Salmo 26 (27 B. Jerusalén).     29-Marzo 2010

Salmo 26 (27 B. Jerusalén). 29-Marzo 2010

Yahvé es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? Yahvé, el refugio de mi vida, ¿ante quién temblaré?
Cuando me asaltan los malhechores ávidos de mi carne, ellos, adversarios y enemigos, tropiezan y sucumben.
Aunque acampe un ejército contra mí, mi corazón no teme; aunque estalle una guerra contra mí, sigo confiando.
Una cosa pido a Yahvé, es lo que ando buscando: morar en la Casa de Yahvé todos los días de mi vida, admirar la belleza de Yahvé contemplando su templo.

Escucha, Yahvé, el clamor de mi voz, ¡ten piedad de mí, respóndeme!
Digo para mis adentros: “Busca su  rostro”. Sí, Yahvé, tu rostro busco:
no me ocultes tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio. No me abandones, no me dejes, Dios de mi salvación.
Si mi padre y mi madre me abandonan, Yahvé me acogerá.

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