Consagración al Inmaculado Corazón de María de los 33 Día 20. Preparaos para el segundo Pentecostés.

Consagración al Inmaculado Corazón de María de los 33 Día 20. Preparaos para el segundo Pentecostés.

Consagración al Inmaculado Corazón de María de los 33
Día 20. Preparaos para el segundo Pentecostés.

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Pasos para cada día:
1. Rezo del santo Rosario, meditado y con letanías de la Virgen
2. Meditación del día y una virtud.
3. Coronilla de protección.
4. Letanías al Inmaculado Corazón de María.
5. Oración final
6. Consagración (para el día de la festividad o al terminar los 33 días.

 

 

1er. Rezo del Santo Rosario
Gozosos: lunes y Sábados
Dolorosos: martes y miércoles.
Luminosos: jueves
Gloriosos miércoles y domingos.

Jaculatorias para rezar en cada decena del Santo Rosario:
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y llevad al cielo todas las almas, especialmente las más necesitadas de vuestra misericordia.

 

Dios mío yo creo, adoro, espero y os amo, os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.

 

Santísima Trinidad: Padre, Hijo y espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculo del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido.
Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores.

 

Día 20. Preparaos para el segundo Pentecostés.

Hijos carísimos: el segundo pentecostés vendrá porque algunas almas se han ofrecido como víctimas, como pequemos pararrayos del gran Pararrayos que es Jesucristo, Victima Divina.

 

El segundo Pentecostés vendrá porque mi Ejército Victorioso siempre se mantendrá en pie, el adversario nunca podrá derribarlo.

 

El segundo Pentecostés vendrá como susurros de brisa suave; brisa que humedecerá la tierra árida, brisa que transformará el desierto en un manantial de aguas abundantes, brisa que hará florecer valles resecos y marchitos, brisa que dará mayor verdor a los árboles, brisa que servirá como abono para que la cosecha de frutos abundantes.

 

El segundo Pentecostés vendrá para purificar la Iglesia. Iglesia que se volverá diáfana, limpia. Iglesia que vivirá humilde y pobremente. Iglesia que imitará las virtudes de su madre Virginal.

 

El segundo Pentecostés vendrá para Jesús instaurar su reino de amor entre vosotros. Reino que no es como los de la tierra, su reino es un reino de paz y de justicia, reino de misericordia y de bondad infinita. El segundo Pentecostés vendrá para dar al mundo el orden para el cual fue creado, mundo actual: apartado de las leyes de Dios, secularizado, encaminado a la consecución del placer y de los bienes materiales.

 

El segundo Pentecostés vendrá y el Espíritu Santo descenderá con ímpetu y fuerza para que Jesús sea mayormente amado y conocido.

 

El segundo Pentecostés vendrá, porque habrá un solo rebaño y un solo pastor. Yo, como Madre de la Iglesia seguiré guiando la vida de mis hijos.

 

El segundo Pentecostés vendrá una vez la Iglesia haya sido purificada y renovada por grandes sufrimientos; cuando aplaste con mi talón la cabeza de la serpiente, las puertas del infierno se cerrarán y el mundo nuevo vivirá como si no existiese el pecado.

 

El segundo Pentecostés vendrá para liberar al mundo del yugo del pecado y de Satanás; liberación que se dará por medio de la gran purificación y del castigo; purificación que dará fin a la humanidad pecadora. Purificación que abrirá las puertas de la nueva Jerusalén. Purificación que volverá al orden primero de la creación, porque muy pronto veréis cielos nuevos y tierra nueva.

 

El segundo Pentecostés vendrá para dar muerte al dragón rojo y a la bestia negra, porque la Iglesia después de haber pasado por una horrorosa crisis volverá a renacer, resplandecerá en su plenitud.

 

El segundo Pentecostés vendrá porque una porción amada, el resto fiel, no se dejará tambalear por las fuertes tormentas ni por los vientos impetuosos que soplen sobre ella. Yo la esconderé en mi Inmaculado Corazón., la ocultaré del adversario, la conservaré intacta, pura.

 

El segundo Pentecostés vendrá porque es necesaria la purificación para la Iglesia; es urgente el segundo advenimiento de Jesús. Muchas almas se condenarán si el tiempo no es abreviado.

 

El segundo Pentecostés vendrá porque son muchas las almas que no atienden al llamado de la conversión, son muchas las almas que desprecian los Sacramentos; son muchas las almas que hieren el Sacratísimo Corazón de Jesús con su pecado, con su desobediencia a las leyes y mandatos Divinos.

