¡Ábrete a la palabra de Dios y proclamala! Mc  7, 31-37.

¡Ábrete a la palabra de Dios y proclamala! Mc 7, 31-37.

¡Ábrete a la palabra de Dios y proclamala! Mc 7, 31-37.


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Esta semana la iglesia celebra en su asamblea eucarística un bello pasaje bajo el panorama de San Marcos; un milagro con gran significado para todos nosotros, Juan el bautista encarcelado manda preguntar a Jesús sí es él al que se espera y deben de esperar a otro y él les dice: vayan a Juan y díganle: los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen… cfr. 7,22. Una prueba de que se cumple la palabra de Jesús, “yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia cfr. Jn 10, 10. Una gran doctrina y modismos rabínicos manejados por Jesús, pero manejado a plenitud. Para este comentario lo citamos primeramente en su texto total y en segundo lugar el comentario según sea conveniente:

Mc 7:31 Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis.
Mc 7:32 Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él.
Mc 7:33 Él, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua.
Mc 7:34 Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: “Effatá”, que quiere decir: “¡Ábrete!”
Mc 7:35 Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente.
Mc 7:36 Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban.
Mc 7:37 Y se maravillaban sobremanera y decían: “Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.”

Una escena que se desarrolla en Galilea, San Beda hace una aclaración: Decápolis es el país de las diez ciudades al otro lado del Jordán, al oriente, frente a Galilea. Cuando dice que el Señor llegó al mar de Galilea hacia el centro de Decápolis, no quiere decir que entró en Decápolis ni que atravesó el mar, sino más bien que en el mar llegó hasta un punto desde donde alcanzaba a ver el centro de Decápolis a lo lejos, más allá del mar.
“Y presentáronle un hombre sordo”, etc. Hay discusiones entre los comentadores tratando de ubicar el lugar exacto de este pasaje para definir sí es judío o pagano, pero creemos que eso pasaría a un segundo término pues aun con esa falta de precisión lo importante es su contenido, por ello San Teofilacto hace una pequeña referencia:
No quería el Señor detenerse entre los gentiles, ni dar motivo a los judíos de que lo creyeran transgresor de la ley por mezclarse con aquéllos, por lo cual se vuelve luego, según estas palabras: “Dejando Jesús otra vez”, etc.

Marcos nos narra un milagro de gran relevancia en él cristianismo, se sabe de antemano la gran cantidad de milagros de Jesús y de sanaciones, sí relacionamos al pasaje de Isaías 35, 6 sería como quererle dar cumplimiento a lo profetizado, hecho por Jesús, eso tal vez sería el resultado final, nos interesa entrarnos más en la esencia del milagro. El verso 32 nos señala que le presentan a Jesús a un hombre sordo con dificultad de hablar, lo que nosotros en nuestros días conocemos como sordomudo, ya que sí no escucha las palabras, los sonidos ¿cómo puede expresar las palabras o sonidos? a no ser por señas que ese sería otro lenguaje. La necesidad humana le hace hacer muchas cosas, la gran aflicción de este hombre sordomudo es causa de tristeza para familiares y amigos, ya que en términos de la retribución ese hombre está así por pecador o por el pecado de sus padres, sería lógico que al oír lo extraordinario de Jesús que se rumora y corrobora fueran a él.

Jesús y el sordomudo.

El verso 32 agrega: y le ruegan imponga la mano sobre él. En la tradición rabínica, el imponer las manos representa una trasmisión de poder, de autoridad, de sanación, legar una actividad, bendecir, dar acción de un magisterio. Moisés impuso las manos sobre Josué cfr. Dt 34, 9, Gen 48, 17-18. En la Iglesia el obispo impone las manos sobre el que confirma la fe (sacramento de la confirmación); los apóstoles imponían las manos y el Espíritu santo caía sobre ellos. Jesús imponía las manos y sanaban y en el agregado del mismo Marcos cita en 16, 18: impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.” Conociendo un poc la tradición de sus antepasados y Jesús mostrando los mismos signos, ¿usted no le llamaría al sordomudo?

De la escuela de San Juan Crisóstomo citan los siguiente: Separa de la gente al sordo y mudo, para no hacer públicos sus milagros divinos, enseñándonos así a despojarnos de la vanidad y del orgullo; porque no hay nada en el poder de hacer milagros que equivalga a la humildad y a la modestia. Le metió los dedos en las orejas, pudiendo curarle sólo con su voz, para manifestar que su cuerpo unido a la Divinidad estaba enriquecido con el poder divino, así como sus obras. Y como por el pecado de Adán la naturaleza humana cayó en muchas enfermedades y en la debilidad de los miembros y los sentidos, Cristo demostró en sí mismo la perfección de esta naturaleza, abriendo los oídos con su dedo y dando el habla con su saliva: “Y con la saliva le tocó la lengua”.

Jesús y los signos.

