Devoción al Sagrado Corazón de Jesús Para todos los días del mes.Día 5. Nuestro Señor nos cuida como…

Devoción al Sagrado Corazón de Jesús Para todos los días del mes.Día 5. Nuestro Señor nos cuida como…

Devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Para todos los días del mes. Día 5. Nuestro Señor nos cuida como…

a-todos-por-igual

 

En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Acto de Contrición

Misericordia, Señor, hemos pecado. Por tu inmensa compasión borra nuestras culpas. Contra Ti, contra Ti sólo pecamos. Cometimos las maldades que Tú aborreces. Aparta de nuestros pecados tu vista. Borra de nuestras almas toda culpa. Oh Dios crea en cada uno un corazón puro, y no alejes de nosotros tu Santo Espíritu. Como se aleja el Oriente del Occidente, así tú alejas nuestros pecados. Tú perdonas nuestras faltas. Eres compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos tratas como merecen nuestros pecados ni nos castigas como lo exigen nuestras culpas. Como se eleva el cielo sobre la tierra, así se eleva tu bondad sobre nosotros. Como un padre siente ternura por sus hijos, así Tú, oh Dios, sientes compasión por tus servidores. Sabes de qué estamos hechos y recuerdas que somos barro. Tu misericordia, Señor, dura por siempre. Recuerda Señor que tu ternura y tu misericordia son eternas: no te acuerdes de nuestros pecados ni de las maldades de nuestra vida pasada. Acuérdate de nosotros con misericordia, por tu bondad, Señor. Por el honor de tu Nombre perdona nuestras culpas que son muchas. Te lo suplicamos en el nombre de Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

 

Acto de Consagración

Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano; míranos humildemente postrados ante tu altar. Tuyos somos y tuyos queremos ser; y, para que podamos hoy unirnos más íntimamente contigo, cada uno de nosotros se consagra espontáneamente a tu Sagrado Corazón.

Es verdad que muchos jamás te conocieron, que muchos te abandonaron después de haber despreciado tus mandamientos; ten misericordia de uno y de otros, benignamente Jesús, y atráelos a todos a tu Santísimo Corazón.

Reina, Señor, no solamente sobre los fieles que jamás se apartaron de ti, sino también sobre los hijos pródigos que te abandonaron, y haz que estos prontamente regresen a la casa paterna, para que no perezcan de hambre y de miseria.

Reina sobre aquellos a quienes traen engañados las falsas doctrinas o se hallan divididos por la discordia, y vuélvelos al puerto de la bondad y a la unidad de la fe, para que en breve no haya sino un solo redil y un solo Pastor.

Concede, Señor, a tu Iglesia, segura y completa libertad; otorga la paz a las naciones y haz que del uno al otro polo de la tierra resuene esta sola voz: Alabado sea el Divino Corazón, por quien nos vino la salud: a Él sea la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén.

Padrenuestro… Avemaría… Gloria al Padre…

 

 

Día 5

Nuestro Señor nos cuida como un Pastor a sus ovejas.

Lectura del libro de Ezequiel 34, 11-16

Porque así dice el Señor Yahvé: Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velare por él. Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas. Las recobraré de todos los lugares donde se habían dispersado en día de nubes y brumas. Las sacare de en medio de los pueblos, las reuniré de los países, y las llevaré de nuevo a su suelo.

Las pastorearé por los montes de Israel, por los barrancos y por todos los poblados de esta tierra. Las apacentaré en buenos pastos, y su majada estará en los montes de la excelsa Israel. Allí reposarán en buena majada; y pacerán pingües pastos de los montes de Israel. Yo mismo apacentaré mis ovejas y yo las llevaré a reposar, oráculo del Señor Yahvé. Buscaré la oveja perdida, tomaré a la descarriada, curaré a la herida, confortaré a la enferma, pero a la que eta gorda y robusta la exterminare; las pastorearé con justicia.

Palabra de Dios.

Plegaria

Oh Jesús, muéstrame los males del pecado y dame valor para no caer en él.
He de morir, ¿y sigo pecando?

He de ser juzgado y dar cuenta de todo lo que he hecho, de lo bueno y de lo malo, ¿y sigo pecando?

Sé que eres un Dios que no deja pecado sin castigo, ¿y sigo pecando?