 

El segundo Pentecostés vendrá después que la Iglesia haya pasado por un viernes santo; que la llevará a su máxima purificación; viernes santo que la asumirá en un profundo sufrimiento para llevarla al nivel más alto de perfección.

 

Hijos amados: preparaos para el segundo Pentecostés, consagrándoos a mi Inmaculado Corazón, perteneciendo al Ejército Victorioso de los Corazones Triunfantes.

 

Preparaos para el segundo Pentecostés, promoviendo el Apostolado de Reparación. Apostolado que unido a la consagración antepondrá el triunfo de mi Inmaculado Corazón. Triunfo que se dará en el mismo instante del segundo regreso de Jesús.

 

Preparaos para el segundo Pentecostés, adorando a Jesús presente en la Sagrada Eucaristía. Eucaristía que os dará fuerza en este tiempo de tribulación. La Eucaristía os dará coraje para enfrentar la gran prueba; prueba que involucrará a la humanidad entera; prueba que precederá a la Nueva Jerusalén. Preparaos para el segundo pentecostés, orando la corona del Santo Rosario; corona que os revestirá de gracia par que no cedáis a la tentación y por ende al pecado; corona que me impulsará a protegeros como una buena madre que cuida de sus hijos; corona que unirá vuestro corazón a mi Inmaculado Corazón para que así sintáis mi presencia en los días aciagos que os esperan.

 

 

Virtud del recogimiento.

Regocijaos en el Señor y disfrutad de la dicha verdadera.
Regocijaos en el Señor y aspirad su fragante nardo.
Regocijaos en el Señor y vuestro espíritu volará al cielo.
Regocijaos en el Señor y vuestro corazón se inflamará de amor por su presencia.

 

Hijitos míos: evitad la distracción, el ruido, internaos en el espesor del Sagrado Corazón y descansad en Él. Escuchad sus latidos, latidos que son como sinfonías celestiales que os arrullan, latidos que son como cantos de Ángeles que son suave melodía, latidos que son murmullos de Nuestro Señor para que lo améis, lo adoréis, lo alabéis y lo glorifiquéis.

 

Cuando estéis frente al Señor no pensad en nada, silenciaos exterior e interiormente; al principio os costará pero iréis aprendiendo hasta que seáis alma contemplativa.

 

En el recogimiento podréis hablarle a Jesús de corazón a Corazón. Él os hablará muy en la profundidad de vuestro corazón.

 

En el recogimiento el Espíritu santo os soplará más fuerte, descenderá con ímpetu, os cubrirá con sus alas de color plata.

En el recogimiento os olvidáis del tiempo, el reloj cesa, deja de marcar la hora, cruzáis el umbral de la eternidad.

 

Sed pues, almas recogidas, almas que pidan mi intercesión para que el Señor os conceda esta virtud.

 

Cuando estéis orando desconectaos con el mundo que la oración es un diálogo, un encuentro reciproco de amor.

 

Sed galantes, reverentes, abismaos en el Señor, sentidle en vuestro corazón, cubridle con vuestros besos. Estáis en Él y frente a Él. No os dejéis robar este bello momento. Lo que hoy es, mañana puede ser una ilusión, un espejismo, una quimera.

 

El recogimiento es descanso, sosiego, éxtasis de amor.

 

 

3. Coronilla de Protección
(Se reza en un rosario común)

 

En cada Padre Nuestro:
Ave María Purísima, sin pecado concebida, hija de San Joaquín y santa Ana, María Santísima.

 

En cada Ave María (diez veces)
V. ¿Quién como Dios?
R. Nadie como Dios.

 

En cada Gloria:
V. Huid poderes malignos
R. venció Cristo el Señor.

 

Al final del Rosario:
V. Corazones Triunfantes de Jesús y de María.
R. Reinad en mi vida y en mi corazón. Amén.

