Aposento de Adoración XI. Lámparas del Amor Divino

Aposento de Adoración XI. Lámparas del Amor Divino

Aposento de Adoración
XI. Lámparas del Amor Divino

profunda-soledad

 

 

Jesús:

Hijo mío: procura siempre permanecer unido en Mí, no sólo por fe, esperanza y caridad, sino también, mediante este Sacramento, invención de amor.

Esto es lo único necesario, el estar unido conmigo, porque de esta unión se deriva vuestra vida y fortaleza, vuestra perfección y santidad.
Cuando más estrechamente estéis adherido a Mí, más gracias recibirá vuestro corazón, porque mi Divino Corazón está colmado de bendiciones; bendiciones que os daré más directamente si os hacéis alma Eucarística, alma adoradora del silencio, alma deseosa de estar siempre a mi lado, alma ansiosa en terminar su peregrinación en la tierra para habitar en una de las moradas del cielo.

Hijo mío. Si el cansancio os agobia, si vuestras fuerzas han disminuido, si os percatáis que vuestros vigor ya no era como antes, si empezáis a sentir que vuestra vida no tiene sentido; si los vacios de vuestro corazón son tantos que os amargan, os entristecen y no os dejan ser felices; si el ruido del mundo os aturde; si las cosas de la tierra no os satisfacen, no os llenan: es porque habéis empezado a escuchar mi voz; voz que desde el silencio y soledad de mi Sagrario os llama para que vengáis a Mí; saquéis todo lo que lleváis adentro y quedéis liberado de vuestras opresiones, preocupaciones, ansiedades y depresiones.

Habéis de saber que la depresión es ausencia de Mí, soy la cura para vuestra enfermedad, soy el antídoto para vuestra tristeza.

En Mí, encontraréis lo que hasta ahora no ha llenado vuestro corazón.

En Mí, viviréis la paz, paz que ningún ser en la tierra os podrá dar porque de mi Corazón Eucarístico brotan raudales de paz para toda la humanidad.

En Mí, cobraréis nuevas fuerza; fuerzas que os impulsan a una vida de santidad, fuerzas que aligeran vuestros pasos para que no os desviéis ni a derecha ni a izquierda, fuerzas que os hace andar en línea recta, camino derecho, angosto y pedregoso que os llevará al cielo.

En Mí, vuestro corazón será renovado, transformado porque vuestras heridas se sanarán, vuestros miedos se disiparán, vuestros sueños se harán realidad, vuestra empresa florecerá porque mi Corazón Eucarístico es remedio a vuestros males y bálsamo de amor a vuestros sufrimientos.

En Mí, vuestra vida tomará un nuevo rumbo, rumbo que os lleve a permanecer en Mí, rumbo que os lleve a habitar en uno de los aposentos de mi Divino Corazón para ataros eternamente con las cadenas de amor para que no os perdáis, para que jamás os separéis de Mí, porque os amo.

En Mí, descubriréis que mi amor no tiene comparación porque excede todo el amor de las criaturas, mi amor os da deleite, alegría; mi amor suaviza vuestras penas, os da tenacidad a vuestro sufrimiento, aguante a vuestra cruz porque sin cruz no hay vida eterna, sin cruz no hay Patria celestial.

Venid, pues, almas amadas de mi Corazón Eucarístico y recreaos conmigo, adoradme como a Vuestro Dios y reparad porque mis hijos, mis hermanos se han olvidado de Mí y el mundo no ha cesado de ofenderme.

Venid, pues, almas adoradoras de mi Corazón Eucarístico y haceos lámparas del Amor Divino, resplandeced con vuestra luz en todos los Tabernáculos del mundo porque vuestras oraciones son destellos celestiales que lo engalanan con luces multicolores.

 

Alma reparadora del silencio:

Dulce Jesús mío: mi corazón se inflama de amor al veros en el paisaje multicolor de la creación, en el cielo tapizado de estrellas y en las alfombras mullidas de verdes pastizales.

Dulce Jesús mío: os adoro presente en la sagrada hostia, os alabo por vuestro milagro de amor.

Dulce Jesús mío, que llegáis a mi corazón, bajo el Velo Sacramental: regaladme algunas fibras de Vuestro Divino Corazón de tal modo que permanezca siempre unido a Vos.

Dulce Jesús mío: postrado ante vuestra presencia, os adoro con los Ángeles y con la santísima Virgen me uno en espíritu a la corte celestial, para alabaros y bendeciros por toda la eternidad.

Dulce Jesús mío, que me habéis llamado a morar junto a Vos en esta solitaria hora en que vuestros mismos hijos os olvidan y el mundo no deja de ofenderos: permitidme, Señor, elevar mi voz para invitar a las criaturas a suplir con nuestro fervor la frialdad con que os tratan.

Dulce Jesús mío: me postro ante vuestra presencia, deseando reparar las irreverencias e impiedades para con el Sacramento de vuestro amor; aceptad mi pobre reparación y perdonad los corazones estultos que os ofenden.
Dulce Jesús mío: cómo no expresaros mi gran amor si os habéis quedado en la Hostia Santa.

Hostia que es escudo de protección contra Satanás y sus secuaces. Hostia que es alimento que me da vida eterna.

 

Hostia que me reviste de vuestro Espíritu Divino y me da santidad. Hostia que es Manjar Celestial, que ni a los mismos Ángeles le habéis concedido la gracia de poseeros. Hostia que es dulce miel que pacifica mi corazón.

 

Hostia tres veces Santa bajo cuyas apariencias vive el modelo y la fuente misma de la santidad: comunicadme el gusto por las virtudes sobre todo la humanidad y la caridad.

Oración

Os adoro, os alabo y os amo con todas las almas que, en esta hora, os están amando en la tierra y en el cielo.
Amén.

 

Sea siempre bendito y alabado el Santísimo y Divinísimo Sacramento.

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