Así lo hacen todos. Que sea la Palabra de Dios la que nos guíe.  Papa  Francisco  Hora Santa  Parroquia de San Pío X

Así lo hacen todos. Que sea la Palabra de Dios la que nos guíe. Papa Francisco Hora Santa Parroquia de San Pío X

Así lo hacen todos.  Papa  Francisco

Hora Santa

Parroquia de San Pío X

Jescristo es mi fortaleza 

 

Se reza la Estación del Santísimo Sacramento…

Supliquemos perdón por todas nuestras faltas de amor a Dios  al  no  escucharle en su  Palabra por no permitirle actuar en nuestra vida, por solo buscar  nuestro bienestar olvidándonos de  Él y de su bondad.

 

Lectura del   1 Samuel  8, 4-7.10-22             
Se reunieron, pues,  todos los ancianos de Israel y se fueron donde Samuel a Ramá. Le dijeron: “Mira, tú te has hecho viejo y hasta tus hijos no siguen tu camino. Por tanto,  asignamos un rey para que nos juzgue, como todas las naciones” Disgusto a Samuel que dijeran: “Danos un rey para que nos juzgue” y oró a Yahvé. Pero Yahvé dijo a Samuel: “Haz caso a todo lo que el pueblo te dice. En realidad no te rechazan a ti,  me están rechazando a mí, pues no quieren que reine sobre ellos.

 

Samuel repitió todas estas palabras de Yahvé al pueblo que le pedía un rey. Y añadió: “Este es el  fuero del rey que va a reinar sobre vosotros” Tomará vuestros hijos y los destinará a sus carros y a sus caballos,  y tendrán que correr delante de su carro. Los nombrará jefes de mil y jefes de cincuenta; les hará labrar sus campos, segar su cosecha, fabricar sus armas de guerra y los arreos de sus carros. Tomará vuestras hijas  para perfumistas, cocineras y panaderas. Tomará vuestros campos, vuestras viñas y vuestros mejores olivares y se los dará a sus servidores.  Tomará el diezmo de vuestros cultivos y vuestras viñas para dárselo a sus eunucos y a sus servidores. Tomará vuestros criados y criadas, y vuestros jóvenes  y asnos, y los hará trabajar para él. Tomará el diezmo de vuestros rebaños y vosotros mismos seréis sus criados. Ese día os lamentareis a causa del rey     que os habéis  elegido, pero entonces Yahvé no os responderá”

 

El pueblo no quiso escuchar la voz de Samuel y dijo: “¡No! tenderemos un rey y así seremos como los demás pueblos: nuestro rey nos juzgará, irá al frente de nosotros y combatirá nuestros com-bates” Oyó Samuel todas las palabras del pueblo y las repitió a oídos de Yahvé. Pero Yahvé dijo a Samuel: “Hazles caso y deja que les gobierne un rey” Samuel dijo entonces a los hombres de Israel: “Volved cada uno a vuestra ciudad”

Palabra del Señor.

Releemos en silencio y compartimos la frase que más nos llegue al corazón.

 

 

 

Hacemos unos momentos de silencio.
Tratando de  meditar   “el rechazo del pueblo”

 

 

 

 

 Así lo hacen todos.  Papa  Francisco

 

La «mundanidad espiritual» es una tentación peligrosa porque «ablanda el corazón» con el egoísmo e insinúa en los cristianos un «complejo de inferioridad» que los lleva a uniformarse con el mundo, a actuar «como hacen todos», siguiendo «la moda más divertida». Es una invitación a vivir la «docilidad espiritual», sin «vender» la propia identidad cristiana.

 «Hemos visto  cómo el pueblo se había alejado de Dios, había perdido el conocimiento de la Palabra de Dios: no la escuchaba, no la meditaba». Y «cuando no está la Palabra de Dios, su lugar lo toma otra palabra: la palabra propia, la palabra del propio egoísmo, la palabra de los propios deseos. Y también la palabra del mundo».

Meditando en la narración del libro de Samuel, «hemos visto cómo el pueblo, alejado de la Palabra de Dios, había sufrido esas derrotas» que habían provocado muchísimos muertos y dejado «viudas y huérfanos». Eran «las derrotas» de un pueblo que «se había alejado» del camino indicado por el Señor.

