Palabra de Dios 1 de Sep. de 2025. Lunes XXII del Tiempo Ordinario.
Evangelio del dia.
PRIMERA LECTURA.
Primera carta de Pablo a los tesalonicenses ( 4, 13-18 )
Hermanos: No queremos que ignoren lo que pasa con los
difuntos, para que no vivan tristes, como los que no tienen
esperanza. Pues, si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual
manera debemos creer que, a los que murieron en Jesús, Dios
los llevará con él.
Lo que les decimos, como palabra del Señor, es esto: que
nosotros, los que quedemos vivos para cuando venga el Señor,
no tendremos ninguna ventaja sobre los que ya murieron.
Cuando Dios mande que suenen las trompetas, se oirá la voz
de un arcángel y el Señor mismo bajará del cielo. Entonces, los
que murieron en Cristo resucitarán primero; después nosotros,
los que quedemos vivos, seremos arrebatados, juntamente con
ellos entre nubes, por el aire, para ir al encuentro del Señor, y así
estaremos siempre con él.
Consuélense, pues, unos a otros con estas palabras.
Palabra de Dios.
SALMO.
Salmo ( 95 )
R. Cantemos al Señor con alegría.
Cantemos al Señor un nuevo canto, que le cante al Señor toda
la tierra. Su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en
nación sus maravillas.
R.
Cantemos al Señor, porque él es grande, más digno de alabanza
y más tremendo que todos los dioses paganos, que ni existen.
Porque los falsos dioses son apariencia; ha sido el Señor quien
hizo el cielo.
R.
Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo
submarino. Salten de gozo el campo y cuanto encierra, manifiesten
los bosques regocijo.
R.
Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el
orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas
las naciones.
R.
EVANGELIO.
Evangelio según san Lucas ( 4, 16-30 )
En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado.
Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los
sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen
del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que
estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me
ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar
la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar
libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.
Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los
ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él.
Entonces comenzó a hablar, diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido
este pasaje de la Escritura, que ustedes acaban de oír”.
Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las
palabras que salían de sus labios, y se preguntaban: “¿No es éste
el hijo de José?”
Jesús les dijo: “Seguramente me dirán aquel refrán: ‘Médico,
cúrate a ti mismo, y haz aquí, en tu propia tierra, todos esos
prodigios que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm’ “.
Y añadió: “Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra.
Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de
Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo
un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de
ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta,
ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos
del profeta Elíseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino
Naamán, que era de Siria”.
Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron
de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta
una barranca del monte, sobre el que estaba construida la ciudad,
para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó
de allí.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: Hoy comenzamos la lectura del
Evangelio de san Lucas, cuya intención predominante
es la de presentar a Jesús como Salvador y como
centro de toda la historia de la salvación. Citando a
Isaías, Él mismo se presenta en la sinagoga de Nazaret
como el «Enviado» de Dios, portador de la noble misión
de llevar el gozoso mensaje de liberación en favor de
los desheredados (Is 61, 1-2; 58, 6). La decepcionante
reacción de sus paisanos nos habla de lo difícil que es
aceptar la “ley de la encarnación” para quienes están
marcados por prejuicios, incluso de orden religioso.