El concepto de ayudar a la Iglesia en sus necesidades. Lc 8, 1-3.

El concepto de ayudar a la Iglesia en sus necesidades. Lc 8, 1-3.

El concepto de ayudar a la Iglesia en sus necesidades. Lc 8, 1-3.



El día de hoy el evangelio según San Lucas nos ofrece un texto de magnifica relevancia para la vida los católicos. Es muy común leer en el evangelio y entenderlo a la vez:

A continuación fue recorriendo ciudades y pueblos proclamando la Buena Noticia del reino de Dios. Lo acompañaban los Doce. Lc 8, 1.

¿Qué de raro tiene que los “doce” acompañen a Jesús en el anuncio de la buena nueva?, probablemente ninguno, sin embargo, los siguientes dos versículos sí nos causa un poco de extrañeza:

y algunas mujeres que había sanado de espíritus inmundos y de enfermedades: María Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, mayordomo de Herodes; Susana y otras muchas, que los atendían con sus bienes.

¿Por qué el evangelista menciona a estás mujeres?, ¿por qué menciona que Jesús recibió ayuda de estas mujeres?; hay muy pocos católicos que desean entender este pasaje. A algunos se les hace difícil creer que Jesús necesitará ayuda y que las mujeres le ofrecieran sus bienes. Parece que ven a un Jesús aprovechado o constatar que la Iglesia acumula bienes. O un juicio más lógico podríamos decir que es una reacción natural de alguién que ha sido liberado o que se encuentra con Jesús.

Realidades que enfrenta Jesús

Jesús es responsables de la alimentación de sus discípulos que forman un ministerio. Jesús va anunciando de ciudad en ciudad, aldea en aldea la buena noticia y ellos dedican su tiempo de lleno a esa buena noticia. ¿Creen que Jesús no se alimentaba?, o ¿no pagaba impuestos o ayudaba a un infeliz?, O ¿sus discípulos no comían y vestían? Siempre el Espíritu santo ha suscitado en el corazón de algún fiel el “dar” algo aun sacerdote, misionero o apoyar un trabajo de evangelización, el apoyo al seminario o contribuir en una fiesta patronal. Hay muchos que no podían dejar su familia, sus hogares por seguirle, pero, sabiendo lo importante brindaban recursos monetarios para que ellos tuvieran recursos para anunciar el evangelio.

Estás mujeres representan a muchos “bienhechores” en la actualidad, quizá la enfermedad, los años, las responsabilidades, el tiempo, limiten su papel como evangelizador, al cual estamos llamados desde nuestro bautismo, pero con recursos monetario o bienes contribuyen al anuncio de la buena noticia, evangelización, formación etc.

¿Jesús tomó esa ayuda?, desde luego, había una bolsa común que se administraba y se proveía hasta para ayudar a la gente, la tradición dice que Judas Iscariote era el administrador, por tanto podemos deducir: Que las “, las Marías, Juanas y las Susanas” representa a ese noble corazón que contribuye con la evangelización, ofreciendo ese dote tan necesario para evangelizar.

El mismo San Pablo, recibió ayuda para financiar los viajes, e incluso solicitó apoyo de “bienhechores” para alguno que iba a cumplir una misión, solo con esa ayuda se puede llegar a llevar a otros esa palabra salvadora. El envío a los doce, sin alforjas, ni comida, ni dinero, espera una ayuda de quienes eran tocados por esa palabra, brindando hospitalidad Hch 16, 14.

Ayuda a la Iglesia.

Probablemente le ha pasado por la cabeza la idea de: ¿por qué tengo que ayudar a la Iglesia?, puede que su criterio este afectado por una serie de comentarios negativos que indican que la Iglesia es la más rica de la tierra, que los sacerdotes derrochan riqueza etc.

El quinto mandamiento de la Iglesia nos invita a ayudar a la Iglesia en sus necesidades. ¿La Iglesia tiene necesidades?, ¡claro que sí!, el pago de luz, agua, teléfono, internet, pago a personal, son algunos elementos que necesitan ser pagados. El sustento a los sacerdotes, diáconos, necesitan nuestro apoyo incluso el apoyo a predicadores, maestros, formadores.

Normalmente la Iglesia distribuye el dinero de la siguiente manera: (1) manutención de todos los gastos y mantenimiento del inmueble como tal; (2) los apoyos a los gastos que genera la evangelización; (3) el pago administrativo del personal, (4) los apoyos a los necesitados y (5) por último la manutención de los sacerdotes.

Se necesitan Juanas, Susanas y Magdalenas para continuar la obra evangelizadora de la Iglesia. Este pasaje nos invita a desprendernos y apoyar a la Iglesia en sus necesidades y con ello apoyamos a que la palabra llegue a donde tiene que llegar.

¡Bienvenidos bienhechores!

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