Palabra de Dios 31 de Dic. 2023. Fiesta, LA SAGRADA FAMILIA.

Palabra de Dios 31 de Dic. 2023. Fiesta, LA SAGRADA FAMILIA.

Palabra de Dios 31 de Dic. 2023. Fiesta, LA SAGRADA FAMILIA.

Evangelio del dia.

PRIMERA LECTURA.

Del libro del Génesis (15, 1-6; 21, 1-3)

En aquel tiempo, el Señor se le apareció a Abram y le dijo:
“No temas, Abram. Yo soy tu protector y tu recompensa será
muy grande”. Abram le respondió: “Señor, Señor mío, ¿qué me
vas a poder dar, puesto que voy a morir sin hijos? Ya que no me
has dado descendientes, un criado de mi casa será mi heredero”.
Pero el Señor le dijo: “Ese no será tu heredero, sino uno que
saldrá de tus entrañas”. Y haciéndolo salir de la casa, le dijo:
“Mira el cielo y cuenta las estrellas, si puedes”. Luego añadió:
“Así será tu descendencia”. Abram creyó lo que el Señor le
decía, y por esa fe, el Señor lo tuvo por justo.
Poco tiempo después, el Señor tuvo compasión de Sara,
como lo había dicho y le cumplió lo que le había prometido. Ella
concibió y le dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo
que Dios había predicho. Abraham le puso por nombre Isaac al
hijo que le había nacido de Sara.

Palabra de Dios.

SALMO.

Salmo (104, 1-2, 3-4, 5-6, 8-9)

R. El Señor nunca olvida sus promesas.

Aclamen al Señor y denle gracias, relaten sus prodigios a
los pueblos. Entonen en su honor himnos y cantos, celebren sus
portentos.
R.

Del nombre del Señor enorgullézcanse y siéntase feliz el
que lo busca. Recurran al Señor y a su poder y a su presencia
acudan.
R.

Recuerden los prodigios que él ha hecho, sus portentos y
oráculos, descendientes de Abraham, su servidor, estirpe de
Jacob, su predilecto.
R.

Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el
Señor de sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del
juramento a Isaac, que un día le hiciera.
R.

SEGUNDA LECTURA.

Carta a los hebreos (11, 8. 11-12. 17-19)

Hermanos: Por su fe, Abraham, obediente al llamado de
Dios, y sin saber a dónde iba, partió hacia la tierra que habría de
recibir como herencia.
Por su fe, Sara, aun siendo estéril y a pesar de su avanzada
edad, pudo concebir un hijo, porque creyó que Dios habría
de ser fiel a la promesa; y así, de un solo hombre, ya anciano,
nació una descendencia, numerosa como las estrellas del cielo e
incontable como las arenas del mar.
Por su fe, Abraham, cuando Dios le puso una prueba, se
dispuso a sacrificar a Isaac, su hijo único, garantía de la promesa,
porque Dios le había dicho. De Isaac nacerá la descendencia
que ha de llevar tu nombre. Abraham pensaba, en efecto, que
Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos; por eso le
fue devuelto Isaac, que se convirtió así en un símbolo profético.

Palabra de Dios.

EVANGELIO.

Evangelio según san Lucas (2, 22-40)

Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según
la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén
para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley:
Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también
para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones.
Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo
y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en
él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no
moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por
el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con
el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo
tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo:
“Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que
me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador,
al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que
alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel”.
El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes
palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le
anunció: “Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento
de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción,
para que queden al descubierto los pensamientos de todos los
corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma”.
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu
de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido
siete años casada y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se
apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con
ayunos y oraciones. Ana se acercó en aquel momento, dando
gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban
la liberación de Israel.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor,
se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba
creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia
de Dios estaba con él.

Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR:

“JESUS, MARIA Y JOSE
VIVEN AHORA EN EL CIELO”.

La Sagrada Familia de Nazaret, conformada
por Jesús, María y José, transcurrió su
vida de una manera muy sencilla a los ojos
de los hombres:José trabajaba como
carpintero, ganando el pan “con el sudor
de su frente”; María, la “llena de gracia”,
se ocupaba en las labores del hogar (que
en aquel entonces no contaba con los
electrodomésticos, que facilitan tanto el
trabajo), y de Jesús sabemos que “iba
creciendo y fortaleciéndose, se
llenaba de sabiduría y la gracia de Dios
estaba con él”; seguramente que
trabajó un tiempo al lado de san José,
también como carpintero.

A ellos les encomendamos nuestras familias,
para que las protejan y las guíen hasta el cielo.

 

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