Por lo tanto, alejarse de Dios,  significa adentrarse en un camino que, inevitablemente, «lleva a lo que hemos escuchado en Samuel: el pueblo rechaza a Dios. No sólo no escucha la Palabra de Dios sino que también lo rechaza» y termina diciendo: «podemos gobernarnos a nosotros mismos, somos libres y queremos ir por este camino».

Samuel,  «sufre por ello y se dirige al Señor. Y el Señor, con el buen sentido que tiene», le sugiere a Samuel: «escucha la voz del pueblo, en todo cuanto te digan. No es a ti a quien rechazan, sino a mí, para que ya no reine sobre ellos».

 «El Señor deja que el pueblo siga alejándose de Él», permitiéndole que «experimente» qué significa este alejamiento. «Y Samuel  trata de convencerles y les dice todas esas cosas que hemos oído, qué hará el rey con ellos, con sus hijos, con sus hijas». Sin embargo, a pesar de ello, «el pueblo no quiso escuchar la voz de Samuel» y pidió tener «un rey como juez».

«La frase» decisiva, «la clave de interpretación» para comprender la cuestión. En efecto, el pueblo responde a Samuel: «así seremos con todos los otros pueblos». Este es su primer pensamiento, «la primera propuesta: un rey que sea “nuestro juez”, como tienen todas las naciones».

Una petición  motivada por un hecho: se habían «olvidado de que eran un pueblo elegido, pueblo del Señor, pueblo elegido con amor y llevado adelante por la mano de Dios».

Ese deseo  «volverá como tentación en la historia del pueblo elegido». Y ésta, «es la puerta que se abre a la mundanidad: como hacen todos». La consecuencia práctica es que «rechazaron al Señor del amor, rechazaron la elección». Y buscaron el camino de la mundanidad». Hay valores  que el cristiano no puede asumir». En efecto, «debe guardar la Palabra de Dios que le dice: tú eres mi hijo, eres un elegido; yo estoy contigo, camino contigo». Y «la normalidad de la vida exige del cristiano fidelidad a su elección».

La propuesta es estar  en guardia contra la tentación de olvidar «la Palabra de Dios, lo que nos dice el Señor», para seguir en cambio «la palabra de moda». Esta actitud de «mundanidad»,  «es más peligrosa porque es más sutil»; mientras que «la apostasía», es decir, el pecado de ruptura con el Señor», se ve y se reconoce claramente.

Más aún, decir que «también nosotros seremos como todas las naciones» muestra que ellos «tenían un cierto complejo de inferioridad por no ser un pueblo normal. Y la tentación está ahí, es decir, sabemos qué debemos hacer, que el Señor esté tranquilo en su casa». En el fondo, ese era su pensamiento, que no se separa «del relato del primer pecado», o sea, de la tentación de seguir el propio camino y saber por sí solos cómo «conocer el bien y el mal».

«La tentación endurece el corazón. Y cuando el corazón es duro, cuando el corazón no está abierto, la Palabra de Dios no puede entrar». No es una casualidad que Jesús haya dicho «a los de Emaús: ¡insensatos y tardos de corazón!», porque «siendo duros de corazón, no podían comprender la Palabra de Dios».

Precisamente «la mundanidad ablanda el corazón». Pero le hace «mal». Porque «jamás es algo bueno  un corazón blando. Bueno es el corazón abierto a la Palabra de Dios, que la recibe. Como la Virgen, que meditaba todas esas cosas en su corazón, dice el Evangelio». Por lo tanto, he aquí la prioridad: «recibir la Palabra de Dios para no alejarse de la elección».

«En la oración al comienzo de la misa hemos pedido la gracia de superar nuestros egoísmos», en particular el de querer hacer la propia voluntad. En conclusión sugiero renovar al Señor la petición de esta gracia. E invocar también «la gracia de la docilidad espiritual, es decir, abrir el corazón a la Palabra de Dios», para «no hacer como nuestros hermanos, que cerraron el corazón porque se habían alejado de Dios y desde hacía tiempo no escuchaban y no comprendían la Palabra de Dios». Que «el Señor nos conceda la gracia de un corazón abierto para recibir la Palabra de Dios», para «meditarla siempre» y para «seguir el verdadero camino».