Peligra mi cielo, ¿y sigo pecando?

Cada vez que peco crucifico otra vez a mi Redentor, ¿y sigo pecando?

Cada pecado aumenta el castigo, para mi purgatorio ¿y sigo pecando?

Cada vez que peco, afeo y macho mi alma y disminuyo mi brillo y belleza para la eternidad, ¿y sigo pecando?

El pecado llena de amargura mi alma, como el anzuelo destroza la garganta del pez, ¿y sigo pecando?

Cada pecado cometido produce más facilidad y deseo para cometer el siguiente, ¿y sigo pecando?

Pecar es disgustar a Dios, ¿y sigo pecando?

 

 

 

 

Favores especiales del Sagrado Corazón a Santa margarita.

Librada de ser alejada de la comunidad. Cuando las superioras determinan que Margarita no debería ser admitida en la comunidad de las salesas de la Visitación, porque no tenía cualidades prácticas ni habilidades, para ningún oficio, ella se dedicó a suplicar a Jesucristo que le concediera el favor de ser admitida en la Congregación religiosa. Un día le pareció oír que Jesús le decía: “No temas. Yo haré que la voluntad de la superiora se vuelva a favor tuyo”. Y sucedió lo inesperado. Poco antes de la votación para la aceptación de las candidatas a ser recibidas en la comunidad. La hermana influyente empezó a pensar que esta joven aunque era poco capaz para las labores prácticas, era sumamente piadosa y de una paciencia admirable, y que jamás hacia sufrir a ninguna compañera y en cambio las soportaba a todas con una gran dulzura, y comunicó esta opinión a las demás hermanas y Margarita fue admitida en la Orden de la Visitación.

Empiezan las apariciones. El 27 de diciembre de 1673, fiesta del apóstol san Juan, la joven Margarita pensaba durante la oración: “¡Oh, qué hermosa suerte la de este gran santo, que tuvo la dicha de recostar su cabeza sobre el Corazón de Cristo, en la última cena! ¡Oh, quién pudiera experimentar ese gozo tan grande! ¡Oh, sí Cristo me concediera a mí la gracia que le concedió a santa Gertrudis que al acercarla a su Corazón Santísimo le lleno el corazón de ella de un grandísimo amor al Redentor! ¡Oh, sí me dijera a mí lo que le dijo a esa gran santa: “te nombro mi heraldo, la encargada de llevar mis mensajes de amor a muchas gentes!”.

Llega san Juan. En todo eso estaba pensando Margarita cuando vio que se le acercaba el apóstol san Juan, el cual le dijo: Una de las más grandes alegrías de mi vida la experimenté la noche del Jueves Santo, cuando en la última cena recosté mi cabeza sobre el Corazón de Jesús. Aquello fue un gozo tan grande, como solamente en el cielo se logra experimentar. Pero ahora el Divino Salvador te va a conceder algo semejante también a ti.”

Aparece el Sagrado Corazón. Enseguida mientras estaba de rodillas adorando al Santísimo Sacramento, vio que se le apareció Jesucristo, el cual le dijo: “Hija : mi Divino Corazón está tan inmensamente lleno de amor hacia los seres humanos, que ya no puede contener en si las llamas de su ardiente caridad y quiere esparcirla por todo el mundo. Para ello quiere valerse de ti que eres débil, inepta e ignorante, para que se sepa claramente que esto viene de mí. Quiero que mi amor hacia los pecadores sea manifestado y hecho conocer a ellos, y así enriquecerlos con los preciosos tesoros de mi misericordia y alejarlos del abismo de la perdición.”

Discípula del Sagrado Corazón. En aquel momento Jesús acercó a Margarita hacia su Sacratísimo Corazón y ella sintió un fuego inmenso de amor hacia el Salvador, un fuego de amor, de caridad que en adelante no se le apagará jamás. Jesús le dijo: “De hoy en adelante no te llamaré sierva, ni mi esclava, sino “la discípula del Sagrado Corazón”.

Desde aquel día Margarita sintió un incontenible deseo de propagar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y enseñarla y recomendarla a muchas personas. Pero para eso iba a encontrar terribles dificultades.

 

 

 

Practica: entraré en una Iglesia y haré una visita a Jesús sacramentado, diciéndole que lo amo por todos los que no lo aman. Que creo en Él por todos los que no creen. Y le pido perdón por todos los que no piden perdón.
Si no puedo visitarlo en la Iglesia, lo haré desde mi casa.

