Las palabras de consuelo a los discípulos.  Oremos para que aprendamos a ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo. Hora Santa

Las palabras de consuelo a los discípulos. Oremos para que aprendamos a ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo. Hora Santa

Las palabras de consuelo a los discípulos.  Oremos para que aprendamos a ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo. Hora Santa

Parroquia de San Pío X

 Eres-Dios-eterno

Se reza la Estación del Santísimo Sacramento…

 

Jesús, amor de los amores, en este día  ponemos en tu  Corazón a  toda tu Iglesia para que nos regales toda la gracia que necesitamos para ser  fieles servidores y enamorados de tu Palabra, que a tiempo y a destiempo para que siempre busquemos alimentarnos espiritualmente de ella, porque sabemos nos llevará a los secretos de tu Corazón y nos dará a conocer tu amor en plenitud. Amén.

Lectura del Santo Evangelio según san Juan 14, 15-21                        De pie.

En aquel  tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Si me aman, cumplirán mis mandamientos, yo le  rogaré al Padre y él les dará otro  Paráclito para que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce, ustedes, en cambio, si lo conocen, porque habita entre ustedes y estará en ustedes.

No los dejare desamparados, sino que volveré a ustedes. Dentro de poco el mundo no me verá más, pero ustedes si me verán porque yo permanezco vivo y ustedes también vivirán. En aquel día entenderán que yo estoy en mi Padre, ustedes en mí y yo en ustedes.

El que acepta mis mandamientos y los cumple, ese me ama. Al que me ama a Mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él.”

Palabra de Dios                                   Gloria a Ti, Señor Jesús

Releemos en silencio y en voz alta compartimos la frase que más nos agrade.

 

Canto

//Tu Palabra me da vida, confió en ti Señor

Tu Palabra es eterna en ella esperare//

  • Dichoso el que con vida intachable, camina en la ley del Señor.

Dichoso el que guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón.

  • Postrada en el polvo esta mi alma, devuélvame la vida tu Palabra

Mi alma está llena de tristeza, consuélame Señor con tus promesas.

 

Las palabras de consuelo a los discípulos.

Jesús puerta hacia la vida. Anselmo Grun

Juan, en su Evangelio, no solo habla del amor de Jesús hacia nosotros, sino también de nuestro amor hacia Jesús. Ser cristiano significa amar a Jesús, construir una relación personal con Él. Este tema es típico de Juan, los sinópticos y Pablo no lo tratan. Los vv. 15-23 responden a la pregunta de cómo podemos plantear nuestra relación con Jesús. Amar a Jesús significa cumplir sus mandatos y sus palabras. Este es el sentido de la meditación: observar cuidadosamente. Juan nos invita a meditar en Jesús para que nos experimentemos a nosotros mismos en su Espíritu y a través de esto lleguemos a ser capaces de amar. Quien ama a Jesús vive conscientemente, camina en la luz. Y esto se manifestará también en su propio modo de vida. La nueva actitud se expresa en un nuevo mandato, que Juan no se cansa de repetir: “Amaos los unos a los otros”.

El mandamiento del Amor de Jesús no es simplemente una exhortación moral que debemos cumplir con nuestra voluntad, nos lanza a un largo camino de desarrollo en el que traspasamos nuestro egocentrismo, profundamente enraizado, para desmontarlo a través de esto, entramos en contacto con nuestro verdadero centro,  desde el que brota el amor, la meta de nuestro camino de madurez es el amor. Jesús nos capacita para este amor por  medio de sus palabras y su ejemplo y este amor no sólo nos transforma a nosotros, sino, cada vez más, a la misma sociedad humana.

La relación con Jesús es la fuente del amor a los demás. Y para que podamos permanecer en la relación personal con Jesús, nos envía al Espíritu Santo, que es llamado Parakletos. Paráclito era el defensor en los juicios, el que ayuda, el mediador, el abogado y el consejero. Es el Espíritu de la verdad que nos abre los ojos a la presencia del Señor ante Dios, el Padre que se nos ha aparecido en Jesús. El Espíritu descorre el velo que oculta toda realidad y nos permite  ver las cosas tal y como realmente son. Nos aprovisiona en nuestro camino hacia el despertar y hacia una conciencia de crecimiento. Gracias a la ayuda del Espíritu Santo, Jesús permanece junto a nosotros. El Espíritu hace presente a Jesús junto a nosotros, en nosotros.

El mayor misterio del Espíritu Santo, es que Jesús mora en nuestro interior. Nuestra vida para llegar a convertirse en Jesús es posible, sobre todo, gracias a su ayuda. Pues por el Espíritu Santo el amor de Jesús esta en nosotros y también el amor del Padre que es la fuente de todo amor. La cumbre de la meditación es la experiencia  de que Jesús, que habita en este momento en la gloria del Padre, al mismo tiempo, por medio del Espíritu Santo, mora también en nosotros. El ha querido tener una morada junto a nosotros, una morada que ni siquiera la muerte puede destruir.

