Un corazón enternecido acoge al pecador Lc 15, 11-32

Un corazón enternecido acoge al pecador Lc 15, 11-32

Un corazón enternecido acoge al pecador Lc 15, 11-32

Comentario al evangelio.

Estamos celebrando la cuarta semana de cuaresma y en la celebración eucarística se proclamó una hermosa parábola que es capaz de estremecer hasta el más duro corazón y a la vez de sentirse invitado a confiar en aquellos que nos aman, desde luego que Dios está incluido como ese Padre amoroso; la parábola se conoce como el hijo prodigo, sin embargo, otros más la adoptan como la parábola del Padre amoroso, ¿con cuál nos relacionamos nosotros?, o quizá exista otra inspiración que nos evoque está parábola.

Hijo prodigo.

Aquel joven derrochón, gastalón, despilfarrador, que de repente se vio con dinero y quizá no supo qué hacer con él y lo más fácil sería comprar, tener lo que no le compraron, vivir como él quería o tenía noción de cómo otros se daban los lujos y vida, que le pareció que él se la merecía, que era joven para experimentar abiertamente la vida sin que nadie se lo impidiera o le indicará que debía hacer.

Joven y sin experiencia, se llenó inmediatamente de gente en aquel lejano país, que a expensas de él tuvo beneficios y momentos maravillosos: banquetes, bailes, mujeres, vida social, bienes, un ambiente de glamour y status que lo encumbraban como hombre importante, un hombre prestigiado. Tal vez nunca pensó en invertir o poner el dinero a trabajar, probablemente le pareció suficiente para no volver a trabajar y vivir casi como rey, hasta que sus pies tocaron piso y todo cambió y la parábola cita: “y empezó a padecer necesidad”.

Padre amoroso.

El amor por sus dos hijos le permitió darles la libertad para vivir una vida productiva, de bien y de ejemplo en la sociedad, su amor, le permitió entender que su hijo menor quería vivir la vida y que impulsado por su juventud quería experimentar otra faceta de esa vida tan valiosa y accede a darles la parte de la hacienda que pidió el muchacho: Lc 15:12   y dijo el más joven de ellos al padre: Padre, dame la parte de hacienda que me corresponde. Les dividió la hacienda.

Este Padre amoroso sintió el dolor de ver partir a su hijo menor, con sus bienes a cuestas, tal vez unos cuantos bienes, pero con una buena herencia, este Padre lo vio partir y perderse en el camino. Muy probablemente más de alguna ocasión le llegaron noticias de su hijo amado, muy probablemente de escándalo que preocuparía a cualquier padre, cierto, tenía otro hijo muy querido que le daba satisfacciones enormes, este hijo permanecía con él a pesar de que ya era de edad de independizarse. ¿Cuánto tiempo tendría que esperar para ver venir por el camino a este su hijo menor?

Cuaresma camino a la pascua.

La cuaresma podría ser el momento que vivió este muchacho, el camino que recorrió cuando tocando fondo dijo: Lc 15:18   Me levantaré e iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Cómo regresar a la casa paterna sin dinero, sin bienes, acabado materialmente, humillado por la vida y todavía andrajoso, fue un camino duro, tantos pensamientos, ¿cuál será la reacción del Padre?, ¿qué iba a decir la gente, su propios amigos y la sociedad que rodeaba a la familia?

Este tiempo de cuaresma que vivimos se le conoce como kairos de Dios, es un tiempo en el tiempo común y corriente que Dios agrega como una oportunidad, como una extensión de un tiempo límite, como un tiempo que amplía posibilidades para regresar a él y este chico volvió en sí: Lc 15:17   Volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia y yo aquí me muero de hambre!, no hay duda, el hambre y la desgracia lo hizo reaccionar.

Muchos hombres y mujeres no han experimentado en su vida el amor paternal de Dios, ven a Dios como un juez duro, castigador, vengativo, que busca insaciablemente al pecador para castigarle, puede ser por cultura religiosa como nos educaron nuestros padres o puede ser al contrario, nunca nos inculcaron el amor paternal que Dios tiene para nosotros, más aún, cabe la posibilidad que muchísimos nunca han podido verificar ese amor paternal de Dios porque la figura paterna está dañada con padres ofensivos, maltratadores, golpeadores, maldicientes, en pocas palabras su padre no es capaz de mostrar ese amor y sí todavía se agrega, el que en su comunidad se viva un ambiente de violencia, así como de hostigamiento, ¡menos podrá ver el amor de Dios!, y para terminar de puntualizar: ¿Cuántos ni siquiera creen en Dios solo en lo material y en sus criterios?

