Para ser amigo de Dios con “San Francisco de Sales”       -Meditación V   “De la muerte”-

Para ser amigo de Dios con “San Francisco de Sales” -Meditación V “De la muerte”-

Para ser amigo de Dios con “San Francisco de Sales”

Meditación V   “De la muerte”

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  1. Preparación:

Ponte en la presencia de Dios

Pídele su gracia

Imagina que estas en la cama, enfermo y sin ninguna esperanza de escapar de la

muerte.

  1. Consideraciones:

Considera la incertidumbre del día de tu muerte:

¡Oh alma mía! Un día has de salir de este cuerpo, ¿Cuándo será? ¿Será en el invierno ó en verano? ¿En la ciudad o en el campo? ¿De día o de noche? ¿Será repentinamente o ya se esperaba? ¿Será de enfermedad o de accidente? ¿Tendrás tiempo para confesarte o no? ¿Te asistirá tu confesor o padre espiritual?

¡Ay de mi, alma mía, que de todo esto no sabemos nada! Solo es seguro que moriremos, y que siempre, es antes de lo que pensamos.

 

Considera que, entonces, el mundo se acabará para ti, que no tendrá más para ti, que transformara lo de arriba hacia abajo, delante de tus ojos; porque entonces, los placeres, las vanidades. Los gustos mundanos y las aficiones vanas, se nos representaran como nubes y fantasmas.

¡Ay, pobre de mí, y porque juguetes y quimeras he ofendido a mi Dios, pues lo he dejado por nada!

 

 

Y al contrario, la devoción y las buenas obras te parecerán entonces, tan dulces y dignas de desearse.

 

 

¡Ay de mí! ¿Por qué no he seguido este hermoso y agradable camino?

 

 

Entonces, los pecados que parecían pequeños, te parecerán grandes como montañas, y la Devoción, pequeña.

 

 

Considera las grandes y ansiosas despedidas que hará tu alma de este mundo:

De las riquezas

De las vanidades

De las vanas compañías

Los placeres y pasatiempos

Los amigos y vecinos

Los parientes e hijos

El marido o la mujer

De toda criatura

 

 

Y al final, se despedirá de su cuerpo, al que dejara amarillo, espantoso, deshecho, feo y mal oliente.

Considera las cosas que se tendrán que hacer para levantar ese cuerpo y esconderlo en tierra; y que hecho esto, el mundo no pensara más en ti, ni quedara más memoria que la poca que tú también hiciste de otros. Dirán cuando mucho:

Dios le perdona

¡Oh muerte, y cuan impetuosa y digna de consideración eres!

 

Considera que, el alma, al salir del cuerpo, toma su camino, a la derecha o a la izquierda.

 

 

¡Ay de mí! ¿A dónde irá la tuya? ¿Qué camino tendrá? Ninguno, sino aquel que haya merecido en este mundo.

  1. Afectos y compromisos

Ruégale a Dios y arrójate en sus brazos:

¡Ay de mi, Señor! Recíbeme en tu protección, en ese día espantoso. Haz que la hora de la muerte, sea para mi, dichosa y favorable, aunque todas las horas de mi vida sean afligidas y tristes.

 

Menos precia al mundo:

Como no se la hora en que tengo que dejarte, ¡oh mundo! No quiero envolverme contigo; y ustedes, queridos amigos y amados parientes, permítanme que no les tenga más afecto que el de una santa amistad, la cual, pueda durar eternamente. Porque, ¿de qué servirá unirme a ustedes, de modo que después sea necesario deshacer y romper tal atadura?

 

Quiero prepararme desde ahora, tomas las precauciones importantes para hacer este recorrido felizmente; quiero asegurar el estado de mi conciencia con toda verdad, sinceridad,  y poner orden en tales y tales faltas:…

  1. Conclusión:

Da gracias a Dios por este compromiso que te ha dado; ofrécelo a su Divina Majestad; ruégale de nuevo, que te de una dichosa muerte, por los meritos de su precioso Hijo. Implora la ayuda de la Virgen María y de los santos.

Padre Nuestro… Ave María….

 

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