 

 

Los primeros propagandistas de la Devoción del Sagrado Corazón de Jesús: San Francisco de Sales y Santa Juana de Chantal en el año de 1600

primeros-propagandistas-del-Corazon-de-Dios

Fueron los primeros santos que se dedicaron a propagar la devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Después vinieron San Juan Eudes, Santa margarita María Alacoque y san Antonio María Claret y extendieron esta Devoción por todo el mundo.

 

 

 

Gozos

Pues eres de nuestro amor el más tierno y dulce encanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
I
En este Pan, escondido se encuentra tu Corazón, para dar paz y perdón al que llega arrepentido; escucha, pues, el gemido que eleva el alma; entre tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
II
Tu Santa Cruz es el emblema de tu ternura y amor, asilo del pecador, consoladora en la pena; y por esto el alma llena de gratitud, alza un canto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
III
Con la corona ceñida de espinas, tu Corazón nos muestra la compasión que por el hombre has tenido, y por eso nuestro olvido te hace sufrir, ¡Oh Amor Santo!
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
IV
Con una lanza atrevida abrió el soldado tu pecho, y allí nos das el derecho de ir a buscar acogida; por esto el alma afligida cambia en gozo su quebranto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
V
De tu entreabierto costado brota a torrentes la vida; en él encuentra acogida el triste, el desamparado; por eso el que te ha gustado, te dice lleno de encanto.
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
VI
Mas no tan sólo el costado la cruel lanza desgarró; a tu Corazón llegó dejándolo atravesado, ¡Oh, cuánto, Jesús amado, te debe mi alma! Por tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
VII
Aquí en este Sacramento de tu Corazón palpitante nos brinda, Jesús amante, el más sabroso alimento; eres de amor el portento que asombra al mundo y por tanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
VIII
Conociendo tu ternura ¿Cómo puede el pecador abandonarte, Señor, por buscar a la criatura? Venga, pues, toda alma pura y diga bañada en llanto,
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.
IX
Por las penas interiores de tu amable Corazón haz que en santa contrición te busquen los pecadores; escucha nuestros clamores y pon fin a nuestro llanto.
Todos los pueblos te adoren, Corazón amable y santo.

 

 

 

Oración final

Acto de fe, esperanza y caridad.

Dios mío, creo en Ti, fortalece, Señor, mi fe.

Espero en Ti, afirma mi esperanza.

Te amo con todo mi corazón; enciende mi amor.

Me pesa de haberte ofendido; aumenta mi dolor.

Te adoro como a mi primer principio; te deseo como a mi último fin.

Te doy gracias como a mi continuo bienhechor; te invoco como a mi soberano defensor.

Dígnate Dios mío, dirigirme con tu justicia, consolarme con tu misericordia y ampararme con tu poder.

Te consagro todos mis pensamientos, palabras, obras y trabajos; a fin de que de hoy en adelante piense siempre en Ti, hable de Ti, obre según Tú y padezca por Ti

Señor, hágase en mi y en todas mis cosas tu Santísima Voluntad, en tiempo y en eternidad.

Te suplico que ilumines mi entendimiento, fortalezcas mi voluntad, purifiques mi corazón y santifiques mi alma.

Socórreme, Señor con tu gracia para vencer la soberbia con la humildad, la avaricia con la generosidad, la pereza con la diligencia, la lujuria con la mortificación, la envidia con la caridad, la ira con la paciencia, la gula con la abstinencia, la tibieza con el fervor; y todas mis inclinaciones y afectos desordenados con tu Santo temor y amor.

Amén.

 

 

 

Oremos

Te pedimos, Dios Todopoderoso y eterno, que, al celebrar la grandeza de tu amor que resplandece en el Corazón de tu Hijo, recibamos de esta fuente divina gracias cada vez más abundantes.

Dios de amor, que en el Corazón de tu Hijo, herido por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad, te pedimos que al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos obras de reparación y desagravio, y obtengamos el perdón de nuestros pecados y un aumento y progreso de nuestro amor hacia ti. Te lo pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo quien contigo y el Espíritu Santo vive y reina y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre y….

Acerca del autor

Temas relacionados

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.