El segundo plan diocesano, esperanza de una Iglesia hambrienta de Dios.

El segundo plan diocesano, esperanza de una Iglesia hambrienta de Dios.

El segundo plan diocesano, esperanza de una Iglesia hambrienta de Dios.



Genaro Valdivia .

El segundo plan diocesano de pastoral que la arquidiócesis de León va a proyectar llena de esperanza y júbilo, sabemos que la continuidad de los procesos de evangelización son necesarios y ¡qué bueno por la arquidiócesis!, que aunque en dado caso se retirará nuestro Excmo. Arzobispo José Guadalupe Martín Rábago y llegase otro, ese plan debe de continuar, hoy más que nunca nuestra sociedad esta hambrienta y solamente la palabra de Dios, su guía y enseñanza y la relación con Jesús como salvador, como justificación puede rescatar a los que se han sumido en tinieblas cfr. Lc 1, 70; si pudiéramos evaluar el plan diocesano de pastoral lo calificaríamos de bueno, ahora bien seguramente se puede mejorar y tener mayores resultados positivamente, se ha logrado en la arquidiócesis una mayor vida espiritual eucarística, sin embargo es urgente hacer consciente al fiel de lo que implica esa vida eucarística que por fuerza va a llevar a una conversión, hay mucha gente comulgando, en algunos templos su eslogan es: “unidos en la eucaristía”, pero hay muy pocas conversiones, hay muy pocos ejemplos de vida, hay muy poca coherencia entre la vida religiosa y la social, recordemos esas palabras de nuestro Señor Jesús cuando les dijo: ustedes sean mejores que los maestros de la ley, sino no van a entrar al reino cfr. Mt 5, 20.

Un aspecto en donde se ha ganado terreno es la vida de comunión como Iglesia, se ve más laicos participando en la Iglesia, más seglares desempeñando actividades evangelizadoras y que estás figuras son ejemplo de vida para los demás, la fraternidad entre hermanos se siente, sin embargo falta más, todavía hay mucha iniquidad y aun la gran mayoría no es capaz de despojarse de sí mismo para estar con los desprotegidos, así lo afirma la última campaña de la pastoral social, cierto que nos vemos más como hermanos y así debe de ser por eso el Señor Jesús dijo: en esto conocerán que son mis discípulos cfr. Jn 13, 34-35 y donde sí nos sentimos que va firmemente es en la espiritualidad kerigmática, este factor se apuntala en todas las parroquias y en los 6 sectores que conforman la arquidiócesis, equipos evangelizadores, ministerios y catequistas listos para el anuncio de la buena nueva, se escuchan más predicadores y esto seguramente va a ser el antídoto para no apostatar de nuestra fe, pues vemos una realidad que muchas sectas andan como león rugiente buscando a quién embaucar; ¿no creen que vale la pena seguir este plan, con un segundo plan?, es allí donde nace la esperanza de que nuestra Iglesia siga floreciendo y con todas las actividades se llegue a formar cristianos maduros en la fe y saciada su hambre del cristo vivo.

Hay mucho orgullo en los católicos incompletos, las predicaciones les hacen hervir la sangre, algunos en molestia al mencionar su estado de vida como católico se muestran agresivos y sin embargo sabemos que sin duda la palabra los va trastornando y despertando el hambre, claman a la vez para mitigar para siempre esa hambre que por años han sentido, esa es la bendita gracia de Dios: vengan a mí los fatigados, los hambrientos, los sedientos, los pobres de Dios, los que no viven con Dios, por eso Jesús solemnemente cito:” yo soy el pan de vida” cfr. Jn 6, 35, solamente el tienen vida, lo demás es efímero y sin valor. Es aquí donde pedimos, clamamos los hijos de Dios y directamente los que conformamos la arquidiócesis el seguimiento del plan diocesano para el crecimiento y vida de nuestra Iglesia, así juntos hagamos realidad el objetivo del Padre: tomar a Cristo Jesús pata tener vida eterna y no morir, sino salvarnos para siempre cfr. Jn 3, 16.

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