Podremos agregar un factor determinante que impide experimentar el amor de Dios: “la vida de pecado”, sí, sea ha perdido la dimensión de pecado y por eso, con frecuencia Dios está fuera de la vida de muchos, por tanto, solo se experimenta el amor carnal en un placentero y vacío sexo que se muda con regularidad de cama en cama cuando se pierde interés por ese cuerpo y visto de esta manera, también es factible que grades cantidades de hombres y mujeres no se sienten dignos, o ni alentados a buscar o regresar a Dios.

Ahora nos podemos dar cuenta que la cuaresma si es un tiempo especial que da Dios para que en la pascua los hombres lejanos se acerquen a él, otros más, sepan de él, más gente se convierta a Dios y una importante muchedumbre reanude su vida con Dios. ¿pero quién puede acoger a un pecador como si no hubiera pasado nada?

Un corazón enternecido puede acoger al pecador.

Imagine un adulterio de un hombre a quién su mujer le ama con intensidad y este hombre se le alborota la hormona, engaña a su mujer y al darse cuenta la mujer explota no queriéndole volver a ver, puede ser que por los hijos no se separen, pero de ahí en adelante no le planchará, no le lavará, no le atenderá, no le dará de comer, ni mucho menos tener una relación sexual, el dolor y la ofensa es mayúscula, no se podría juzgar a la mujer sin estar en los zapatos de ella, ni mucho menos de creer la liberación sexual, este hombre falló, sería poco justo minimizar tal falla, tal vez hay otros hombres peores que el adultero, que humillan a la mujer, la denigran, le golpean, la humillan, el ataque psicológico es letal, no le extrañe que los hijos ni en pintura puedan amar a ese padre, o porque no mostrar a un asesino desalmado, la sociedad no lo podría perdonar, por tanto daño que ha hecho, por sus crímenes abominables, entonces: ¿quién podrá acoger a estos hombres?, ¿destinados a la perdición total?

Una escena que derrite el corazón más frío, es aquella en donde el Padre aquel día ve a lo lejos del camino a una figura que le arecía conocida, estaba tan confusa, tan distorsionada, tan lejos de la realidad, parecía una caricatura: Lc 15:20   “Y, levantándose, se vino a su padre”. Cuando aún estaba lejos, viole el padre, y, compadecido, corrió a él y se arrojó a su cuello y le cubrió de besos. Sí, solo un corazón enternecido puede acoger al pecador sin resentimiento, ni odio, ni venganza, ni interés mundano, solo el más puro amor.

Dios recibe al pecador para dignificarlo.

Es impresionante el amor paternal de este Padre, ni el mal olor, ni el pecado, ni la suciedad de días sin bañarse detuvieron al Padre para externarle su amor, abrazarle, ponerlo en su rezago, ¡claro no es tan sencillo!, le ha devuelto el anillo, el anillo de la familia real y lo ha vestido como príncipe devolviéndole la dignidad y le ha puesto nuevas sandalias para que no vuelva a perder el camino y hasta fiesta, pero… la pregunta: ¿Dios es injusto porque premia al pecador y al bueno lo olvida?, entonces: “pequemos al cabo que seremos premiados. ¡NO!, de ninguna manera, no es un premio, es la oportunidad de salvación, es la oportunidad vivir el significado de la pascua. Todo este amor al pecador provoca una reacción en todo el interior del pecador, reacción que le hace creer en el amor y a enderezar su vida, a tratar en lo más posible de restaurar el daño provocado por su estéril vida. Lea un poco la santa palabra De Dios y se dará cuenta de tantas oportunidades que le da Dios al hombre de salvación.

Dios ha salvado a un pecador en resumidas cuentas.

Basta que eche una mirada a la vida de los santos, a gente convertida, a gente que proclama el amor paternal de Dios, a gente que da un giro total, al pecador que abanodna el pecado para integrarse a ganar el reino de los cielos, gente que experimentó el amor inmenso de Dios y que ahora es capaz de amar a sus semejantes, no puede haber otra reacción ante la realidad de darse cuenta del amor de Dios. Sí un hombre llega a decir que ama a Dios y no cambia su mentalidad: “es un mentiroso”, “es un falso converso”, “es un pecador que quiere engañar a Dios”, “es un hombre tramposo y deshonesto”.

Puede que peque como lo externa san Juan: 1Jn 2:1   Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos un abogado ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Sí, la lucha contra el pecado no es fácil, pero la intención de cambio Dios la toma en cuenta, dándole el “don” del arrepentimiento, por tanto, buscará seguir caminando en Dios.

No se le olvide amigo, a los pecadores, el enternecido corazón de Dios nos espera, puede que le llegue a la cabeza un pensamiento de indignidad, pero Dios lo espera, puede que el regreso a Dios le ponga muchas barreras, pero Dios le quiere decir: ¡Qué le ama!, regrese que el corazón enternecido de su Padre es tan grande que alberga hasta los corazones más oscuros y desorientados, ¡es usted muy esperado!, por el corazón enternecido de Dios.

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