El Espíritu es la presencia actual de Jesús junto a nosotros y en nuestro interior. Jesús no nos deja huérfanos, sino que permanece de una forma nueva junto a nosotros y dentro de nosotros. Está más cerca de nosotros que mientras vivía en la tierra, pues ahora mora en nuestros corazones. Si Jesús no hubiera dejado a sus discípulos, habrían caído en el peligro de proyectarse a sí mismos en él y no habrían avanzado  en su camino de desarrollo personal. Jesús, al separarse de ellos, les hizo buscar su verdadero yo en su propio interior. El Espíritu Santo conduce a los discípulos hasta Cristo “que mora en el alma y de quien nadie se puede nunca separar” (Sanford II, p. 157). El abandono de Jesús nos capacita para tener una comunión profunda con Él. La comunión divina, en la que somos introducidos por medio del Espíritu, no se destruye con la muerte, sino que se manifiesta en su plenitud. Para Juan, el núcleo del cristianismo consiste en el maravilloso milagro del acercamiento del hombre a Dios. Dios se ha aproximado al hombre por medio de Jesús y esta y permanece para siempre unido a él. El paráclito nos proporciona esa presencia continua. Abre la estancia de nuestro corazón para que el Padre y el Hijo puedan tener la morada en el. Si Dios mora en nosotros, entonces también nosotros podemos morar en nuestro interior junto a nuestro verdadero yo y así, entrar en nosotros mismos como en casa.

Releemos en silencio y oramos espontáneamente de acuerdo a lo que leímos.

 

 

Canto

///Espíritu Santo, ven, ven/// en el nombre del Señor

  • Acompáñame y condúceme, toma mi vida

Acompáñame y condúceme, Espíritu santo, ven

  • Purifícanos y transfórmanos toda la vida,

Purifícanos y transfórmanos Espíritu Santo ven.

 

 

Oremos a María Santísima

Madre, del verdadero amor por quien vivimos, ayúdanos a reconocer en nuestro interior el amor de Jesús y con tu oración intercede para que el crezca y podamos en el amor vivir plenamente. Amén.

 

1er. Misterio. ¿Y cómo los he amado Yo? No con palabras sino hasta la muerte de Cruz todo lo enseñe con ¡ejemplo: la abnegación, la caridad, el sacrificio, la misericordia, etc. Te invité a seguirme, caminando adelante y entregándome a todos los sacrificios de alma, de corazón, hasta dar la vida por ti. “les he dado ejemplo y el discípulo no es superior al Maestro”

Pidamos para que aprendamos a ser dóciles al Espíritu Santo.

 

2do. Misterio. Sigue el programa de santidad que propuse al joven del Evangelio, cuando un día me preguntó: Maestro bueno, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna? – guarda los mandamientos, le conteste. Todas esas cosas las he observado desde mi juventud, me contesto- Una cosa te falta, sin embargo añadí. Si quieres ser perfecto, anda, vende cuanto tienes, dalo a los pobres, que así tendrás un tesoro en el cielo y ven después y sígueme.

Pidamos para que aprendamos a ser dóciles al Espíritu santo.

 

3er. Misterio. ¿Qué me dices a todas estas enseñanzas? ¿Se encuentra tu corazón dispuesto para seguir este camino de santidad? Nada hay imposible para el que ama. Examina qué cosa te falta y vive las solidas virtudes, amándome a Mí con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y al prójimo en Mí y por Mí, como a ti mismo.

Pidamos para que aprendamos a ser dóciles al Espíritu santo.

 

4to. Misterio. El que guarda mis mandamientos, me ama y Yo lo amaré y me manifestare a él. Ahora si quieres seguirme más de cerca, si tienes vocación religiosa, no la dejes pasar, que es una perla del cielo, sigue entonces mi segundo consejo y despréndete de todo para unirte a Mí

Pidamos para que aprendamos a ser dóciles al Espíritu santo.

 

5to. Misterio. En la Eucaristía estoy Yo mismo y te daré las fuerzas sobrenaturales que se necesitan para poner en práctica mis lecciones. Acércate como el discípulo amado, bebe de las fuentes de mi Corazón.

Pidamos para que aprendamos a ser dóciles al Espíritu santo.

 

 

Recemos la Coronilla de la Misericordia       De rodillas o de  pie

Ofrezcámosla por todas las almas necesitadas de amor.

Padre nuestro…Ave María… Credo…

En  las cuentas grandes antes de cada decena.

Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.

En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.

Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.

Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti

Doxología final después de las cinco decenas.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero

 (3 Veces) 

 

Permanezcamos unos momentos en silencio

Escuchemos lo que nos dice el Señor:

“Yo estoy en mi Padre, ustedes en mí y yo en ustedes”

 

 

Oremos todos unidos

Te suplicamos Señor, con lágrimas: mándanos a tu Espíritu que es suma bondad. Que el dirija a todos los hombres hacia la tierra tuya, donde has preparado una llanura de reposos a los que honran y glorifican al Espíritu que encierra toda santidad.

A ti que eres el Señor y el Rey de los ángeles, a ti que tienes poder sobre los hombres y eres su Criador, a ti que con sola una señal imperas a todo lo que existe en la tierra y en el mar, a ti claman tus amigos y tus siervos: date prisa a mandarnos tu espíritu que es la plenitud de la santidad.

 

Román el melode

Himno de Pentecostés

 

 

Canto

///Llénanos Señor de tu Espíritu/// llénanos, llénanos Señor

//Y déjame sentir el fuego de tu amor aquí en mi corazón Señor//

 

Ámanos… Perdónanos…Úngenos…Libéranos

 

¡¡¡ Unidos en la Eucaristía!!!

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