Lectio Divina: ¡Preparemos el camino del Señor! – Domingo 2º del Tiempo de Adviento:PadreTpribio  Tapía.

Lectio Divina: ¡Preparemos el camino del Señor! – Domingo 2º del Tiempo de Adviento:PadreTpribio Tapía.

Lectio Divina: ¡Preparemos el camino del Señor! – Domingo 2º del Tiempo de Adviento
Mateo 3,1-12

1. Lectura
¿En dónde se presentó Juan el Bautista? ¿A qué exhortaba? ¿Por qué? Según Mateo ¿qué profeta había vislumbrado la presencia de Juan? ¿Dónde clama? ¿Qué se pide que sea preparado? ¿Qué se pide que sea enderezado? ¿Con qué se vestía Juan? ¿De qué era su cinturón? ¿De qué se alimentaba? ¿De dónde acudían a él? ¿Qué recibía la gente? ¿Qué confesaban? ¿Con qué calificativos se refería Juan el Bautista a los fariseos y saduceos? ¿Qué les reprochaba? ¿Qué les exigía?

Según las palabras del Bautista ¿era suficiente con decir ‘tenemos por padre a Abrahán’? ¿Por qué? ¿Dónde está puesta el hacha? ¿Qué le sucede a todo árbol que no da buen fruto? ¿A dónde será arrojado? ¿Con qué bautizaba Juan? ¿En señal de qué? ¿Cómo se refiere Juan a Jesús en el v. 11? ¿De qué no es digno Juan? ¿Con qué bautizará Jesús (se mencionan dos elementos)? ¿Qué tiene en su mano Jesús? ¿Para qué? ¿Qué hará con el trigo? ¿Qué hará con la paja?

También puedes leer: Mc 1,1-8 y Lc 3,1-18. Trata de descubrir los elementos que sólo trae Mateo.

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Para comprender mejor este evangelio tengamos en cuenta, en primer lugar, que cuando se habla de Juan el Bautista casi siempre se hace con una finalidad catequética respecto de Jesús[1]. Es decir, la mayor parte de los detalles que tenemos en los evangelios sobre el Bautista están en función de decirnos algo de Jesús. Es el caso del presente relato. Juan es presentado como el precursor del Mesías, como quien prepara el camino del Señor con una predicación determinante pero limitada, con un testimonio fuerte pero inicial.

En segundo lugar, la mejor manera que encontraron los primeros cristianos para remarcar la participación de Juan fue insistiendo en que él había preparado el camino del Señor invitando a la conversión: “conviértanse porque ha llegado el Reino de los Cielos” (v. 2); el alcance de la conversión se aclara con la cita de Isaías que hace el evangelista: preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas. Recordemos que en aquel tiempo la mayoría de los israelitas esperaban la llegada del Reino de Dios; pero cada grupo se lo imaginaba a su modo –y a veces a su antojo-. Muchos de ellos coincidían en que, cuando llegara el Mesías a establecer su reino, los principales y únicos beneficiados serían los israelitas. De acuerdo a esta manera de pensar sería suficiente con pertenecer al pueblo de Israel para participar de esta salvación. Sin embargo, Mateo quiere trasmitir el convencimiento de que no es suficiente con sentirse parte de un grupo para participar del Reino de Dios; es necesario dar frutos dignos de conversión.

Por esto, en tercer lugar, el evangelio enfatiza que la gente que se acercaba a Juan se bautizaba y confesaba sus pecados; el verbo griego (exomologeo) significa “decir abiertamente”, “reconocer”, “admitir”; la gente iniciaba el caminar de la mejor manera: admitiendo que fallaban[2]. El evangelio señala de manera optimista el alcance que debería tener su predicación diciendo que acudía a él gente de Jerusalén, toda Judea y toda la región del Jordán.

En cuarto lugar, el evangelio dice que se acercaban muchos fariseos y saduceos. Recordemos que los fariseos eran modelo de hombres religiosos y conocían la Ley; por su ejemplaridad, al menos aparente, ejercían gran influjo sobre el pueblo. Los saduceos, por su parte, constituían la clase dominante. A ellos pertenecían los grandes terratenientes y las familias de la aristocracia sacerdotal; representaban el poder económico, religioso y político. A ellos Juan se refiere como “raza de víboras”, es decir, hijos-descendientes de víboras, uno de los animales más detestables para los judíos por su relación tradicional con el origen del mal. Además, de acuerdo con algunos otros textos (Mt 12,34; 23,33) también podría significar “hijos de la maldad”. Aquellos que se consideraban hijos de Abraham, en realidad eran hijos de la maldad. No era pues suficiente con sentirse o ser parte de un pueblo; ni siquiera de un pueblo que se consideraba elegido; era indispensable dar frutos de conversión. A partir de Juan, y sobre todo de Jesús, alguien no es bueno por el grupo al que pertenece sino por los frutos que produce especialmente.

Desde esta perspectiva la verdadera pertenencia al pueblo de Dios es porque hay frutos de conversión. La descendencia de Abraham puede provenir de fuera de Israel, Dios puede suscitarla incluso de lo que aparentemente es incapaz de vida (piedras), posible alusión a los no israelitas (8,11).

En quinto lugar, con el afán de convencer totalmente Mateo nos dice con una sencillez admirable que el hacha está puesta a la raíz de los árboles “y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego” (v. 10). Es decir, la vida sin conversión no tiene sentido; si alguien vive sin el reconocimiento de sus faltas y sin proporcionar frutos buenos su vida es un desperdicio.

Estamos en camino a la celebración del nacimiento del Señor y el evangelio no podía ser más oportuno. En la persona de Juan el Bautista el evangelio de Mateo presenta una clara invitación a la conversión. No es suficiente pertenecer a un grupo o pueblo para sentirse bueno; hay que serlo realmente. El ser humano desperdicia la vida sin la conversión y la producción de frutos buenos.

2. Meditación

¿En qué me hace reflexionar este evangelio? ¿Qué me invita a pensar para mi vida?

3. Oración

Demos gracias a Dios por la posibilidad de convertirnos.

Pidámosle perdón por la falsa seguridad de habernos sentido buenos por la sola pertenencia a un grupo religioso; por las ocasiones en que hemos olvidado que la pertenencia a la comunidad nos responsabiliza antes que privilegiarnos.

Roguémosle que nos ayude a vivir con sentido dando frutos dignos de conversión.

4. Contemplación – acción

¿De qué manera nos estamos preparando para el nacimiento de Jesucristo?

¿Qué podemos hacer para no caer en el engaño de que sentirnos buenos por el solo hecho de pertenecer a un grupo religioso?

¿De qué comportamientos urge que nos convirtamos?

[1] De los datos que proporciona Mc 1,1-8, Lucas (3,1-18) y Mateo han ampliado sus relatos tomando en cuenta otras informaciones de acuerdo a la situación de sus comunidades con una clara finalidad catequética.

[2] Recordemos que el bautismo o la inmersión en el agua era un rito muy común en la cultura judía y tenía que ver con la muerte a un pasado que quedaba simbólicamente sepultado en el agua; de ahí que este acto vaya acompañado del arrepentimiento de los pecados.

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