Los Dolores de María. Meditación para el Sábado  Quinto Dolor: la Crucifixión de Jesús.

Los Dolores de María. Meditación para el Sábado Quinto Dolor: la Crucifixión de Jesús.

Los Dolores de María.

Meditación para el Sábado

Quinto Dolor: la Crucifixión de Jesús.

 

hazme-docil

 

Hijos míos: fue grande el dolor que sentí en el momento de la crucifixión de mi Hijo Jesús. Esta escena de su Sagrada Pasión desgarro mi Inmaculado Corazón porque la furia diabólica de los soldados romanos al clavar las sagradas manos y pies de nuestro Señor, sus huesos fueron descoyuntados.

 

 

Cada martillazo hacía estremecer la tierra, sus gemidos retumbaban mis oídos, sus lamentos eran como espada afilada que lentamente desgarraba mi vientre virginal. Vientre que pasó a ser Vaso purísimo para contenerlo. Vientre que le arrulló hasta el día de su nacimiento. Vientre que fue adornado y embellecido con el nardo purísimo de celestial perfume. Vientre que era custodiado por los Ángeles del Cielo. Que fue tabernáculo del Amor Divino en el que se recreaban todos los seres celestiales; pero hoy le veía sumido en ansias de llevas hasta el extremo su inmolación ya que el deseo por la salvación de las almas era más fuerte que su mismo sufrimiento y el anhelo de padecer menguaba su dolor.

 

 

Allí, hijos míos, reparaba por estas pobres almas que eran como depredadores ávidos en consumir su presa. Mis lágrimas impulsaban a Jesús a llegar al nivel más sublime de su estado Victimario, a ofrendar su vida por toda la humanidad.

 

 

Mi Corazón de Madre era despedazado ante la muerte de mi Hijo. Hijo que me enseño a perdonar, a no guardar rencor. Hijo que me instruyó en la oración como medio para recibir la gracia. Hijo que me compartió parte de su crucifixión. Hijo que me llevó a la inmolación en cruz. Cruz que es necesaria para ganarse el Cielo. Cruz que nos asemeja a Cristo Crucificado. Cruz que es el galardón de oro que nos lleva al disfrute de la vida eterna.

 

 

Subid, pues, al monte Gólgota; crucificad allí vuestras imperfecciones, debilidades y pecados, y sentíos libres. Guardad en vuestro corazón las palabras del Crucificado y caminad tras Él para que descubráis un mundo justo, humano.

 

Dios te salve María, llena eres de gracia…

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