Jesús es un experto en signos aun no siendo el evangelio de San Juan, sí manejáramos signos, simboliza la actitud cerrada del mundo judío-pagano frente al proyecto de Dios: sordo para escucharlo y tartamudo para proclamarlo primero como mesías y después como salvador. La sanación del sordomudo entonces simboliza o ratifica la actitud de los paganos y de judíos que poco a poco abren sus oídos a la Palabra de Dios.

Muy probablemente al separarlo se fije más la atención sobre el sordomudo y los movimientos de Jesús sean más claros, (1) mete sus dedos a los oídos, es el órgano humano dañado impedido, incapacitándolo, abriendo para que escuche, así como lo hizo con el ciego, tocó esos ojos,(2) luego va a la lengua, Jesús, puede utilizar dos momentos (a) uno moja su dedo con su saliva y luego con ese dedo mojado de Jesús toca la lengua del mudo o caso contrario (b) escupe sobre la boca del mudo, la saliva que escupe toca la lengua del sordomudo, el detalle es que sí escupe sobre el sordo mudo sería una ofensa escupir sobre una persona, penado en la ley de Moisés, realmente aquí hay varias teorías de cómo pudo ser esto, sin embargo lo sobresaliente es que esa lengua seca se humedecía, esa lengua reseca volvía a tener vida para proclamar las maravillas de Dios, cosa que se verá en el verso 36.

El milagro.

Lo trascendental y signos de Jesús es que siempre está en comunión con el Padre y el Espíritu santo, al elevar su mirada y al gemir como cita san Pablo lo que hace el Espíritu, en esa comunión sale la voz poderosa de Jesús la voz de autoridad: ¡ábrete!, esa voz como el de la creación, esa voz de comunión, ahora es la autoridad para que vuelva a escuchar y como efecto se desenlaza el verso 35: Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. El milagro se daba, lo que ataba la lengua era vencido, la mordaza de la lengua desaparecía y mejor aún, ahora el muro que impedía escuchar caía, o sí vamos a la cultura judía, el pecado había sido expiado y el enfermo perdonado y quizá ese fervor motivaba más a los enfermos a proclamar sus milagros aunque se los impedía: Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban.

Es difícil entender por qué mucha gente es incapaz de dar testimonio de Jesús, tantos milagros, tanto amor y la gente ya no se admira, como si fuera una obligación asistir al hombre, cómo sí Dios tuviera la obligación de perdonarle y darle de comer, el verso 37 nos devuelve a nuestra realidad actual: Y se maravillaban sobremanera y decían: “Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.”

Conclusión.

¿Alguna vez ha pensado sí Jesús puede hacer más por usted?, ¿se ha sentido defraudado por Jesús?, ¿se ha maravillado en su vida por lo que hace por usted?; Dios en su palabra (Gn 1, 31 expresa: Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Quizá el evangelista San Marcos toma este versículo para adorar la obra salvadora de Cristo Jesús, él ha hecho hablar al mudo y escuchar al sordo, todos aquellos altavoces de gran potencia sí se utilizarán para proclamar lo que hace Jesús no serían suficientes pero sí harían un gran eco en la humanidad; el político en su proselitismo solo dice lo que puede hacer sí lo dejan y le dan su confianza con el voto, Jesús lo hace y bien, no es como esos empleados que siendo su deber se levantan el pecho para decir nosotros lo hacemos bien; Jesús va directo al órgano afectado, ¿hoy su problema es no saber escuchar?, ¿tiene problemas de audición?, ¿quiere que lo sane?, es simple… deje que sus oídos escuchen su palabra, en pocas palabras: ¡ábrete a la palabra de Dios!, ¿sabe una cosa?, la fe es más efectiva cuando entra por el oído, por ello San Pablo se atreve a decir: que sí proclamas con tu boca que Jesús es el Señor te salvarás, solamente escuchando se puede proclamar.

El pueblo de Israel utiliza esa frase: ¡Escucha Israel!, ¿sabe cuántos hombres sordos y mudos viajan por el mundo, es más fácil poner unos audífonos e ir escuchando su canción preferida y desde luego, al no escuchar por oír su música hablan nada.

Hoy Jesús nos invita a abrir nuestros oídos y sentidos a su palabra y después ser esos altavoces de salvación con su proclamación, ¡qué gusto más hermoso de Dios!, el sentir el reconocimiento de que sus hijos escuchan a su hijo, ¿no creen que Jesús nos abra nuestros oídos dañados y nuestra lengua encadenada?, ¿por qué no hacemos esto?, hoy háblele a sus hijos de lo que Jesús ha hecho por usted, los abuelos hablar a sus nietos de sus experiencias con Jesús, al que se le han abierto los oídos proclamarlo a los 4 puntos cardinales, hagamos la prueba y después expliquemos a nuestro ser entero como se siente el haber hecho lo correcto, ojala y se atreva querido amigo.

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