 

Letanías al inmaculado Corazón de María

V/ Señor, ten piedad.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
V/Cristo, ten piedad.
R/Cristo ten piedad de nosotros.
V/Señor, ten piedad.
R/Señor, ten piedad de nosotros.
V/Cristo, óyenos.
R/Cristo óyenos.
V/Cristo, escúchanos.
R/Cristo, escúchanos.
V/Dios, Padre celestial.
R/Ten Misericordia de nosotros.
V/Dios, Hijo Redentor del mundo.
R/Ten Misericordia de nosotros.
V/Dios, Espíritu Santo
R/Ten Misericordia de nosotros.
V/ Trinidad Santa, un solo Dios.
R/ Ten Misericordia de nosotros.
Santa María, Corazón Inmaculado de María. Ruega por nosotros.
Corazón de María, lleno de gracia. Ruega por nosotros.
Corazón de María, vaso de amor más puro. Ruega por nosotros.
Corazón de María, consagrado integro a Dios. Ruega por nosotros.
Corazón de María, preservado de todo pecado. Ruega por nosotros.
Corazón de María, morada de la Santísima Trinidad. Ruega por nosotros.
Corazón de María, delicia del Padre en la Creación. Ruega por nosotros.
Corazón de María, instrumento del Hijo en la Redención. Ruega por nosotros.
Corazón de María, la esposa del Espíritu Santo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, abismo y prodigio de humildad. Ruega por nosotros.
Corazón de María, medianero de todas las gracias. Ruega por nosotros.
Corazón de María, latiendo al unisonó con el Corazón de Jesús. Ruega por nosotros.
Corazón de María, gozando siempre de la visión beatifica. Ruega por nosotros.
Corazón de María, holocausto del amor divino. Ruega por nosotros.
Corazón de María, abogado ante la justicia divina. Ruega por nosotros.
Corazón de María, traspasado de una espada. Ruega por nosotros.
Corazón de María, coronado de espinas por nuestros pecados. Ruega por nosotros.
Corazón de María, agonizando en la Pasión de tu Hijo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, exultando en la resurrección de tu Hijo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, triunfando eternamente con Jesús. Ruega por nosotros.
Corazón de María, fortaleza de los cristianos. Ruega por nosotros.
Corazón de María, refugio de los perseguidos. Ruega por nosotros.
Corazón de María, esperanza de los pecadores. Ruega por nosotros.
Corazón de María, consuelo de los moribundos. Ruega por nosotros.
Corazón de María, alivio de los que sufren. Ruega por nosotros.
Corazón de María, lazo de unión con Cristo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, camino seguro al cielo. Ruega por nosotros.
Corazón de María, prenda de paz y santidad. Ruega por nosotros.
Corazón de María, vencedora de las herejías. Ruega por nosotros.
Corazón de María, de la Reina de Cielos y tierra. Ruega por nosotros.
Corazón de María, de la Madre de Dios y de la Iglesia. Ruega por nosotros.
Corazón de María, que por fin triunfarás. Ruega por nosotros.

 

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Ten misericordia de nosotros.

 

V/ Ruega santa Madre de Dios
R/ Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oremos:

Tú que nos has preparado en el Corazón Inmaculado de María una digna morada de tu Hijo Jesucristo, concédenos la gracia de vivir siempre conforme a sus enseñanzas y de cumplir sus deseos. Por Cristo tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

5. Oración final.

Santísima Virgen María, Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos, preparadme con vuestras lecciones de amor al segundo advenimiento de vuestro Hijo Jesús.
Avivad mis sentidos para que guarde en mi corazón vuestras enseñanzas, enseñanzas que son doctrina segura que me adentran al cielo. Despertad en mí: celo insaciable por la salvación de mi alma. Desapego al mundo y anhelos de santidad.

 

Instruidme en la ciencia de la cruz para que acepte con beneplácito el sufrimiento y me haga heredero de uno de los aposentos de vuestro Inmaculado Corazón.

 

Arropad todo mi ser con vuestros rayos de luz para que seáis mi Maestra y yo vuestro, discípulo que imite vuestras adorables virtudes para ser bien visto ante los ojos de vuestro Hijo. Fortalecedme en este tiempo de la tribulación, cercenad mi corazón con vuestra espada de doble filo y heridlo de amor, para que vuestra presencia siempre me acompañe hasta el día del retorno de Nuestro Señor Jesucristo.

 

Madre celestial, Maestra del apóstoles de los últimos tiempos, preservad nuestra Iglesia frente a toda apostasía, herejía y cisma.

 

Conservadnos fieles a la Tradición de la Iglesia e instruidnos con vuestra Sabiduría Divina para que la luz del Espíritu Santo acreciente nuestra fe, nos muestre el camino de salvación y lleve nuestro corazón a la santidad.

 

Madre celestial, Maestra de los apóstoles de los últimos tiempos, guardad al resto santo en vuestro Inmaculado Corazón hasta el día de la segunda llegada de vuestro Amadísimo Hijo Jesús.

Amén.

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