Para ser amigo de Dios con “San Francisco de Sales” Meditación IV “De los pecados”

Para ser amigo de Dios con “San Francisco de Sales” Meditación IV “De los pecados”

Para ser amigo de Dios con “San Francisco de Sales”

Meditación IV “De los pecados”

Doctor-de-la-Iglesia

  1. Preparación:

Ponte en la presencia de Dios

Ruégale que te inspire.

  1. Consideraciones:

    pecados-capitales

Piensa cuanto hace que comenzaste a pecar, y mira cuanto se han multiplicado los pecados en tu corazón, desde esa primera vez, y cómo todos los días los has sido aumentando contra Dios, contra ti mismo y contra tu prójimo:

       De obra:

      De palabra:

     Por deseo y pensamiento:

            Considera tus malas inclinaciones y cómo las has seguido:

Tristezas, melancolías, recibir las opiniones ajenas…

Por estos dos puntos, verás que las culpas son más que los cabellos de tu cabeza y aún, la arena del mar.

 

Considera aparte, el pecado de ingratitud para con Dios, que es un pecado general, que se extiende y dilata sobre los demás, y los hace más grandes.

 

Mira, pues, cuántos beneficios te ha hecho Dios, y que con ellos has abusado contra Él, que te los dio; particularmente cuántas inspiraciones menospreciadas: cuántos buenos movimientos hechos inútiles: y sobre todo, ¿cuántas veces has recibido los Sacramentos y dónde están los frutos de ellos?

 

¿Qué se han hecho esas preciosas joyas con que tu querido Esposo te había hermoseado? Todo lo han cubierto tus iniquidades.

 

¿Con qué preparación las has recibido?

 

Piensa en esta ingratitud: Dios ha corrido tanto tras de ti, para salvarte, y siempre te has alejado para perderte.

Las inspiraciones son todos los atraimientos, movimientos, contradicciones, remordimientos interiores, luces y conocimientos que Dios obra en nosotros, por su paternal amor, para despertarnos, excitarnos, impelernos y acercarnos a las santas virtudes, al amor celeste, a las buenas resoluciones y a todo aquello que nos encamine a nuestro bien eterno.

  1. Afectos y compromisos:

Confúndete al considerar tu miseria:

¡Oh Dios mío! ¿Cómo me atrevo a estar delante de tus ojos?

 

¡Ay de mi! No soy otra cosa que un tumor para el mundo y un remate de ingratitud e iniquidad.

 

¿Es posible que haya sido tan desleal al permitir que todos mis sentidos y las potencias de mi alma se hayan gastado, violado y ensuciado, y que no ha pasado un solo día sin que haya producido tan depravados  afectos? ¿Es esta la forma de corresponder a los beneficios de mi Creador y a la sangre de mi redentor?

 

Pide perdón y arrójate a los pies del Señor, como un hijo prodigo, como una Magdalena, como una mujer que con toda suerte de adulterios ha manchado el lecho de su matrimonio.

 

¡Señor! Misericordia sobre esta alma pecadora. ¡Ay de mí!

Vivo manantial de compasión, ten piedad de esta miserable!

Haz propósito de mejorar tu vida:

¡Oh Señor! Nunca más, mediante tu gracia, me arrojaré al pecado. ¡Ay de mi, que no he hecho otra cosa, sino amarlo demasiado! Yo lo detesto.

 

Y te abrazo, ¡Oh Padre de misericordia! Yo quiero vivir y morir en Ti

 

Para borrar los pecados pasados me acusare animosamente de ellos despidiéndolos y arrojándolos todos de mí.

 

Pondré lo último de mis fuerzas para desarraigar completamente, de mi corazón, las raíces de los pecados, particularmente, de mi corazón, las raíces de los pecados, particularmente tales y tales…

 

Y para hacerlo, pondré en práctica, con mucha constancia, los medios que me sean aconsejados, pareciéndome que jamás podre hacer bastante para reparar tan grandes faltas.

 

  1. Conclusión:

Agradece a Dios el que te haya esperado hasta la hora presente y te haya dado buenos afectos.

 

Ofrécele tu corazón y tus deseos de poner en práctica estos propósitos.

 

Ruégale que te fortifique.

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