Palabra de Dios 10 de Julio de 2025. Jueves XIV del Tiempo Ordinario.
Evangelio del dia.
PRIMERA LECTURA.
Del libro del Génesis ( 44, 18-21. 23-29; 45, 1-5 )
En aquellos días, se acercó Judá a José y le dijo: “Con tu permiso,
señor, tu siervo va a pronunciar algunas palabras a tu oído; no
te enojes con tu siervo, pues tú eres como un segundo faraón.
Tú, señor, nos preguntaste: ‘¿Tienen padre o algún hermano?’
Nosotros te respondimos: ‘Sí, tenemos un padre anciano, con un
hijo pequeño, que le nació en su vejez. Como es el único que le
queda de su madre, pues el otro hermano ya murió, su padre lo
ama tiernamente’. Entonces tú dijiste a tus siervos: ‘Tráiganmelo
para que yo lo vea con mis propios ojos, pues si no viene su
hermano menor con ustedes, no los volveré a recibir’.
Cuando regresamos a donde está nuestro padre, tu siervo,
le referimos lo que nos habías dicho. Nuestro padre nos dijo:
‘Vuelvan a Egipto y cómprennos víveres’. Nosotros le dijimos: ‘No
podemos volver, a menos que nuestro hermano menor vaya con
nosotros. Sólo así volveríamos, porque no podemos presentarnos
ante el ministro del faraón, si no va con nosotros nuestro hermano
menor’. Nuestro padre, tu siervo, nos dijo entonces: ‘Ya saben
que mi mujer me dio dos hijos: uno desapareció y ustedes me
dijeron que una fiera se lo había comido y ya no lo he vuelto a
ver. Ahora se llevan también a éste; si le ocurre una desgracia,
me van a matar de dolor’ “.
Entonces José ya no pudo aguantarse más y ordenó a todos los que
lo acompañaban que salieran de ahí. Nadie se quedó con él cuando
se dio a conocer a sus hermanos. José se puso a llorar a gritos; lo
oyeron los egipcios y llegó la noticia hasta la casa del faraón.
Después les dijo a sus hermanos: “Yo soy José. ¿Vive todavía
mi padre?” Sus hermanos no podían contestarle, porque el miedo
se había apoderado de ellos. José les dijo: “Acérquense”. Se
acercaron y él continuó: “Yo soy su hermano José, a quien ustedes
vendieron a los egipcios. Pero no se asusten ni se aflijan por
haberme vendido, pues Dios me mandó a Egipto antes que a
ustedes para salvarles la vida”.
Palabra de Dios.
SALMO.
Salmo ( 104 )
R- Recordemos los prodigios del Señor.
Cuando el Señor mandó el hambre sobre el país y acabó con
todas las cosechas, ya había enviado por delante a un hombre: a
José, vendido como esclavo.
R.
Le trabaron los pies con grilletes y rodearon su cuerpo con
cadenas, hasta que se cumplió su predicción y Dios lo acreditó
con su palabra.
R.
El rey mandó que lo soltaran, el jefe de esos pueblos lo libró, lo
nombró administrador de su casa y señor de todas sus posesiones.
R.
EVANGELIO.
Evangelio según san Mateo ( 10, 7-15 )
En aquel tiempo, envió Jesús a los Doce con estas instrucciones:
“Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino
de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten
a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han
recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente.
No lleven con ustedes, en su cinturón, monedas de oro, de
plata o de cobre. No lleven morral para el camino ni dos túnicas
ni’ sandalias ni bordón, porque el trabajador tiene derecho a su
sustento.
Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, pregunten por
alguien respetable y hospédense en su casa hasta que se vayan.
Al entrar, saluden así: ‘Que haya paz en esta casa’. Y si aquella
casa es digna, la paz de ustedes reinará en ella; si no es digna, el
saludo de paz de ustedes no les aprovechará. Y si no los reciben
o no escuchan sus palabras, al salir de aquella casa o de aquella
ciudad, sacudan el polvo de los pies. Yo les aseguro que el día
del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos rigor
que esa ciudad”.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: Los discípulos –como auténticos
“misioneros”– han de consagrarse con una entrega
total al «Reino de Dios», anunciándolo lo mismo con
sus palabras que con sus obras. En este su discurso
misionero Jesús les exige que vayan “ligeros de equipaje”,
despojados de inútiles estorbos y dispuestos a vivir
la gratuidad. Han de comportarse, además, como
entusiastas portadores de paz, movidos por una
genuina hospitalidad fraterna. Sólo así, y bajo estas
condiciones, podrán ellos sentirse libres de proclamar
el alegre mensaje de salvación que, sin ningún mérito,
se les ha confiado.