 

Releemos en silencio y oramos espontáneamente de acuerdo a lo que leímos

 

Hacemos unos momentos de silencio

Meditemos  si  nuestro corazón está lleno de mundanidades y nosotros también vivimos sin escuchar su Palabra.

 

Oremos a María santísima nuestra Madre

Madre tu que siempre viviste meditando  la Palabra en tu corazón ayúdanos  amarla,  a desear escucharla y sobre todo hacerla vida, no permitas Madre que el mundo nos embriague con sus ofertas.

1er. Misterio. En el AT Dios preparo la reconciliación de  los hombres con Él ofreciéndole incesantemente  su  “ perdón”  Él mismo se rebeló como el Dios de ternura y  piedad, que de buena gana aplaca el ardor de su “ira” y habla de paz a su pueblo. Aunque no utilice la palabra, ofrece una reconciliación a su esposa infiel, a sus hijos rebeldes.

Oremos para que la Palabra de Dios penetre en nuestra conciencia y busquemos reconciliarnos con Él por todas nuestras infidelidades.

2do. Misterio. La reconciliación perfecta y definitiva fue llevada a cabo por Cristo Jesús el “Mediador entre Dios y los hombres” por medio de su obra de Redención. La iniciativa es de Dios pues, por si mismo el hombre es incapaz de reconciliarse con el Creador  al que ha ofendido por su pecado.  Es Dios quien nos ha reconciliado consigo por Cristo.

Oremos para que correspondamos a Dios todas sus bondades.

3er. Misterio.  Dios nos ha amado siempre aún a pesar de todas nuestras infidelidades, su propio Hijo Jesucristo ha muerto en la Cruz por nosotros, el misterio de nuestra redención empalma en la Cruz y en su inmenso amor con que siempre nos ha amado hasta el extremo.

Oremos para que correspondamos a su Amor.

4to. Misterio. Los efectos de la Reconciliación, es que Dios ya no tendrá más en cuenta nuestras faltas sino ahora por Cristo seremos llamados sus hijos que nos hace aparecer delante de Él  santos, sin mancha y sin reproche.

Oremos para que nos esforcemos por conservar nuestras almas sin manchas de pecado.

5to. Misterio. Toda la obra de la salvación esta ya realizada por parte de Dios, pero continua actualmente hasta la Parusía. Actualmente el misterio de la Reconciliación se sigue realizando por medio de los apóstoles que son los mensajeros de la “Palabra de Reconciliación”.

Oremos para que con mayor frecuencia busquemos el Sacramento de la Reconciliación.

 

 

 

Recemos la Coronilla de la Misericordia       De rodillas o de  pie

Oremos para que la Palabra de Dios sea siempre nuestro mejor alimento. 

 

Padre nuestro…Ave María… Credo…

En  las cuentas grandes antes de cada decena.

Padre eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amantísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.

En las 10 cuentas pequeñas de cada decena.

Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Jaculatoria para rezarse al final de cada misterio.

Oh Sangre y Agua que brotasteis del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de Misericordia para nosotros, Confiamos en Ti

Doxología final después de las cinco decenas.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero

 (3 Veces) 

 

 

Oremos en Silencio

Por las necesidades en todo el mundo en especial por la paz en Siria y  México.

 

Los momentos que nos quedan reparemos el Corazón de Jesús que sufre por todos los sacrilegios cometidos en las diversas Iglesias del mundo y por todos los que cometen comuniones y confesiones sacrílegas, oremos para que el Espíritu Santo, les dé luz y conversión  y a todos nos permita realizar buenas y sinceras confesiones.

Repetimos varias veces esta jaculatoria, para reparar su Corazón:

Cuerpo y Sangre de Jesús, os quiero, os amo y os adoro.

 

Os pido perdón y misericordia por todos los sacrilegios cometidos.

 

 

Escuchemos lo que nos dice el Señor:

 

Meditemos siempre la Palabra de Dios, este es el verdadero camino hacia Dios.

 

¡¡¡Unidos en la Eucaristía!!!

Acerca del autor

Temas relacionados

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.