Palabra de Dios 28 de junio de 2023. SAN PEDRO Y SAN PABLO.

Palabra de Dios 28 de junio de 2023. SAN PEDRO Y SAN PABLO.

Palabra de Dios 28 de junio de 2023. SAN PEDRO Y SAN PABLO.

Evangelio del dia.

PRIMERA LECTURA.

Del libro de los Hechos de los Apóstoles (3, 1-10)

En aquel tiempo, Pedro y Juan subieron al templo para la oración
vespertina, a eso de las tres de la tarde. Había allí un hombre
lisiado de nacimiento, a quien diariamente llevaban y ponían ante
la puerta llamada la “Hermosa”, para que pidiera limosna a los que
entraban en el templo.
Aquel hombre, al ver a Pedro y a Juan cuando iban a entrar, les
pidió limosna. Pedro y Juan fijaron en él los ojos, y Pedro le dijo:
“Míranos”. El hombre se quedó mirándolos en espera de que le
dieran algo. Entonces Pedro le dijo: “No tengo ni oro ni plata, pero
te voy a dar lo que tengo: En el nombre de Jesucristo Nazareno,
levántate y camina”. Y, tomándolo de la mano, lo incorporó.
Al instante sus pies y sus tobillos adquirieron firmeza. De un
salto se puso de pie, empezó a andar y entró con ellos al templo
caminando, saltando y alabando a Dios.
Todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios, y al darse cuenta
de que era el mismo que pedía limosna sentado junto a la puerta
“Hermosa” del templo, quedaron llenos de miedo y no salían de su
asombro por lo que había sucedido.

Palabra de Dios.

SALMO.

Salmo 18, 2-3.4-5

R. El mensaje del Señor resuena en toda la tierra.

Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento anuncia
la obra de sus manos. Un día comunica su mensaje al otro día y una
noche se lo transmite a la otra noche.
R.

Sin que pronuncien una palabra, sin que resuene su voz, a toda
la tierra llega su sonido y su mensaje hasta el fin del mundo.
R.

SEGUNDA LECTURA.

Carta de Pablo a los gálatas (1, 11-20)

Hermanos: Les hago saber que el Evangelio que he predicado,
no proviene de los hombres, pues no lo recibí ni lo aprendí de
hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.
Ciertamente ustedes han oído hablar de mi conducta anterior en
el judaísmo, cuando yo perseguía encarnizadamente a la Iglesia de
Dios, tratando de destruida; deben saber que me distinguía en el
judaísmo, entre los jóvenes de mi pueblo y de mi edad, porque los
superaba en el celo por las tradiciones paternas.
Pero Dios me había elegido desde el seno de mi madre, y por
su gracia me llamó. Un día quiso revelarme a su Hijo, para que
yo lo anunciara entre los paganos. Inmediatamente, sin solicitar
ningún consejo humano y sin ir siquiera a Jerusalén para ver a los
apóstoles anteriores a mí, me trasladé a Arabia y después regresé
a Damasco. Al cabo de tres años fui a Jerusalén, para ver a Pedro
y estuve con él quince días. No vi a ningún otro de los apóstoles,
excepto a Santiago, el pariente del Señor.
Y Dios es testigo de que no miento en lo que les escribo.

Palabra de Dios.

EVANGELIO.

Evangelio según san Juan (21, 15-19)

En aquel tiempo, le preguntó Jesús a Simón Pedro: “Simón,
hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?”. Él le contestó: “Sí,
Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis
corderos”.
Por segunda vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”.
Él le respondió: “Sí, Señor; tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo:
“Pastorea mis ovejas”.
Por tercera vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”.
Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera
vez si lo quería, y le contestó: “Señor, tú lo sabes todo; tú bien
sabes que te quiero”. Jesús le dijo: ”Apacienta mis ovejas.
Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e
ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos
y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras”. Esto se lo dijo
para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios.
Después le dijo: “Sígueme”.

Palabra del Señor.

“Reflexión sacada del misal de la Arquidiócesis de Guadalajara.”

Hoy nos disponemos
a honrar solemnemente a San Pedro y a San Pablo
“Apóstoles de Cristo, columnas y fundamento de la
ciudad de Dios”, como canta la liturgia de hoy. Su
martirio es considerado como la auténtica acta de
nacimiento de la Iglesia de Roma… Estos dos Apóstoles
dieron su testimonio supremo a poca distancia de
tiempo y de espacio uno de otro: aquí, en Roma, fue
crucificado San Pedro y, sucesivamente, fue decapitado
San Pablo. Su sangre se fundió en un único testimonio
de Cristo, de forma que impulsó a San Ireneo, obispo
de Lyon, a mediados del siglo II, a hablar de la “Iglesia
fundada y constituida en Roma por los dos gloriosísimos
Apóstoles Pedro y Pablo” (Adversus haereses, III, 3, 2).
Precisamente por esto, el Obispo de Roma, Sucesor
del apóstol Pedro, desempeña un ministerio peculiar
al servicio de la unidad doctrinal y pastoral del pueblo
de Dios esparcido por todo el mundo. [Sintetizado de B
XVI, Ángelus, 29-VI-2006].

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