
ponerlo a prueba y le preguntó: “Maestro, ¿qué debo hacer para
conseguir la vida eterna?” Jesús le dijo: “¿Qué es lo que está escrito
en la ley? ¿Qué lees en ella?” El doctor de la ley contestó: “Amarás
al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas
tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús
le dijo: “Has contestado bien; si haces eso, vivirás”.
El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: “¿Y
quién es mi prójimo?” Jesús le dijo: “Un hombre que bajaba por el
camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los
cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió
que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y
pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y
siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se
compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino
y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un
mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio
al dueño del mesón y le dijo: ‘Cuida de él y lo que gastes de más,
te lo pagaré a mi regreso’.
¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del
hombre que fue asaltado por los ladrones?” El doctor de la ley le
respondió: “El que tuvo compasión de él”. Entonces Jesús le dijo:
“Anda y haz tú lo mismo”.
Palabra del Señor.
SAN BRUNO.
Durante algún tiempo fue profesor en Reims. Pero un día, junto
con algunos discípulos, se estableció en el valle de Cartuja, para
dedicarse a la penitencia y a la contemplación. Llevaban una vida
combinada de soledad de ermitaños con una pequeña porción de
vida comunitaria. Urbano II lo llamó a Roma. Bruno murió en una
ermita de Calabria (1035-1101).