Origen de la tibieza. ” Eres tibio si haces perezosamente y de mala gana las cosas que se refieren al Señor, piensas más que en tí y en tu comodidad “.

Origen de la tibieza. ” Eres tibio si haces perezosamente y de mala gana las cosas que se refieren al Señor, piensas más que en tí y en tu comodidad “.

Origen de la tibieza. ” Eres tibio si haces perezosamente y de mala gana las cosas que se refieren al Señor, piensas más que en tí y en tu comodidad “.

1. Por la Pereza
La Pereza es el principio de la tibieza. La pereza es uno de los siete pecados capitales que produce decaimiento de ánimo, provoca fastidio hacia los deberes profesionales y religiosos sustituyéndolos por actividades que agradan.
La pereza trae consigo varios vicios: la negligencia, el desaliento, la imaginación incontrolada, la indiferencia para realizar obras de misericordia, la ignorancia, la pobreza y la tibieza.

Las palabras de la Sagrada Escritura: ” he pasado por el campo de un perezoso, y por la viña del insensato, y habían crecido zarzas por doquier, los espinos cubrían su superficie, y la cerca de piedra estaba destruida. Al contemplarlo yo he reflexionado, al mirarlo he sacado la instrucción: un poco de dormir, un poco de sopor, otro poco de cruzar los brazos para reposar; y llegará un vagabundo, tu propia miseria, y, como un hombre armado, tu indigencia. (Prov. 24,30-34)

2. Por no aborrecer los pecados veniales

La teología moral católica enseña que existen los pecados veniales semideliberados y los deliberados.
Los semideliberados son aquellos que se realizan por irreflexión momentánea, por nerviosismo, por ligereza del mal carácter, por atolondramiento, por sorpresa o por fragilidad.

Los deliberados son trasgresiones conscientes contra los mandamientos de la ley de Dios realizados con pleno consentimiento de la voluntad en materia leve. Así tenemos por ejemplo: la irritabilidad ante cualquier contrariedad; el mal humor continuo, la impaciencia consigo mismo o con otros, las murmuraciones leves, las mentiras jocosas y oficiosas, la frivolidad en el lenguaje, los rencores, los resentimientos, las burlas para ridiculizar a una persona, las alabanzas propias, las contestaciones bruscas, la vanidad, los robos de objetos de poco valor, el hablar con ligereza sobre la buena fama del prójimo, la vanagloria, el perder el tiempo, la pereza en el cumplimiento de los deberes en materia leve, el no corregir por temor o vergüenza cuando debe hacerse, la falta de templanza en el comer o beber, la desobediencia a los superiores en materia leve, el no guardar los sentidos, la hipocresía, la envidia sobre los bienes ajenos, las imprecaciones, la pereza en la oración, las malas palabras contra la caridad, el a pegamiento a cosas materiales y a las personas…

Cuando una persona se va acostumbrando a vivir en un estado de pecado venial deliberado, poco a poco va perdiendo el trato con Dios y por tal razón se entibia.
Al tibio le horroriza cometer pecados mortales pero estima el pecado venial como insignificante.

3. Por abandonar la oración

El tibio no se aleja de Dios sino tiene pereza en todo lo relacionado con la vida espiritual, la tibieza le disminuyó las energías de la voluntad, produciéndole flojedad hasta casi apagarle su vida de piedad.

4. Por la falta de Mortificación

La mortificación es una práctica espiritual que consiste en dejar por amor a Dios algo que nos gusta y aceptar aquello que nos desagrada a los sentidos o al propio amor. Ayuda a elevar la mente hacia las verdades celestiales, somete la carne al espíritu, conduce la contrición de los pecados cometidos. Disipa las tentaciones de la concupiscencia, fortalece el alma para vivir en castidad.
A quien cayó en la tibieza no le agrada la mortificación, sacrificio, entrega, cruz. Más bien le agrada leer la vida oculta de Jesucristo, su nacimiento, sus milagros y profecías, pero no le gusta leer las páginas sangrantes de la Pasión y Muerte de Cristo, porque le horrorizan; incluso desearía arrancar esas páginas de los Evangelios. El tibio desea que desaparezca la Cruz, porque quiere una moral católica suave y superficial, olvidando que Jesucristo enseño que es necesario cargar la cruz todos los días con sus dolores, penas y asperezas.

5. Por el descuido de las cosas pequeñas

La Sagrada Escritura nos habla de la parábola de los talentos: ” Le respondió su amo: Muy bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho: entra en la alegría de tu Señor”. (Mt 25,23)
La persona tibia cayó en este estado porque tuvo constantes descuidos pequeños en diversos campos y circunstancias; en la piedad, en la familia, en el trabajo, al convivir con los demás, en las virtudes de la pobreza, justicia, sinceridad, castidad, humildad, templanza, etc. La tibieza fue ocasionada por la negligencia e indiferencia hacia los pequeños deberes diarios.

6. Por no guardar los sentidos externos.

La persona ávida de impresiones y de novedades se nutre de los pasajero, de lo transitorio, de lo que dura poco tiempo, porque posee mucha imaginación, sus sentidos están despiertos pero su alma está dormida.
Sus sentidos Vista, oído, tacto, gusto y olfato, reciben demasiada información sobre las cosas del medio exterior, de tal manera que imperan por encima de la razón y de la fe produciendo sopor y pereza. La vida de piedad y el estudio de las verdades religiosas le producen aburrimiento e indiferencia.
Si no controla y guarda los sentidos esa persona deja paso a la sensualidad, y está provoca debilidad en la voluntad, luego produce inconstancia en el cumplimiento de los deberes ordinarios, y así cae en la tibieza.
La vista despierta la pasión de los insensatos.
Aceptó que el oído oyera cualquier conversación o música inconveniente; aceptó que el tacto tocara todo lo que le agradaba; aceptó que el gusto comiera y bebiera sin sobriedad; aceptó que el olfato buscara olores agradables. En otras palabras el tibio no mortificó sus sentidos.

7. Por creerse bueno.

El tibio se cree que es una persona buena y perfecta, vive de ilusión; al no conocerse a sí mismo, no está en la realidad. Es una persona buena pero no santa; se contenta por no cometer pecados mortales.
La diferencia entre una persona buena y una persona que lucha y se esfuerza por alcanzar la santidad, radica en el heroísmo, pues el que desea ser santo práctica sin desánimo las virtudes humanas y sobrenaturales, de tal modo que se distingue por el amor a Dios y al prójimo.
El tibio presume ser bueno, no acepta consejos que le dan.

8. Por ser egoísta

El egoísmo es el inmoderado y excesivo amor que uno tiene a sí mismo y que le lleva a atender desmedidamente su propio interés. La persona que está centrada en sí misma: vive pensando en sí, sus pensamientos, palabras y acciones reflejan que su corazón está puesto en ella: busca constantemente compasiones afectivas, desea poseer objetos materiales, porque eso le proporciona seguridad psicológica.
Al hablar de si misma enaltece su yo, por tal razón sus éxitos, problemas y fracasos los agranda para que le aplaudan o le compadezcan; se preocupa demasiado por su trabajo, su salud, su descanso, su comodidad, su futuro. Todo este amor desordenado lo llevo a la tibieza.

Dame la gracia Padre de descubrir mis debilidades.

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1 Comentario

  1. Kevin Mateus

    Cuan real y duro, se me hizo leer esto, lamentablemente es la fotografia de mi vida…ojala Dios me de otra oportunidad (por enésima vez) de reparar mi pobre vida

    Responder

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